Capítulo 12

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—¿Conoces el término «sanpaku»? —digo entrecortado mientras cubro mi herida con la mano derecha y camino sin saber adónde ir.

—Pensé que no era tan obvio. Incluso al enterarme de tu coeficiente intelectual, supe que debía disimularlo de algún modo.

—Al principio no fue envidente. Pero por breves intervalos olvidabas mantener los párpados caídos y tu mirada se volvía algo perturbadora. Y, bueno, todo el día de hoy no te has molestado en disimularlo ni un poco. Tus ojos me transportaron a aquella noche en la universidad...

—Qué romántico.

—Si de todos modos vas a matarme, ¿podrías al menos decirme dónde está Norman?

—No. Es claro que quieres saberlo porque en el fondo crees que vas a escapar. Y en caso de que así sea, no voy a arriesgarme.

Encuentro una entrada a unas escaleras subterráneas, y decido adentrarme. Cerré la puerta después de entrar, así que Jack tardará en encontrarme. Hay tuberías y escombro. Escasos rayos de luz entran por las grietas y huecos del delgado piso. Puedo escuchar desde abajo sus pasos. También escucho ratas. Demasiadas de ellas.

—De repente te callaste —dice en voz alta—. ¿Te desmayaste, hallaste un buen lugar donde ocultarte, encontraste una salida... o moriste? ¡RESPONDE!

No digo nada. Busco una salida por todo el sótano, y logro encontrar una rendija, pero si no me equivoco, me lleva al tubo de ventilación que, si mi memoria no me falla, queda justo al lado de la salida de emergencia.

Para mi sorpresa escucho el tono de llamada de mi celular, y agrando los ojos al oír a Jack contestar imitando perfectamente mi voz.

—Lo lamento, estuve ocupado en unos asuntos del trabajo. Iba a llamarte cuando terminara —dice. Estoy seguro de que es Barry. Me invade la ira e impotencia al escucharlo, pero no quiero delatar mi posición de algún modo—. ¿Cómo está Norman*? —No había sentido esta clase de ira en un largo rato. Me molesta que hable con él después de haber mandado a su padre al hospital y tenerme aquí de rehén. Siento como si lo estuviera acechando también—. Me alegra escuchar eso. ¿Tú cómo estás? —Estoy anonadado con lo bien que imita mi personalidad. Generalmente digo las cosas sin pensar demasiado o a veces me agobio por pensar demasiado las palabras para no sonar seco y cortante. Es probable que hubiese respondido a lo que dice tal y como lo hace—. Está bien. Lo dejé en la escuela hace rato. En verdad estoy muy ocupado. Te llamaré luego. También te amo.

*Norma  se llama el papá de Barry.

Grave error. Nunca rechazo una conversación con él, por más ocupado que esté. Barry ya debió notar que algo raro pasa. Que mi teléfono suene de nuevo me lo confirma, pero escucho cómo lo arroja al suelo y comienza a pisotearlo. Es un bastardo.

—¡Ya tengo suficiente de ti y el sonido de las malditas ratas! ¡No debí aceptar tu estúpida apuesta! ¡Debí sólo torturarte, matarte y volver a casa, para seguir viendo Game of thrones! ¡Sé que no te has ido! ¡Yo mismo me cercioré de que no hubiesen salidas! A menos que puedas volar, pues el único espacio abierto es el tragaluz del techo. Y no creo que quepas por las cañerías.

Veo una rata en un rincón, y decido ir tras ella mientras pienso cómo utilizarla. Se oculta en un hueco al ver que me acerco, e introduzo mi brazo en él. Siento a varias de distintos tamaños. Sus chidos son molestos, pero finalmente la tomo. Se retuerce en mi mano y me da un par de mordidas, pero no le tomo importancia.

Tengo un plan, pero sólo estoy sesenta por ciento seguro de su fiabilidad. Fue lo mejor que pude pensar. Me duele la cabeza. Estoy cansado.

Tomo al animal con mi brazo herido. Se me dificulta por lo mucho que se retuerce sumado al dolor. Con el derecho retiro la reja oxidada sin mucho esfuerzo. No se ve nada. Seguramente hay mucho polvo y quizá animales, pero no importa. Es un lugar angosto, pero logro entrar, y me arrastro hasta la parte de arriba, haciendo un esfuerzo titánico por no quejarme del dolor ni hacer mucho ruido.

ABULIAWhere stories live. Discover now