58. (Des)confianzas

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"Pero dijiste que habías tomado la mejor decisión al no hacerlo, ¿no?"

"De hecho... no tanto como pensaba."

Candy cerró los ojos.

"Tal vez el primero de todos ellos no ha sido perfecto, pero nos tuvimos el uno al otro y eso es lo que en realidad importa."

"Supongo que sí..."

Y gimoteó al recordarlo, notando cómo la ansiedad de la noche anterior arremetía contra ella de nuevo.

Aquel fin de semana había dormido incluso menos de lo poco que ya tenía previsto... Y si estaba despierta, probablemente era solo gracias a las altas dosis de cafeína ingeridas. Frente a aquel panorama, tras acabar los dos exámenes de esa mañana, sus pies se movieron en una única dirección fija.

A casa de Lex.

Una vez allí, y después de haber tocado varias veces el timbre, se entretuvo dando vueltas en círculos para sobrellevar el frío y mirando los apuntes en el móvil cada cinco minutos. Si Lex aún no había llegado, se quedaría a esperarle; ya que en todo caso, Candy se había encargado de que su padre creyese que se quedaría estudiando en la biblioteca durante al menos un par de horas.

"...¿Pero y si al final era él quien se quedaba allí de verdad?"

Ella parpadeó varias veces seguidas, sintiendo que la respiración le pesaba y, de pronto, la garúa que caía alrededor de la entrada de aquella casa aumentó la intensidad, convirtiéndose más bien en una lluvia moderada que parecía ir in crescendo.

Lo que le faltaba...

Aunque de todas formas, había una pizca de gracia en el hecho de que aquella era una situación prácticamente metafórica, pues cuanto más fuerte se hacía el sonido del impacto del agua chocando contra el suelo, más se intensificaba su martirio.

¿Por qué había tenido que haber sido tan cruel? ¿Por qué había sido tan estúpida? De no haber actuado así, no estaría desestabilizando la balanza entre lo sentimental y estudiantil en ese preciso día —se reprochó Candy así misma. Y a aquella frase le siguieron muchas otras más que la empezaron a golpear una y otra vez sin parar—. ¿Qué debía hacer? No, mejor qué "no" debía hacer... ¿Debía seguir su moral? ¿Prefería seguir la de Lex? Mejor lo último, sin duda, porque al fin y al cabo él iba a tener la resolución final, ¿verdad?

Todo pensamiento se le quedaba trabado en la garganta, asfixiándola a ratos como una tortura lenta y despiadada.

Las dudas la hostigaron tanto que en cuestión de unos segundos la hicieron alejarse tres pasos de la robusta puerta. Y ya se estaba planeando sacar el móvil para llamar a su padre cuando, de pronto, cierto rubio con un gran anorak encima se volvió visible en su camino.

—¡¡Lexian!!

Él pasó de la sorpresa a abrir enormemente los ojos cuando la vio corriendo en su dirección. Y no tuvo tiempo ni de procesar bien su imagen antes de que acabara lanzándose a sus brazos.

—¿Candy? ¿Qué... qué haces aquí?

Ella se separó rápidamente. Como siempre, había ido con un discurso preparado al detalle.

—Yo, esto... —Y cuando vio a Lex a los ojos, se congeló.

—¿Sí?

Candy trató de reaccionar, pero sus nervios estaban a flor de piel... y las emociones habían batallado en su cabeza durante tantas horas seguidas que, al tener que enfrentarlo, simplemente se echó a llorar.

Perfectamente equivocadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora