El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene.
¿Qué es lo que reside en el...
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Ya se habían visto las caras antes, ya fuese de noche como entonces o durante el día. Aun así, en aquella ocasión era diferente; el rencor y la ira alimentaban el motor de sus coches mucho más que la gasolina.
Como cualquier otra noche de fin de semana, Eustass Kid y Roronoa Zoro coincidían en las pistas a las afueras de la ciudad donde se realizaban las carreras clandestinas del condado. No necesitaban reconocer el vehículo del otro para saber que andarían por allí.
De hecho, el ambiente se enrarecía en aquellas noches en las que ambos no competían entre sí. La hostilidad era tan habitual que la calma parecía una advertencia de muerte antes de la próxima tormenta.
Aun así, aquella vez era mucho peor que en las anteriores.
Kid salió de su vehículo y saludó a los presentes con una sonrisa torcida, pero no se dignó a apartar la mirada del piloto recién llegado a la pista. Su cabello verde lo hacía destacar en la distancia, por lo que todos sabían lo que estaba ocurriendo: pronto empezaría un nuevo desafío entre los eternos rivales.
A ninguno de los dos se les daban bien las palabras; eran más capaces comunicándose a través de la velocidad y la adrenalina, incluso con las consecuencias que aquello podía implicar.
Eustass Kid y Roronoa Zoro no eran simples ratas callejeras que tratasen de calmar su furia quemando neumáticos; eran pilotos profesionales de rally y habían tenido un encontronazo apenas dos días antes. Su rivalidad había llegado a tal punto que el choque de sus energías los mandó volando por los aires y fuera de los límites de la competición.
Aunque aquello no era una novedad, casi mataron a alguien a causa de sus juegos y duelos de orgullo. Por mucho que la furia pudiese apagar sus sentidos en ocasiones, los patrocinadores que diseñaban su carrocería no se veían afectados por ello. El peligro que sus problemas de ira suponían provocó que fuesen expulsados temporalmente de sus equipos y tuviesen prohibido participar en ninguna subida o bajada durante el próximo año.
