El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene.
¿Qué es lo que reside en el...
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Kid es una persona simple. O por lo menos trata de aparentarlo. Hombre adulto, piso comprado con una hipoteca sobre su cabeza, trabajo con contrato fijo —por lo menos hasta que la empresa quiebre— y con unos pocos amigos que mantiene cerca... Él podría ser cualquier otra persona con toda una vida por delante y mucho dinero por recaudar para mantenerse a flote, pero también es solitario, odia la simple idea de formar una familia y valora demasiado su independencia como para querer convivir con nadie más. De hecho, por mucho que quiera a sus amigos, es incapaz de iniciar una conversación si no hay un verdadero propósito detrás. Extrovertido y carismático, pero íntimo y desabrido.
Y, por esto mismo, cada vez que se hunde en su propia miseria no se lo cuenta a nadie. Kid tiene serios problemas con el compromiso y con lo que significa realmente el concepto de amistad: él está para todos, pero no quiere que nadie esté para él. Detesta las expresiones de lástima, los consejos velados que nadie pidió porque solo quería quejarse o las visitas sorpresa a su territorio privado. Es un hombre fuerte e independiente; podría romperle la dentadura a un tiburón de un puñetazo y sabe reparar cualquier tipo de electrodoméstico, ¿así que por qué lo incordian así cada vez que cuenta algo que lo haga ver mínimamente vulnerable? No; él posee su propio ritmo de vida y, aunque la rutina pueda resultar angustiosa, también le permite no estar a punto de estallar por lo menos un día a la semana.
Entonces, cuando a Kid le anuncian que está lesionado y no podrá ir a trabajar hasta que le realicen una operación en el codo, el mundo se vino abajo. No es que sea la gran cosa, pero el sueldo que cobra disminuye considerablemente si la Seguridad Social interviene y además el mayor número de pagadores también implica mayores posibilidades de que la declaración de la renta salga a pagar. Y aún le quedan diez años de hipoteca...
—No es para tanto; solo serán unos meses... —se dice. Necesita verbalizarlo para ver si de verdad se lo cree, si de verdad puede ignorar que cada vez que levanta su antebrazo este cae por su propio peso. No es así, pero tampoco es suficiente para comentárselo a sus amigos. Hablar con ellos implica hacerlo real y que jamás abandonen su casa con tal de asegurarse que no esté haciendo movimientos bruscos... Lo último que necesita en una situación como esta es sentirse todavía más frágil.
