I D U N N; Kid x OC

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Pedido de: sugarvillainPareja: Kid x OC

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Pedido de: sugarvillain
Pareja: Kid x OC.
AU escolar.

—Hoy te voy a destrozar, enana

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—Hoy te voy a destrozar, enana. Retírate ahora que puedes.

—Ya quisieras, idiota...

Cada uno se fue por su lado, con la cabeza bien alta y el orgullo por las nubes. Y así era siempre. Kid y Aya, compañeros de instituto desde el primer año, se conocían tanto que no hacían más que discutir, normalmente por provocación del primero ya que era conflictivo por naturaleza. El concurso de ciencias de la escuela secundaria no fue una excepción. 

El joven pelirrojo observó con admiración el pequeño robot que había construido y que se deslizaba por la pista de la exposición como la seda, con aquel traqueteo mecánico tan satisfactorio. Si no fuese por su tacto frío y por no tener necesidades vitales, podría considerarlo como un hermano adoptivo de sus demás mascotas —dos mastines, un pastor alemán y un gato siamés—. Este robot era blanco, con detalles en negro semejantes a costuras y cuatro ruedas pequeñas pero gruesas. En la parte de arriba se podía percibir una pegatina que enunciaba que pertenecía al club de mecánica y el número de serie del concurso. Nadie lo sabía, pero lo había llamado Heat en honor a las quemaduras que le provocó en el brazo la primera vez que intentó montarlo. 

Estaba orgulloso de su trabajo, y no era para menos, pero una especie desconocida de nervios se había instalado en su pecho. Era algo semejante al dolor sordo de un martillazo y el picor incesante de la electricidad estática.

Instintivamente, desvió la mirada hacia el puesto de exposición de Aya. Ella estaba sentada delante de un montón de cubetas, matraces y tubos extraños que no alcanzó a reconocer porque siempre había sido horrible en Química, la materia en la que se especializaba su rival. Estaba tan serena como acostumbraba y a mayores parecía aburrida, como si diese por hecho que la victoria era suya.

Por un instante los ojos escarlata de Aya se clavaron en los suyos, ambarinos, y él no supo si lo estaba desafiando o despreciando. Incluso a aquella distancia —cuatro puestos y un pasillo de por medio— eran capaz de verse entre la multitud. Aquella joven de pelo corto y castaño no era muy dada a las palabras, pero cada uno de sus movimientos ya hablaban en su lugar. Había sacado una lima de uñas y había comenzado a usarla sin el menor rastro de interés en nada que no fuese su manicura.

Color Club: Blood; One PieceWhere stories live. Discover now