31. Complicaciones

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En el colegio las cosas entre Candy y Lex habían cambiado muchísimo. O al menos, eso era lo que él percibía.

Había habido una progresiva aceptación de Candy en su círculo social desde que estaban juntos. Sobre todo desde que compartían la cuenta en Instagram. A Lex le alegraba y divertía a partes iguales fijarse en como Candy había cogido la típica manía de subir una de sus fotos y actualizar repetitivamente el panel de notificaciones para ver si salía un puntito debajo del corazón indicando un "seguidor" o "me gusta" más.

—Esto es adictivo.

—Sí, lo es —ratificó Lex.

Era una sensación que él conocía demasiado bien.

Candy deslizaba el dedo una y otra vez hacia arriba, a la espera de un cambio. De no haber ninguno, volvía al panel de inicio daba doble clic a todos los posts interesantes de curiosidades sobre la vida, ciencia, frases motivadoras y demás que salían de las páginas que seguía. Era lo único que captaba su atención.

—Como se nota que crearon la app con propósito de convertirlo en un vicio más...

La sonrisa de Lex amplió sus comisuras, pero aún así no le llegó a los ojos. Era consciente de que se establecía un límite entre ella y sus amigos. Pese a que cada vez se frecuentaban más en el descanso, en cierta manera Candy era un polo opuesto a ellos, aunque ambas partes sí tuvieran cabida en el día a día de él.

"Eso de ser diferente y verlo como algo positivo en la vida real no cuaja" le dijo ella.

Y es que la cruda realidad de esa característica en el terreno social era sentirse apartado en todos los aspectos y no lograr encajar. No era algo que sentase bien a nadie, menos que se tradujese a algo sano como lo querían hacer creer últimamente en la ficción.

Sin embargo, el simple hecho de saber que Candy podía llegar a sentirse cómoda y feliz de vez en cuando en su mundo, aunque fuera en escasos temas y ocasiones, ya lo satisfacía.

Sintió un cosquilleo en el pecho cuando ella movió la cabeza. A Lex le entusiasmaba que encontrase el lado entretenido a las redes, pero le fascinaba aún más que mientras tanto se recostara contra su cuerpo. Era un peso cálido y reconfortante que no le importaba para nada sostener.

—Ahora ya entiendo por qué todo el mundo está tan enganchado —comentó Candy—. Es como el nuevo Candy Crush, cuando estaba más de moda, claro.

Por su parte, ella sentía que le estaría agradecida a Lex eternamente. Todo lo que había logrado experimentar las últimas semanas se lo debía a él, la persona que la había alentado y ayudado a disfrutar de un pequeño fragmento de su tiempo; y que a la larga, se convertía en una fructífera mejora en su vida. Los viernes se transformaron en su vía de escape principal, pero Lex lo hizo en la extensión constante e inagotable de ese día que la llenaba de dicha.

—Así que en eso sí estabas a la moda.

Ella le guiñó un ojo.

—Por supuesto.

Lex se inclinó para darle un beso rápido, sin embargo, Candy estaba un tanto cariñosa esa mañana como para conformarse.

—¿Sabes que me estoy volviendo adicta a besarte? —murmuró sugestiva sobre sus labios.

—¿Ah sí?

Ella asintió, volviendo a darle otro pico.

—Y creo que lo hago menos de lo que me gustaría...

Lex sonrió, con ganas de seguirle el juego.

—Bueno... nada te impide no hacerlo.

Y una vez le dio acceso ella se pegó más a su boca para intensificar el beso, pero a la vez logró aplastar su nariz, haciéndolos reír a ambos.

Perfectamente equivocadosWhere stories live. Discover now