Capítulo 14

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No me imaginaba a Hades viviendo en una casa así, tan humilde, sin nada de lujos.

Normalmente la gente que se dedica a la compra y venta de drogas viven en chalets, por lo que me ha extrañado bastante. La casa está impoluta, no hay nada fuera de su lugar ¿Tendrá algún TOC con la limpieza?

*Ya das por hecho que vende droga*

Si

Lo único que veo extraño es que no tiene marcos con fotos ¿Vive solo? ¿No tiene padres?

*Dalia tal vez es un chico ordenado*

¿Está feo si paso la mano disimuladamente sobre el mueble?

*¿Para qué?*

Para comprobar si limpia el polvo.

*Ni se te ocurra ¿Estás loca?*

Hablo conmigo misma, así que si, si lo estoy.

*Haz lo que quieras*

Aprovechando que Sean está sentado en el sofá, camino hasta el mueble más cercano a mí y paso la mano sobre él, sorprendentemente mi mano sale sin una mota de polvo.

—Vámonos— Demanda Hades en cuanto llega.

—¿Ya tienes todo?— Pregunta Seam extrañado.

—Si.

Sin decir ni una sola palabra más salimos de la casa y nos subimos de nuevo al coche en un silencio sepulcral. Hades previamente metió una mochila, la tienda de campaña y lo que parece un colchón hinchable en el maletero.

Antes de partir Sean me pregunta donde queda el lugar y le voy guiando durante el camino, ya que en el tiempo que llevan viviendo en el pueblo no han ido al lago, es una auténtica maravilla.

Me he dado cuenta de que no se nada de ellos, ni lo básico ¿Qué edad tienen? O ¿De dónde son? Y yo queriendo destapar sus secretos, risa me da.

No sé muy bien si soltar la pregunta así sin más ¿Les parecerá raro? No creo, pero me voy a arriesgar.
Como diría mi yayo "El que no arriesga no gana" y yo voy a por todas.

—Chicos... ¿Qué edad tenéis?— Eso es Dalia, sé lo más natural posible.

—20— Sean es el primero en responder— ¿Y tú?

—20 también— Miro a Hades, el cual parece no tener intención de responder— ¿Hades y tú?— Insisto.

—¿Para qué quieres saberlo?— Pregunta.

—Solo quiere saber tu edad, no seas tan cerrado— Comenta Sean.

—24— Cede.

—No te creo— Mira hacia atrás levantando una ceja— Es que no los aparentas— Me defiendo.

—¿Y como debería lucir una persona de 24 años?— Pregunta con desdén— Ilumíname.

—Siempre estás a la que saltas, no sé puede tener una conversación normal contigo— Me quejo.

—Podrías intentar ser un poco más agradable— Comenta Sean— Al menos lo que dure la acampada, te recuerdo que vamos sin que nos inviten.

El peligro que conllevas Where stories live. Discover now