Capítulo 6

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El bar era "The Pembury Tavern" estaba cerca de donde nos encontrábamos, hicimos como 20 minutos para llegar, espere a Alen mientras estacionaba el auto.

- ¿Lista? - Giro las llaves entre sus dedos.

- No he salido en mucho tiempo. - Lo abrace.

- Tranquila. - Me aparto y beso mi frente. - ¿Puedes guardar mi celular y las llaves en tu bolso?

Asentí. Junto nuestras manos y entrelazo nuestros dedos, sonreí.

Entramos al lugar, definitivamente no era como imaginaba. Creí que sería extravagante y elegante, pero lucia bastante sencillo, en la entrada habían dos pequeñas mesas redondas con dos bancos, pasabas el umbral de la puerta y la barra estaba a la vista, mesas rodeaban el lugar, algunas divididas por con el gran respaldo de los sillones que unos tenían, una mesa de billar estaba al fondo del lado izquierdo.

Mientras Alen iba a la barra a ordenar nuestras bebidas, yo buscaba a Amelia, en su mayoría habían hombres con unos 35 a 40 años, estaba por llegar al final de la barra.

- ¡Aquí estás! - Exclamaron detrás de mi, gire y la castaña me sonrió. - Creí que no vendrías, te tardaste. -Reviso su reloj. - Casi dos horas.

- Lo lamento. Pero ya estoy aquí. - Le regale una sonrisa.

- Pero mira que bien te ves. - Tomo mi mano y me hizo girar.

- Gracias. -Trate de ignorar las miradas que se posaron en mi.- Tú te ves hermosa. - La halagué.

Vestía unos jeans de mezclilla, unas zapatillas negras, una blusa de seda blanca de tirantes junto a un pequeño saco azul marino, los accesorios la hacían lucir tan elegante y más el carísimo reloj que adornaba su muñeca.

Me agradeció.

- Me dijiste que alguien te acompañaría. - Me miró extrañada.

En ese justo momento visualice a Alen, pasaba entre las personas mientras trataba de no derramar el líquido de los vasos, negué. Ansiosa esperaba por la reacción de Amelia al enterarse que el chico atractivo que vio en el elevador es ni más ni menos mi compañía de esta noche y mi novio.

Señale a sus espaldas para que viera al chico.

- ¡Mierda, amor! Debí dejar que me acompañaras. - Sentí mi corazón latir rápido por la forma en la que me había llamado. - Hola. - Saludo y me entrego mi bebida, paso su brazo izquierdo por mis hombros, lo vi esconder una sonrisa al beber de su cerveza.

En el trayecto para llegar aquí le había contado lo ocurrido en la empresa, lo único que hizo fue reírse y por supuesto  alimentar su ego.

Ella nos miraba con el ceño fruncido, al notar que no hablaría decidí hacerlo yo.

- Amelia él es Alen. - Lo observe, asintió. - Mi novio. - Añadí - Alen ella es Amelia, es hija de nuestro jefe y quien nos invito hoy a este lugar.

- ¿¡Por qué no me lo dijiste!? - Alzo la voz.

Ambos reímos ante su exageración.

- Sé que es guapo, ¿cómo podría evitar que lo notarás?. - Bebí un sorbo de mi ¿Sidra de manzana?

- Pero estuvo mal que lo dijera.

- No para mi.

- Tranquila, Addy no va a matarte o planear algo en tu contra. - Soltó Alen, riendo.

No entiendo porque le daba tanta importancia a ese comentario, no es como si fuera la única que lo viera y dijera eso.

- Esta bien. - Tomó aire. - Un placer conocerte. -Estrecharon sus manos.

- Igualmente. Te había visto un par de veces pero no sabía quien eras hasta que Addy me lo dijo, pasas mucho tiempo en la empresa de tu padre. - Intento cambiar nuestras bebidas.

- Si, es que trato de convencerlo para que acepte a mi novio en el nuevo proyecto. -Jugó con un mechón de su cabello. - A quién voy a presentarles, ahora vuelvo. - Dio unos pasos pero regreso. - Diviértanse.

Ambos le sonreímos.

- ¿¡En serio me trajiste Sidra!? - Le di un golpe en el pecho.

Una hora después, observábamos a un grupo de hombres cantar Wonderwall de Oasis que se estaba reproduciendo en las bocinas mientras bebían cerveza de barril y derramando un poco en su pecho en el proceso.

- Que locura. - Alen me tomo de la cintura, estaba sentado en un banco de la barra. - Se divierten más que los de nuestra edad.

-Eso parece. - Bebí de mi vaso.

-Deberíamos unirnos.- Tomo  mi barbilla y me dio un beso.

Sonreí. 

-Ni loca. - Pase mis manos por sus hombros hasta llegar a su nuca y acariciar su cabello- Pero si tu quieres...

- ¡Addy, Alen! - Escuchamos a lo lejos.

Volví a besarlo, Amelia venía tomada de la mano de un chico.

Al obsérvalo creo que mi sangre dejo de hacer su trabajo porque mi corazón se detuvo. 

- Él es...

- Nathan.

No podía estar ocurriendo.

Mi madre dijo que el mundo puede ser un pequeño pañuelo pero nunca dijo que podría llegar a ser  así de pequeño. 








"New Angel" | NH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora