Capitulo 12

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Un duelo, un duelo, un duelo. ¿Hay algo más emocionante, más
romántico… o más estúpido?
Ha llegado a oídos de esta autora que, a principios de semana, se produjo un duelo en Regent’s Park. Como se trata de una actividad ilegal,  esta autora no revelará el nombre de los implicados, aunque expresa su más profundo rechazo hacia la violencia.
Por supuesto, mientras se publica este acontecimiento, parece que los dos idiotas (me niego a llamarlos caballeros), están sanos y salvos.
Una se pregunta si algún ángel sensible y racional les sonrió aquella
mañana.
Si fuera así, esta autora cree que ese ángel debería repartir su
influencia entre muchos más hombres. Con eso lograríamos una sociedad más pacífica y afable.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
19 de mayo de 1813

Peeta levantó sus devastados ojos y la miró.
—Me casaré contigo —dijo en voz baja—, pero has de saber que…
No pudo terminar la frase porque ella dio un grito y se abalanzó sobre él.
—Peeta, no te arrepentirás —Katniss tenía los ojos empañados de lágrimas, pero estaba rebosante de alegría.— Te haré feliz. Te lo prometo. No te arrepentirás.
—¡Basta! —dijo él, separándola. Aquella alegría desmedida era demasiado para él—. Tienes que escucharme.
La cara de Katniss adquirió una expresión muy seria.
—Primero escucha lo que tengo que decirte —dijo él—, y luego decide si quieres casarte conmigo.
Katniss se mordió el labio inferior y asintió.
Peeta respiró hondo, aunque estaba temblando. ¿Cómo decírselo? ¿Qué iba a decirle? No podía decirle la verdad. Al menos, no toda. Pero Katniss tenía que entender que… si se casaba con él renunciaría a lo que había soñado.
Peeta tenía el sentimiento de culpabilidad a flor de piel. Ella se merecía mucho más que eso, pero eso era todo lo que le podía dar.
—Katniss, si te casas conmigo…
—¿Qué pasa? —le susurró ella—. No puede ser tan horrible como…
—No puedo tener hijos.
Ya está. Ya lo había dicho. Y era casi la verdad.
Katniss abrió la boca pero, aparte de eso, su cuerpo no daba ninguna otra señal, de que lo hubiera oído.
—Si te casas conmigo, nunca tendrás hijos. Nunca podrás tener un niño en los brazos y saber que es fruto del amor. Nunca…
—¿Cómo lo sabes? —lo interrumpió Katniss, con una voz natural y extrañamente alta.
—Lo sé.
—Pero…
—No puedo tener hijos —repitió él, cruelmente—. Necesito que lo entiendas.
—De acuerdo.
Le temblaban los labios, como si no estuviera segura de si tenía algo que decir, y le parecía que las pestañas se movían más rápido de lo normal.
Peeta la miró a la cara, aunque no pudo leer las emociones como siempre lo hacía. Normalmente, las expresiones de Katniss eran tan transparentes que podía verle hasta el alma. Pero ahora estaba perdida y helada.
Estaba enfadada, eso sí que lo sabía. Pero no tenía ni idea de lo que iba a decir. Ni idea de cómo iba a reaccionar.
Y Peeta tenía la extraña sensación de que ni ella misma lo sabía.
Se percató de una presencia a su lado y se giró para ver a Finnick, con una
mezcla en la cara de rabia y preocupación.
—¿Hay algún problema? —dijo, suavemente, fijando la mirada en la expresión torturada de su hermana.
Antes de que Peeta respondiera, Katniss dijo:
—No.
Todos los ojos se centraron en ella.
—No habrá ningún duelo —dijo—. El duque y yo nos casamos.
—De acuerdo. —Parecía que Finnick quería reaccionar con mucho más alivio, pero la cara de Katniss se lo impedía—. Se lo diré a los demás —dijo, y se alejó.
Peeta sintió una oleada de algo extraño en los pulmones. Aire. Había estado aguantando la respiración y ni siquiera se había dado cuenta.
Y también sentía algo más. Algo cálido y terrible, algo triunfante y maravilloso.
Era emoción, pura y dura, una extraña mezcla de alivio, alegría, deseo y miedo.
Miró a Katniss.
—¿Estás segura? —le preguntó, casi en un suspiro.
Ella asintió, con una cara carente de cualquier tipo de emoción.
—Tú lo vales.
Y se alejó lentamente hacia su caballo.
Y Peeta se quedó allí preguntándose si acababa de subir al cielo o había
descendido al más oscuro rincón del infierno.

La Obsesión Del DuqueTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang