68. Secretos que hieren

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—Confío en ti.

—Es recíproco.

Candy sonrió mientras él la abrazaba por detrás y buscaba acceso a su cuello para besárselo mientras ella intentaba seguir caminando sin despegarse de su lado.

Y poco a poco se fueron acercando al círculo conformado por Sienna, Meghan y dos chicos más, además de Matt, quien levantó la vista de la pantalla de su móvil para invitarlo a acercarlo.

—¡Hey, Lex! —exclamó a lo lejos—. Sales en un vídeo porno.

El rubio perdió el color de la cara y se giró a Candy, temeroso como nunca en su vida.

—¿Yo también aparezco? —inquirió la cobriza.

—No, tú no.

Lex se encogió en cuanto Candy parecía dispuesta a sacarle los ojos.

—Te prometo que es imposible.

—Las pruebas demuestran lo contrario —canturreó Matt.

Lex se alarmó.

—Pe-pero que yo no...

—Relájate, sales pero no de la manera en que crees —le explicó Matt sin saber exactamente qué decirle—. Estás pero a la vez no, claro que eso suena como si fueras omnipresente y tampoco es así...

—¿Me puedes decir ya de qué hablas?

Sienna y Meg seguían enmudecidas.

—Será mejor que lo veas por ti mismo.

Cuando Matt le alargó el móvil, Lex prácticamente se lo arrebató de las manos.

En el vídeo aparecía una chica de profundos ojos azules y un pelo ondulado sujetado por una coleta alta, de manera que dos finos mechones le caían a ambos lados del rostro.

A pesar de la diferencia de tiempo, Candy pudo reconocerla a la perfección.

La castaña cubría su cuerpo con una capa, la cual se ataba con un nudo bajo el cuello. Se paró frente a lo que parecía ser un adorno de los pies de la cama y llevó sus manos a desatarse la capa.

Cuando lo hizo, la tela cayó escurriéndose como si fuera una sábana. No solo expuso la desnudez de su cuerpo, sino también un vientre visiblemente redondeado de tal vez unos cinco meses de embarazo.

Entonces un hombre apareció por detrás de ella, la abrazó entre sus brazos y le lamió el lóbulo de la oreja desde un ángulo donde se revelaba el gran tamaño de su erección.

Y aquello dejaba muy claro lo que iba a pasar a continuación...

La imagen volvió a mostrar un plano general de la habitación y se pudo apreciar la gran cama situada enfrente de ellos.

Alia caminó por los bordes y gateó hacia el centro. El hombre a su detrás saltó tras ella, se aferró a sus caderas manteniéndola en la postura de cuatro patas y, al siguiente segundo, embistió...

Candy apartó la vista, sin poder retenerla durante más tiempo, aunque igual oyó los claros gemidos sobre exagerados de lo que ocurría. Sin embargo, Lex no despegaba sus ojos de la pantalla.

—Me prometió que salió de eso en cuanto supo que estaba embarazada.

—Lex...

—¡Me lo prometió, joder!

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora