36. Fiestas novedosas

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Todos rieron en el momento en que la pistola de la protagonista acabó golpeando justo las partes bajas del tipo, y un minuto después ella besaba a su compañero justo antes de que empezaran a disparar en su dirección.

Durante ese tiempo, Dave había acercado a Sienna a su lado para enseñarle un vídeo en el móvil. Ambos estuvieron hablando soltando alguna que otra sonrisa, hasta que llegó un punto en que Sienna se recostó en su cuello mientras seguían pendientes de lo que él le mostraba en el smartphone.

—Creo que han vuelto a encontrar un punto de conciliación —susurró Candy a Lex cerca de su oído.

Él asintió con la misma cara de complicidad.

—Sí, ya lo veo —dijo en un suspiro—. Tal vez a él se le ocurre otro camino más para intentar lo que se propone.

Ella se estremeció por un frío repentino que le entró por el cuello. Algo normal, dado a que el brazo de Lex en su espalda le daba una temperatura que no se equiparaba a la del resto de su cuerpo. Entonces decidió reacomodar su cara para que estuviera más cerca de su pecho y así recibir una porción mayor de calor, pero solo le bastó un breve tiempo para darse cuenta de lo incómodo que le resultaba estar así. Observó el sillón. Era tan largo que Meghan parecía estar a metros de distancia. No habría problema en que quedara medio echada, ¿o sí? Tal vez si movía una pierna sobre la de Lex...

—¿Qué haces?

Él volvió a poner sus piernas en su sitio haciéndola bufar.

—Tengo frío —se quejó Candy, también en voz baja.

—Bueno, hay muchos cojines cerca; tápate con ellos.

—¿Para qué? Si tú ya eres como una estufa...

Trató de reanudar su acción anterior, pero él volvió a detenerla con la mano que no tenía escondida en el bolsillo.

—Si te pones tan cerca, me agobias un poco.

Ella le lanzó una mirada irónica.

—Llevo así un minuto entero y no me has dicho nada —le reprochó en un cuchicheo—. Solo trato de mover una maldita pierna. Si te molesta, solo estaré así hasta que coja algo de calor y ya.

—Es que no es que me moleste, pero...

—¿Entonces?

Lex suspiró y negó con la cabeza.

—Mejor no.

—¿Por qué?

Candy estiró la pierna al verlo divagar, y cuando él retiró la mano del bolsillo para detenerla, ella chocó contra algo levantado y rígido en su lado izquierdo.

—Oh...

Apartó sus extremidades como un acto reflejo, a la vez que Lex se disponía a evadir cualquier mirada de su parte.

Ambos se quedaron en silencio por unos segundos, hasta que Candy se cansó de no encontrar ninguna clase de estímulo posible que le explicara lo sucedido.

—Pero... si solo estábamos abrazados...

Él bufó.

—Es que... no es por lo que tú crees, ¿vale? —le aclaró en un murmullo. Sonaba algo molesto, como era de entender—. No tengo nada de lo que piensas en la cabeza, solo estoy relajado. Y cuando estamos abrazados me siento bien, y cuando me siento bien o estoy relajado yo... A veces... pasa.

Candy lo escuchó con atención.

—Entonces, ¿no es porque te sientas...?

—No, no —se apresuró a negar él—. Perdona por... incomodarte, de verdad...

Perfectamente equivocadosNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ