Capítulo 3

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Estoy hasta las narices de la música a toda pastilla y de los graciosos de turno que no tienen otra cosa que hacer que quemar rueda en el descampado que está cerca de la residencia ¿No hay otro sitio en el pueblo donde hacer la fiesta? Sepa dios lo que se cuece por allí.

Echa un manojo de nervios abro la ventana del cuarto de estar para los empleados y miro ¿El qué? Pues no sé la verdad, pero el simple hecho de imaginarme ver a la policía, llegar y cortarles el royo me trae "paz", si entre comillas, porque como ya he dicho me lo imagino.

¡Son las dos y media de la madrugada!

Le echo una mirada a mi compañero de turno que se llama Adrik, diciéndole con ella que "Deberíamos de hacer algo" Él simplemente se encoge de hombros pasando del tema.

No soporto su pasotismo, me pone de los nervios, pero es así con todo, el otro día mismamente se calló un abuelo al pasarlo de la silla de ruedas a la cama y el impasible lo cogió como si de aire se tratase tumbándolo sobre la cama. A mí ya me hubiese dado tres infartos seguidos, es increíble lo suyo.

--¿En serio?- No pude evitar decir- ¿Te da igual?.

-No- Responde seco desde el sofá- Pero es tontería.

-Hay que llamar a la policía- Saco mi móvil decidida.

-Lo único que vas a lograr es que la líen más- Se cruza de brazos y se echa hacia atrás en una pose muy varonil.

-Ni es fin de semana para que monten una fiesta- Me siento a su lado mientras tomo entre mis manos una taza de café.

No sé cuantas llevo ya...

-Dalia de verdad, déjalo- Suspira- No pasa muy seguido.

-Eso no es excusa para dejar que hagan lo que quieran- Le reprocho.

-Dalia cállate ¿Quieres?- Sugiere- Que pareces mi madre hablando.

Al cabo de unos minutos no puedo soportarlo más y salgo de la sala con la excusa de ir al baño.
Todos sabemos que es obviamente para llamar a la policía porque una conformista no es.

Tras la llamada vuelvo a la sala orgullosa de mí y con aires de ganadora, mandarán a un par de agentes para inspeccionar la zona.

¡Joderos desgraciados! Se os va a acabar la diversión.

Estoy revisando mi cuadrante cuando comienzo a escuchar las sirenas de la policía, no sé llamadme loca, pero si se supone que lo que quieren es pillarlos por sorpresa ¿No sería mejor que fuera con las luces y las sirenas cortadas?

Como alma que lleva el diablo salgo al jardín, con suerte podré ver algo.

Posiblemente me echen del trabajo por cotilla, no me juzguen, este turno es un auténtico grano en el culo, relativamente hablando no se hace apenas nada y las horas se hacen larguísimas.

Salgo al patio trasero que es más grande que el jardín delantero, por las tardes sacamos a los abuelillos para que le den el aire si hace buen tiempo.

Consta de una fuente en mitad del jardín, caminos de piedra que te llevan a ella, gran variedad de flores, plantas y árboles, también hay algún que otro banco de madera.

Camino hasta el muro que rodea la residencia, me pongo de puntillas para poder ver a través de los barrotes. A pesar de estar oscuro logré ver a los lejos como la gente huía de la policía, algunos en coche, otros en moto y los que no tienen tanta suerte corriendo.

Satisfecha con el resultado dejo de estar de puntillas, busco en el bolsillo del uniforme el paquete de tabaco, saco un cigarrillo, me lo llevo a la boca e intento encenderlo con el mechero, pero no va, mierda se ha agotado el gas.

Tras cargarme en todo lo que se menea en siete idiomas diferentes, me quedo mirando fijamente unos segundos el brazo que acaba de aparecer justo delante de mí ofreciéndome un mechero, el cual cojo sin pensar.

-Gracias Adrik- Le agradezco- Al final no te has resistido y has salido para cotillear eh- No obtengo ninguna palabra por su parte, como es habitual.

Con la ayuda de mi mano tapo la llama para evitar que se apague y por fin le doy la primera calada.

*¿Qué tienes por cerebro? ¿Un hámster en una rueda?*

¿Cómo?

*¿¡Desde cuando Adrik fuma!?*

Alzo la mirada y me encuentro con unos profundos y misteriosos ojos pardos, comienzo a toser como loca, ya que de golpe se me ha olvidado hasta cómo respirar.

-¿Qué demonios haces aquí?- Pregunto intentando mantener la calma.

-Yo también me alegro de verte monada- Sonríe egocéntrico.

-¿¡Cómo has entrado!?- Vale puede ser que me esté alterado un poquito.

-Por ahí- Señala el muro con indiferencia. Me mira de arriba abajo- Eres más bajita de lo que me imaginé.

-Fuera de aquí o llamo al de seguridad- Intento ignorar su estúpido comentario que nadie le pidió.

-Siempre amenazando eh- Levanta una ceja- Por muy tentador que sea largarme de aquí, no puedo.

-¿Se puede saber por qué?- Imploro.

-Aún sigue la policía por ahí- Encoge los hombros.

-¿¡Estabas en aquella fiesta!?- No dice nada y el que calla otorga- ¿¡A quién se le ocurre hacer una maldita fiesta cerca de una residencia de ancianos!?- Confirmamos que ya estoy histérica.

-Shsss- Me manda a callar- O vas a despertar a los abuelitos- Utiliza un tonito burlón que me pone enferma.

-Se acabó- Apago el cigarro porque ya ni me apetece- Esta vez no te vas a salir con la tuya.

Dispuesta a marcharme del jardín para avisar al de seguridad que una rata asquerosa se ha colado y que la tiene que echar a patadas de la residencia, tiro el cigarro en una papelera que hay cerca.

La rata no me quita el ojo de encima preparada para actuar ante cualquier movimiento que le suponga una amenaza. Me coge del antebrazo cuando empiezo a caminar lejos de él, le miro con una ceja levantada y él me la devuelve dura, sin ninguna chispa de burla.

-¿Dónde vas?- Debo admitir que su voz suena muy intimidante.

-No sé... ¿A trabajar, por ejemplo?- Le respondo intentando sonar obvia mientras me suelto de su agarre.

-No nací ayer monada- Clava su mirada en la mía- Sé que has sido tú quien ha llamado a la policía- Se cruza de brazos.

-No tienes pruebas- Sonrío triunfante, pero se me borra enseguida.

-Ni falta que me hace- Se encoge de hombros- Te puedes meter en serios problemas por eso.

-No te tengo miedo- Encaro.

-Deberías- Sonríe de lado.

-No te creo- Le miro a los ojos.

-El que avisa no es traidor- Se mete la mano en el bolsillo de la sudadera, saca el móvil y lee lo que parece un mensaje- Bueno, monada me voy, no me eches de menos- Me guiña un ojo.

Sin darme tiempo a contestarle con un "Más quisieras" toma un poco de carrerilla para después coger impulso con su pie derecho apoyándolo contra el muro, logra agarrarse al borde y tras ejercer fuerza con los brazos consigue auparse para subirse, una vez arriba pasa primero una pierna por la valla y luego la otra con mucha facilidad.

Antes de saltar y desaparecer decide mirar hacia atrás regalándome una preciosa y encantadora sonrisa ¿Notas el sarcasmo? Espero que si, porque en realidad me han dado ganas de pegarle un puñetazo y borrársela.

Hasta siempre capullo integral o eso espero.

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NOTA AUTORA: ¿Será esta la definitiva? Esperemos que no, estos dos me dan 100 años de vida.
No te olvides de darle a la ⭐.
Un beso 💋.

El peligro que conllevas Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ