Capítulo 27

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Edición aventuras en Hawái

Tom

Me recosté sobre la arena de la playa y cerré mis ojos disfrutando del sol.

Estas si son vacaciones.

El sonido de las olas del mar, el deslumbrante sol, una absoluta paz y lo mejor de todo, sin Dominick a mi lado gruñéndome por todo.

En medio de mi estado de relajación escuche unas risas y pasos que se acercaban.

Abrí mis ojos y me senté recto, observe el lugar. El sonido provenía de mi derecha, 3 chicos y dos chicas caminaban por la playa, a medida  que se acercaban, las risas se hacían más claras y sus rostros más nítidos.

Cruce mi mirada con uno de los chicos, sentí como mi corazón se detenía por unos segundos. Ojos azules, piel morena y una increíble cabellera castaña oscura.

¿Dios, me has enviado un Ángel?

Baje mi vista con lentitud hasta enfocarme por completo en su muy trabajado abdomen.

¿Seria posible tallar ropa en él?

El chico bonito se acercó a sus amigos y les susurró algo, luego lo vi caminar en mi dirección.

¡Santa mierda! ¡no te acerques! ¡no lograré controlarme si te acercas!

-¡Hola! Mi nombre es Liam, ¿me podrías decir el tuyo?- se inclino en mi dirección, su rostro estaba tan cerca que podía observar sus poros.

Y me sonrió ¡me sonrió! Joder... su sonrisa demasiado deslumbrante ¡Ayuda me quedo ciego!

¿Debería sacarle una foto? Digo, no todos los días te encuentras con ángeles.

-¿Crees que soy un Ángel?- el chico río.

Sentí como la sangre subía a mis mejillas. ¿Lo dije o lo pensé?

-Me llamo Tom...- Me detuve.

Joder ya la había cagado, no debía darle mi nombre, pero es que su sonrisa me dejó medio imbécil.

¿Debería ir preparando mi epitafio? Dominick estará muy enojado si se entera que hable con otro chico.

-Un gusto Tom, ¿te gustaría venir con nosotros? Estamos con un par de amigo instalados cerca de aquí, me encantaría que me acompañaras.

Volvió a sonreír y yo volví a perderme en él, asentí sin pensarlo, no logré recobrar la compostura hasta que se alejó de mi rostro.

¿Dios por qué me hiciste tan débil?

Con justa razón nunca duró más de tres meses con una pareja estable.

Me rindo, lo mío no es la monogamia.


(***)

La música se escuchaba desde metros de distancia. Frente a mi habían un montón de chicos sin poleras y chicas en traje de baño.

¿Es este el paraíso?

-Ven, te presentaré al resto- Liam tomo de mi mano, me tense, pero el sonrío y me olvide hasta de mi apellido.

El tiempo transcurrió así, Liam presentándome a sus amigos, contándome algunas anécdotas  y embobándome con su sonrisa.

Sentía que se me olvidaba algo y aunque la sensación de peligro era constante, la sonrisa de Liam, entre el bullicio y el alcohol parecía más importante.

-Me darías tu número de celular por favor- Las mejilla de Liam se cubrieron de un intenso rojo al hablar.

Sentí como miles de corazones brillaban alrededor de su rostro.

-Claro...- sentí como me faltaba el aire.

Celular, mar, Dominick...

Estoy muerto....

Mire la pantalla de mi celular con la manos temblorosas.

Esto es todo, es mi fin.

Siete con cuarenta y cinco de la tarde...

-¿estás bien? - un dulce Ángel me preguntó mirándome preocupado.

Sentí ganas de llorar, ¿por qué es tan lindo? Ahora moriré por hablarme embobado demás de su belleza.

-lo siento debo irme...- mi visión era borrosa, el chico intentó tomar mi mano, pero escapé antes de que eso sucediera.

¿Debería irme a otro país? ¿México? Siempre quise ir a México... no, mejor debería salir del continente ¿Rusia? Los rusos son bonitos...

Divague posible rutas de destinos mientras corría descalzo por la playa.
¿Descalzo? ¿Y mis zapatos? ¿Dónde carajos los dejé... ?

Que más da, si no corro ahora no sobreviviré para volver a ponerme zapatos en mi vida.

Corrí hasta llegar a la avenida, ¿Dónde debería ir a ahora? No conocía muy bien las calles y la verdad no cargaba con el suficiente dinero para tomar un vuelo a otro continente, que va ni siquiera me alcanzaba para pedir que un taxi me llevara al aeropuerto.

Ne sentía exhausto así que me senté sobre el andén y comencé a divagar sobre la muerte.

¿Iré al cielo?... no lo creo....

El infierno... mmm supongo que es mejor opción que soportar la furia de Dominick.

Volví a observar mi celular.

Ocho de la tarde, 17 llamadas perdidas y 44 mensajes sin leer.

Seguramente me debía estar buscando, ¿por qué evitar lo inevitable?

Observe el gran hotel, podía verlo desde cuadras de distancia.

En fin... vamos camino a mi funeral.




Amarrada a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora