21. Buenos estudiantes, buenos hijos

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Después de las tres primeras horas de clase, como solía hacer, Lex pasaba la hora del descanso en compañía de su pandilla de amigos.

—¿Salimos este viernes?

—Por mí no hay problema, lo tengo libre —dijo Sienna sentada en la rodilla de Dave como si nada.

El moreno de rizos negros observó a Lex.

—¿Supongo que me dirás que sí esta semana, no?

Él hizo una mueca y miró hacia el suelo.

—Lo siento, lo tengo ocupado.

—¿De nuevo? —La rubia de piel tostada también parecía intrigada. Sus ojos verdes centellaban como perlas.

—Sí, mi padre ha organizado una de sus reuniones.

Dave resopló, aunque su ánimo mejoró cuando vio llegar a Meghan, la castaña pecosa y de mechas californianas quien se tomó un tiempo para dar un beso en la mejilla a todos en modo de saludo. Cuando quiso sentarse en el regazo de Lex, él dio unas palmaditas para que mejor se pusiera a su lado. A pesar de eso, ella siguió igual de radiante. Y no, no fingía.

—¿Qué hay?

—Lex tampoco va a acompañarnos este viernes.

—Jo, ¿por qué? —ella se giró y le sacudió el brazo de forma amistosa. Sin embargo, a diferencia de las otras veces, él no trató de devolverle el gesto de forma bromista ni nada por el estilo. Más bien, se removió y mantuvo una sonrisa incómoda.

Dave entrecerró los ojos.

—Sienna, ¿por qué no te pones con Meghan un segundo? Quiero hablar con Lex.

—Okey.

Ella fue a abrazar a Meghan y a discutir con ella sobre cambiar la canción que sonaba por el altavoz mientras Dave le hacía una señal a Lex para que se apartaran un segundo de allí.

Dave se fijó muy bien en cómo su amigo se alejaba de las chicas. Que no volteara a mirar a Sienna le calmó un poco, ya que estaba empezando a colarse por ella... y temía que a Lex pudiera gustarle también.

—¿Sucede algo?

—Eso debería preguntarte yo —apuntó Dave—. Te veo decaído, tío, creo que te vendría bien una salida.

—Ya te he dicho que el viernes no puedo —reiteró.

—¿Y qué tal el sábado? Quedamos en mi casa, al menos para una partida de videojuegos.

Lex ladeó la cabeza.

—Necesitaría que me pasaras los apuntes de español y matemáticas.

—No hay problema —dijo recobrando un poco la ilusión.

La semana pasó de forma rápida y, en un abrir y cerrar de ojos, Candy ya estaba volviendo a traspasar el umbral de la casa Lewis; solo que esa vez con su padre

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La semana pasó de forma rápida y, en un abrir y cerrar de ojos, Candy ya estaba volviendo a traspasar el umbral de la casa Lewis; solo que esa vez con su padre.

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