Capítulo 38

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La reacción de Kate al saber que María llegaría hasta el viernes la decepcionó un poco ya que ella quería conocerla lo más pronto posible, pero al final pensaba que era justo que ella decidiera cuando llegar, además eso le daría el tiempo suficiente para terminar su semana de clases y terminar de arreglar la habitación de la chica. El viernes llega como un día algo esperado por parte de María. En realidad se siente nerviosa de lo que sucederá apenas llegue a casa de Christopher, pero confía en él y espera tener esa misma confianza en su abuela. Ese día desde muy temprano se siente con mariposas en el estómago, algo extraño porque en pocas ocasiones le ha sucedido y esa sensación solo la ponen más nerviosa. Para Christopher sucede todo lo contrario ya que él desde temprano que había ido al gimnasio se sentía muy feliz y ansioso porque su jornada laboral llegara al final para poder ir por María y eso es justamente lo que sucede. Apenas sale de trabajar va directo hacia el loft donde la chica parece estar lista.



Christopher: ¿Ya tienes todo? —pregunta justo después de saludarla.

María: Sí, o al menos eso creo.

Christopher: Todo va a estar bien. —le sonríe para darle confianza a lo que ella corresponde para de inmediato sacudir la cabeza y comenzar a tomar sus cosas.

María: Hay que hacerle menor la espera a tu abuela.

Christopher: Me parece perfecto. —este toma la maleta que él mismo le ha prestado mientras que ella toma una pequeña mochila que igualmente Christopher le ha prestado para colocar sus cosas personales que no fueran ropa o zapatos. Antes de salir del loft ella lo mira con añoranza porque ha sido su hogar las últimas semanas y le tiene mucho cariño.



Cuando salen se dirigen al coche de él y ella mira fascinada todo a su alrededor, tal como lo había hecho cuando salieron al supermercado. Al igual que en esa ocasión ella tiene su gorra puesta al tiempo que lleva ropa cómoda, no quiere salir de su zona de confort y mucho menos que la miren o la lleguen a reconocer en la calle. El camino a casa es tranquilo, inclusive Christopher pone un poco de música en el camino para que ella se relaje, cosa que aparentemente sucede. Para tomarse más tiempo a su lado llegan a una panadería cercana, él deja que ella elija lo que llevarán, pero ella responde que no sabe lo que le gusta a su abuela así que es mejor que él decida.


Una vez salen de allí Christopher va directo a la casa de su abuela, María en un inicio se confunde ya que entran a un complejo residencial con casas muy bellas, pero algunas un tanto antiguas. No sabe cuál es la casa a la que se dirigen hasta que Christopher dobla en medio de la calle y se coloca justo enfrente de un garaje que tiene la puerta cerrada, la cual está justo al lado derecho de la casa. La casa es algo antigua, o al menos eso le dice la fachada a la chica. Es una casa color verde oscuro con detalles en color blanco, los techos desnivelados en color gris oscuro y muchas ventanas. A primera vista la casa se miraba enorme, no sabía si por dentro era igual, pero de lo que si se daba cuenta es que era de dos pisos.



Christopher: ¿Qué piensas? —al tiempo que se desabrochaba el cinturón de seguridad.

María: Es antigua, pero es muy hermosa. —decía fascinada mirándola embelesada.

Christopher: ¿Lista? —ella de inmediato sale de su trance y asiente. Él baja del coche y le abre la puerta para posteriormente sacar la maleta y la mochila del asiento trasero. —Adelante. —decía para que ella avanzara primero. Ambos recorrieron el pequeño camino lateral que llevaba hacia la entrada de la casa, una vez ahí Christopher sacó su llave y abrió la puerta con toda la tranquilidad del mundo mientras la chica miraba a su alrededor, el atardecer acentuaba las casas vecinas y solo hacía que la tranquilidad del vecindario se sintiera hasta con un suspiro. En cuanto Christopher abrió la puerta le dio el pase y ella entró un poco temerosa. —No tengas miedo, ya estamos aquí. —sonriéndole para darle confianza. —Abuela, ya llegamos. —María prestó atención a todo a su alrededor. La decoración era algo antigua, los pisos parecían un poco viejos y eran de un color café opaco, las paredes estaban pintadas de color crema, pero era un color viejo porque se miraban un poco amarillentas. Mientras más se adentraba a la casa podía divisar muchos cuadros y retratos familiares, indudablemente le recordaba a la casa de su propia abuela. Se desconcentró un poco al darse cuenta como una mujer de mediana estatura, delgada, con cabello corto blanco con algunas canas, ojos pequeños y una gran sonrisa se acercaba a ellos.

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