Capítulo 4

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Hazel permaneció estática tras de mi. Podía sentir su mirada perforar mi espalda mientras el calor de la habitación la inundaba del característico aroma a sales y hierro que emanaba la sangre.

Un par de golpes resonaron en la puerta, provocando que nuestras miradas se cruzaran alertadas.

— ¿No aseguraste el perímetro?

— No había nadie hasta hace un par de segundos— afirmó ella — Hay una fiesta en la zona central y la mayoría de habitaciones están vacías. 

Entrecerré los ojos, comprendiendo por qué habían elegido aquella noche para actuar de una manera tan despreocupada.

Una voz masculina resonó afuera.

— Habla el oficial Wayne. ¿Se encuentra todo bien adentro? Escuché ruidos extraños— hizo una pausa que permitió el momento perfecto para que Hazel me mirara con una sonrisa ladeada mientras sacaba de su sostén un labial rojo — señorita, si no abre, me veré obligado a forzar la cerradura.

— ¿Estrategia Cleopatra?— cuestionó ella en un susurro mientras aplicaba el producto sobre sus labios  y lo corría suavemente fuera del contorno con su pulgar.

Alcé mis cejas en aprobación, imitando su acción y limpiando el exceso de color sobre mi cuello en un pequeño circulo. Enseguida, procedí a quitar mi camisa salpicada de sangre, quedándome en mi sostén mientras Hazel abría la suya y se aseguraba de enredar el extremo inferior de su falta en su ropa interior, de tal manera en que su muslo quedara expuesto. 

Le eché un vistazo a nuestro reflejo en el espejo mientras caminábamos a la puerta, el sudor en nuestro rostro y el cabello desordenado le daba el toque final a nuestra actuación. 

La morena abrió la puerta, dándome apenas espacio para salir mientras la entrecerrábamos tras nosotras.

El oficial en el pasillo, resultó ser el mismo chico que habíamos visto en la mañana al salir, lo que provocó una complacida sonrisa de nuestra parte.

— Así que Wayne—canturreó Elle pasando insinuantemente la mano por su cuello.

— Me llamo Nick, bueno, en realidad me llamo Nicholas— repuso él sin poder evitar desviar la mirada por nuestros cuerpos para volver de una manera casi obligada a mirarnos a los ojos mientras tragaba en seco — lamento interrumpir señoritas, pero por los incidentes recientes se ha establecido una guarda por diferentes sectores. Soy el encargado del ala de los dormitorios femeninos y...

— Pero que conveniente— interrumpí, provocando que relamiera los labios ansioso —Así que un chico joven y atractivo será quien se pasee por solitarios pasillos inundados por indefensas señoritas.

— No es lo que...

— ¡Vamos! No hay por qué avergonzarse— esa vez lo interrumpió Hazel, tomándolo por las manos para encararlo—, incluso te hubiésemos invitado a nuestra pequeña reunión si hubiésemos sabido de antemano. Lastimosamente una vez empezados no aceptamos nuevos integrantes.

El chico miró ligeramente tras de ella, recibiendo mi cuerpo al interponerse en el camino. Tildé la cabeza con una mirada reprochable.

— No nos molestan los mirones— afirmé con un falso mohin— pero debes entender que una vez aceptas un papel pasivo en nuestros encuentros, no hay manera en que cambies a uno activo. Son decisiones que hay que tomar.

— No no, yo... estaba a punto de irme — afirmó, al tiempo en que avancé hasta su costado.

 Hazel aprovechó para bajar sus manos lo suficiente como para que rosaran la piel de sus muslos desnudos y, con esa pequeña distracción, deslicé rápidamente mi mano hasta su bolsillo, sacando su libreta y las llaves de su auto.

Kiss or killWhere stories live. Discover now