Capítulo 5

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Advertencia contenido +18

Dagger. 

Gennevive gimió suavemente tan pronto como pasé la lengua por el lóbulo de su oreja, asegurándome que ella lo quería tanto como yo. 

La presión en mi entrepierna continuaba creciendo y la sangre palpitaba a tal punto que creí podría explotar en cualquier momento. 

Maldita sea, lastimosamente ese era el problema y la solución. 

Ambos sabíamos que si seguíamos posponiéndolo alguno de los dos iba a explotar en el lugar menos indicado, especialmente quien ya una vez había quedado con una erección sin resolver por su culpa.

Suspiró agitadamente, convirtiendo su resistencia en un jadeo que la hizo girarse un poco más mientras su mano iba directamente al bulto en mi pantalón, testeándolo con un suave y sugestivo apretón que se convirtió en sus dedos al deslizarse con un poco de presión sobre la tela. 

Mierda. 

Tenía manos delicadas pero grandes y, aun así, apenas había alcanzado a abarcar lo suficiente como para hacerse un modesto imaginario de lo que ocurriría si cedía. 

Poco en comparación de lo que le esperaba. 

Suficiente como para disminuir mi autocontrol a niveles inhumanos. 

— Ya veo— soltó en un tono seductor mientras relamía sus labios y fijaba su visión lateral en mi—. Así que solo bastó un roce para que alguien tuviera problemas con su amigote. 

Bueno, al menos había atinado en lo de amigote. En cuanto al roce, creo que venía caliente desde mucho antes, pero había logrado ocultarlo mediocremente. 

Giró de golpe, posando sus manos en mi pecho sin la mínima intención de empujarme. Bajó la mirada a mis pectorales y sin siquiera notarlo, testeó su contorno con uno de sus pulgares perdiéndose en sus pensamientos. 

— ¿Te gusta?— cuestioné, provocando que subiera de nuevo la mirada hasta mis ojos.

— No tanto como otras partes que he tocado dentro de los últimos veinte segundos— admitió, haciendo un pequeño ademán con sus ojos hacia abajo y estancándose ahí.

La distancia entre nosotros era mínima y probablemente la nueva posición, que la dejaba de espalda contra el auto, le había hecho sentir plenamente que tan duro estaba. 

Podía ver el deseo en su mirada ¿Por qué mierda se contenía?

— Podría ayudarte con eso— agregó y, volviendo sobre mis ojos, esbozó una sonrisa repleta de malicia —pero no estoy dispuesta a hacer absolutamente nada para quien en un principio dijo que no me conocía.

Venganza, claro. 

— Acabé de defenderte— le reproché, provocando que se encogiera de hombros con desfachatez.

— No necesitaba que nadie me defendiera, hubiese podido solucionarlo yo sola. 

— ¿Con condones sabor cereza?— Cuestioné, viéndole alzar una ceja divertida y mover ligeramente su pierna, rozándola contra mi pantalón y provocando que gruñera por lo bajo.

Kiss or killWhere stories live. Discover now