Capítulo 18

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Para Morgana era un poco confuso todo lo que había hablado con Christopher, lo que sucedía con él desde que se conocieron y las razones por la cual este quería ayudarla. En realidad, no comprendía porque él se arriesgaba tanto por ella ya que no obtendría ningún beneficio, pero al mismo tiempo pensaba que si era cierto que él era agente del FBI seguramente su rescate estuviera implicado con su pasado, pero aún tenía muchas dudas, si estuviera relacionado seguramente este se lo hubiera dicho. Pese a esas dudas ella decidió confiar en Christopher, él le transmitía tranquilidad, paz y se sentía protegida a su lado, era como si todo el mal desapareciera estando a su lado. Decidió sacar esos pensamientos de su cabeza y se concentró en lo que él le había pedido, estaba atenta a todo lo que estuviera a su alrededor y trataba de memorizar cada rincón del lugar.



Con eso en su mente decidió trazar todo lo que había visto en uno de los libros que tenía. Si bien, no las dejaban tener ningún tipo de bolígrafo o utensilio con cual pudiera escribir para evitar que ellas pidieran ayuda, al menos les daban otras formas de entretenimiento, y el suyo era la lectura. Generalmente eran novelas de ficción o libros de historia de países alrededor del mundo, eso le había bastado para poder conocer el mundo a través de los textos, se imaginaba todo lo que leía y añoraba algún día poder visitar alguno de esos países. Se concentró en lo que tenía, en la última hoja del libro y con ayuda de su uña, comenzó a trazar la estructura de donde ella se encontraba. Intentó hacerlo lo mejor posible, sin embargo, sabía que eso no era posible así que solo hizo lo que pudo. También se grabó el rostro de la señora que les hacía la comida, no era vieja, al menos le calculaba unos cuarenta y tantos años, era medio robusta y su semblante era serio. Vestía de manera casual y usaba un mandil color negro en toda ocasión. Al observarla atentamente se dio cuenta que apenas ella salía por la puerta le colocaban una bolsa de tela sobre la cabeza, cosa que le dio un indicio de que quizá estaban obligándola a servirles. Recaudó toda la información que pudo y la retuvo en su mente y en su libro hasta el sábado, cuando Christopher la visitaba.



Antes de dirigirse a la habitación donde estaban los vestuarios decidió arrancar la hoja de su libro, la dobló lo más pequeña que pudo y la colocó dentro de su sostén. Realmente estaba nerviosa y sus nervios aumentaron cuando una de las chicas entró desprevenidamente mientras ella guardaba el papel.



XXX: ¿Qué haces aquí? Debemos vestirnos. —preguntó la chica apenas entrar. Morgana de inmediato tomó su libro con una de sus manos y la miró con una sonrisa tímida.

Morgana: Solo estaba leyendo la última página del capítulo que estoy leyendo, pero ya voy. ¿Tú que haces? ¿Se te olvidó algo?

XXX: La pastilla... —decía al tiempo que buscaba debajo de su respectivo colchón. —Apúrate porque si no vendrán por ti y quizá te hagan lo de la última vez. —el rostro de la chica muestra una mueca de dolor al recordar las heridas que Morgana tiene en el cuerpo y las cuales ella misma le ayudó a curar para que no se le infectaran. —Vamos, voy a maquillarte para taparte ese ojo. —Morgana guardó su libro bajo su almohada y partió junto a la chica. En realidad, dentro de ese ámbito había aprendido que no existían las amigas, todo era relativo y abstracto así que ella prefería llamarlas compañeras de situación y esa chica en particular había sido un gran apoyo para ella apenas llegar a ese lugar.



La chica la cual Morgana conocía como Pamela había llegado cuatro años antes que ella, recordaba que Pamela le había enseñado como eran las cosas en ese lugar. Le enseñó los horarios, la manera de comportarse, las consecuencias de portarse mal, la manera en que debía cuidarse tanto con los clientes como a la hora de tomarse las pastillas anticonceptivas, pero lo más importante, le había enseñado que llorar solo empeoraba las cosas. Había enseñado a Morgana a contener sus emociones hasta que estuvieran solas, a viajar con la mente y a tener esperanza. Eso las había mantenido unidas, tanto que cuando decidieron trasladar a Pamela hasta el Premium Night ella insistió para que Morgana fuera con ella, el jefe había aceptado debido a que Pamela era una de sus mejores chicas y sabía que podría instruir a Morgana para mejorar. Desde ese momento estaban juntas, eran inseparables y se hacían compañía mientras guardaban un rayo de esperanza de algún día salir de ahí.



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