Capítulo 12

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—Pasa— Se hace a un lado para que pueda entrar.

—¿Y tus padres?— Pregunto mientras observo todo a mi alrededor.

—De viaje— Aclara— Se lo dije a Lara en la cafetería.

—Cierto— Admito avergonzada.

Malditos nervios traicioneros.

James vive, bueno sus padres en realidad, en un enorme piso en uno de los mejores barrios del pueblo, el cual sigue tal cual lo recuerdo.
Al entrar hay un mini recibidor, un pelin más adelante a mano izquierda está la puerta que da a la cocina, si seguimos recto llegamos a lo que es el salón y allí te encuentras un pasillo que lleva al cuarto de baño y a las respectivas habitaciones.

Camino detrás de él sin decir nada, me encuentro muy ocupada mirando todo y él tampoco hace el amago de sacar tema de conversación.

Llegamos a su cuarto, algo desordenado, cosa que es normal teniendo en cuenta que llegó ayer.

Que recuerdos me trae esta habitación.

James fue mi primer y único novio, no duramos más de un año. Tiempo después de nuestra ruptura, llegué a la conclusión de que se cansó de esperar, esperar a que yo me sintiese preparada como para acostarme con el.

Tampoco es que yo fuese una monja de clausura, hicimos nuestras cositas, ya me entiendes, pero resultó no ser suficiente.

Mientras él buscaba algo en los cajones de la cómoda, yo me dediqué a dar vueltas por la habitación. Tiene muchos libros de medicina y apuntes sobre el escritorio, ser médico no es una tarea simple, pero por si me queda alguna duda, ahí tengo la prueba de que no.

Al dejar mi rebeca sobre el espaldar de la silla del escritorio, algo llama mi atención, no puede ser cierto ¿Aún lo guarda? Cojo la tira de fotos y la observo, se nos ve muy felices.

Recuerdo aquel día como si fuera ayer, nuestra primera cita ni más ni menos y como olvidarlo.

Un chico guapo de ojos azules se acerca a mi muy seguro de sí mismo, justo a la salida del instituto.
Ya lo conocía de antes, mi crush del pueblo desde mocosa.

No fue hasta ese mismo verano que coincidimos en una fiesta junto al embalse, el no tenía ni idea de quién era yo, pero nos tiramos toda la noche hablando de la vida y congeniamos muy bien, tengo que aclarar que James estaba borracho y algo inestable. 

A raíz de ahí quedamos más veces como amigos, hasta que se armó de valor para pedirme salir.

Fue muy romántico por su parte, ya que en ese entonces yo aún vivía con mi madre en la ciudad y vino expresamente a pedirme una cita, me llevó a la feria de otoño, donde nos lo pasamos en grande, casi vomito en la noria, ahí me di cuenta de que las alturas y yo, no nos llevamos muy bien.

Justo cuando nos íbamos a ir vimos una gavina para echarse fotos y no dudamos en meternos, en la primera salimos sonriendo, después sacando la lengua, seguidamente de una haciendo el tonto y por último, mi favorita, besándonos.

Así es, me besó ¿No es bonito? Ya lo creo que si, en fin, ya sabes lo que dicen por ahí que todo lo bueno se acaba y... tanto que si se acabó.

—Lo has encontrado— Informa— Eso es lo que te quiera enseñar.

—No me puedo creer que aún lo tengas— Sonrío melancólica.

—Lo usaba como marca páginas— Comenta a mis espaldas— A parte no podía tirar algo que me recordase a la que fue y será la persona más importante de mi vida.

—¿Si lo fui por qué me dejaste?— Siempre he tenido esa espinita.

—Que mi amor por ti se acabara, no quiere decir que no seas importante Dalia— Formula dulcemente, acelerando los latidos de mi corazón.

El peligro que conllevas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora