Capitulo 11

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El baile anual que lady Trowbridge ofreció en Hampstead Heath la noche del sábado fue uno de los puntos álgidos de la temporada de chismorreos. Esta autora vio a Gale Everdeen bailar con las tres hermanas Undersee (por separado, claro), aunque no parecía demasiado complacido. También se pudo ver a Cato Ludwig cortejando a una joven que no era Katniss Everdeen; quizá, por fin, se ha dado cuenta de la futilidad de su persecución.
Y hablando de la señorita Everdeen; abandonó la fiesta bastante temprano. Marvel Everdeen dijo a los curiosos que su hermana se había marchado por un dolor de cabeza, aunque esta autora la vio hablando con el anciano duque de Snow y parecía gozar de una salud estupenda.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
17 de mayo de 1813

Fue imposible dormir. Katniss tenia mil cosas en la cabeza, pero había algo que estaba claro: tenía que detener ese duelo como fuera.
Sin embargo, sabia que había varias dificultades. En primer lugar, los hombres acostumbraban a comportarse como idiotas cuando se trataba de cosas como el honor, y dudaba que apreciaran su intervención. En segundo lugar, no tenía ni idea de dónde se iban a batir en duelo.
Se acercó a la ventana y descorrió la cortina. Para la alta sociedad, la noche todavía era joven, pero Finnick y ella habían vuelto a casa temprano. Por lo que sabía Marvel, Gale y su madre todavía estaban en el baile, lo que era buena señal. Si alguien hubiera presenciado la escena en el jardín, seguro que la voz hubiera corrido como pólvora y su madre habría vuelto a casa inmediatamente.
Sin embargo, quería que su familia regresara por otra razón: no podía detener aquel duelo ella sola. Necesitaría ayuda, y mucho se temía que Marvel se pondría del lado de Finnick. Pero Gale... Gale a lo mejor lo veía como ella. Posiblemente refunfuñaría y diría que Peeta se lo merecía, pero Katniss sabía que la ayudaría.
Y tenían que detener el duelo. Katniss no entendía qué le había pasado a Peeta por la cabeza, seguramente tenía algo que ver con su padre. Ya hacia tiempo que ella se había dado cuenta de que había algún demonio interno que lo estaba torturando. A veces, le daba la sensación de que ella era la única persona con la que estaba realmente relajado y era capaz de reír bromear y hablar. Y quizá también Finnick, pero antes de que pasara todo esto.

Katniss escuchó ruido de las ruedas y vio el carruaje de los Everdeen camino a las caballerizas.
Con las manos entrelazadas, fue al otro lado de la habitación y pegó la oreja contra la puerta. No podía bajar abajo; Finnick creía que estaba dormida.
Le había dicho que no le diría nada a su madre. Pero Katniss sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a ella. Effie oiría algo. Alguien se encargaría de que oyera algo. Ella sólo esperaba que para cuando los rumores llegaran a oídos de su madre, y la mayoría fueran desgraciadamente ciertos, ella ya estuviera prometida con un duque.

******

Gale Everdeen avanzó por el pasillo, andando muy despacio por encima de la alfombra. Su madre se había ido a la cama y Marvel estaba con Finnick en el despacho. Sin embargo, no estaba interesado en ninguno de ellos; a quien quería ver era a Katniss.

Llamó cuidadosamente a la puerta y Katniss asomando la cabeza lo hizo pasar.
—Tengo que hablar contigo —dijo ella, casi susurrando y muy preocupada.
—Yo también tengo que hablar contigo.
—Estoy metida en un buen lío —dijo Katniss.
—Lo sé.
Se quedó blanca como la nieve.
—¿Lo sabes?
Gale asintió, poniendo por una vez una cara seria.
—¿Te acuerdas de Gloss?
Ella asintió. Era un joven conde que su madre le había presentado la noche que conoció a Peeta.
—Bueno, pues te vio desaparecer en los jardines con Hastings.
Katniss sintió que tenía la garganta más seca que nunca pero, al final, consiguió decir:
—¿De veras?
Gale asintió, sonriendo.
—No dirá nada. Somos amigos desde hace casi diez años. Pero, si él te vio, pudo hacerlo cualquiera. Lady Heavensbee nos estaba mirando bastante extrañada mientras hablaba con el conde.
—¿Lady Heavensbee me vio? —preguntó Katniss, muy exaltada.
—No lo sé. Sólo sé que me estaba mirando como si estuviera al corriente de todos mis pecados.
Katniss ladeó la cabeza.
—Ella es así. Además, si vio algo, dudo que lo diga. Puede que sea una bruja pero no es la clase de persona que va arruinando la vida de la gente por placer.
Gale no parecía demasiado convencido.
Katniss se aclaró la garganta varias veces mientras intentaba encontrar la manera de formular la siguiente pregunta.
—¿Qué es lo que vio Gloss, exactamente?
Gale la miró, intrigado.
—¿Qué quieres decir?
—Lo que he dicho. ¿Qué vio?
Gale se irguió y levantó la barbilla.
—Lo que te he dicho —respondió—. Te vio adentrarte en el jardín con Hastings.
—¿Eso es todo?
—¿Eso es todo? —repitió Gale. Abrió los ojos y luego los entrecerró—. ¿Qué demonios ha pasado en el jardín?
Katniss se dejó caer en una butaca y se tapó la cara con las manos.
—Gale, estoy metida en un buen enredo.
Él no dijo nada, así que, al final, Katniss levantó la mirada. Su hermano parecía más mayor y más masculino que nunca. Tenía los brazos cruzados, las piernas ligeramente separadas y los ojos, que normalmente estaban alegres y sonrientes, eran cortantes como las esmeraldas. 
—Ahora que has terminado con tu escena de autocompasión —dijo, bruscamente—, explícame qué ha pasado entre tú y Hastings en el jardín.
—Por el amor de Dios, un hombre va a morir mañana. Tengo derecho a estar triste.
Gale cogió una silla y se sentó delante de ella, mirándola inmediatamente con una inmensa preocupación.
—Será mejor que me lo expliques todo.
Katniss asintió y empezó a explicarle lo que había pasado. Sin embargo, no entró en detalles, con decirle que los había descubierto en una situación comprometedora habría bastante.
—¡Y ahora van a batirse en duelo y Peeta va a morir!
—No lo sabes, Katniss..
—No le disparará a Finnick. Estoy segura. Y Finnick... —Se le cortó la voz, y tuvo que tragar un par de veces antes de continuar—. Finnick está muy furioso. No creo que se retracte.
—¿Qué quieres hacer?
—No lo sé. Ni siquiera sé dónde va a celebrarse el duelo. ¡Sólo sé que tengo que detenerlo!
—No sé si podrás, Katniss.
—¡Tengo que hacerlo! —exclamó ella—. Gale, no puedo quedarme aquí mientras Peeta muere. — Hizo una pausa, y continuó—: Lo quiero.
Gale palideció.
—¿Incluso después de que te haya rechazado?
Ella asintió.
—No puedo evitarlo. Le quiero. Y él me necesita.
—Si esto fuera cierto, ¿no crees que habría aceptado casarse contigo ?
Katniss agitó la cabeza.
—No. Hay algo más que yo no sé. No sé cómo explicártelo, pero era como si una parte de él sí que quisiera casarse conmigo. —Notó que se iba poniendo cada vez más nerviosa—: No lo sé, Gale . Pero si le hubieras visto la cara, lo entenderías. Estoy convencida.
—¿Estás segura que...? —Carraspeó, y cuando volvió a hablar, lo hizo con un tono de lo más dulce—. ¿Estás segura de que esos sentimientos hacia ti no son imaginaciones tuyas?
Katniss no se ofendió. Sabía que esa historia parecía una fantasía. Pero, en su corazón, sabía que tenía razón.
—No quiero que muera —dijo, en voz baja—. Al fin y al cabo, eso es lo único que importa.
Gale asintió, pero le hizo una última pregunta:
—¿No quieres que muera o no quieres cargar con las culpas de su muerte?
Katniss se levantó, muy seria.
—No puedo creerme que me hayas preguntado eso.
Gale alargó un brazo y apretó la mano de su hermana.
—Te ayudaré, Kat. Sabes que haría lo que fuera por ti.
Y Katniss se abalanzó sobre él y soltó todas las lágrimas que había estado reprimiendo.

La Obsesión Del DuqueWhere stories live. Discover now