Capitulo 4

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Estos días, Londres está invadido por todas las madres ambiciosas.
En el baile de lady Heavensbee, esta autora vio, al menos, once solteros escondiéndose por los rincones.
Es muy difícil decidir quién es precisamente, la peor de todas aunque esta autora sospecha que, al fin, la lucha va a ser muy cerrada entre lady Everdeen y la señora Undersee, con victoria de esta última por una nariz en el último metro. Al fin y al cabo, hay tres Undersee casaderas
en el mercado, mientras que lady Everdeen sólo tiene que ocuparse de una.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN
28 de abril de 1813

Peeta llegó a la conclusión de que el extraño encuentro con Katniss Everdeen acabó por convertirse en lo mejor de la velada. Sí, se había quedado horrorizado al descubrir que se había sentido atraído por la hermana pequeña de su mejor amigo. Y los patosos intentos de seducción de Cato Ludwig habían sido un insulto para su sensibilidad de vividor.
Sin embargo, absolutamente nada de eso tenía comparación con lo que todavía tuvo que soportar después. 

Su fantástico plan de presentarse en el baile, saludar a lady Heavensbee y marcharse sin que nadie lo viera fracaso. Apenas había dado dos pasos en el salón, cuando un viejo compañero de Oxford que recientemente se había casado, lo reconoció. Su mujer era una joven encantadora aunque, desafortunadamente, tenía grandes aspiraciones sociales y decidió ser la que introdujera al nuevo duque en sociedad. Y Peeta, aunque solía definirse como un hombre bastante cínico, descubrió que no era tan maleducado como para insultar a la mujer de un amigo.
Y así, dos horas más tarde, le había presentado a todas las chicas casaderas del baile, a todas las madres de las chicas casaderas y, por supuesto, a cada hermana mayor casada. Seis de estas últimas le habían hecho insinuaciones, invitándolo a los tocadores y una incluso le había acariciado el muslo.
En conjunto, Katniss Everdeen empezaba a parecerle de lo mejorcito. Y hablando de Katniss, ¿dónde se había metido? Creía haberla visto de reojo hacía una hora rodeada de sus hermanos, pero desde entonces parecía que se la había tragado la tierra. De hecho, era la única chica casadera del baile que no le habían presentado.
Peeta miró hacia donde estaban los hermanos Everdeen, y le pareció que se lo estaban pasando en grande. Los habían abordado casi tantas jóvenes como a él, pero el ser tres jugaba a su favor.
Finnick, que estaba apoyado en la pared, lo vio y levantó la copa de vino que sostenía, sonriéndole. Luego ladeó la cabeza señalando a la izquierda de Peeta. Éste se giró, justo a tiempo de encontrarse con otra madre rodeada por sus tres hijas, que llevaban unos vestidos de lo más recargado, llenos de pliegues y volantes y montones de lazos.
Pensó en Katniss, con su sencillo a la par que elegante vestido azul Katniss, con esos ojos grises y esa sonrisa...
-¡Duque! ¡Duque!
Peeta parpadeó para volver a la realidad. La familia cubierta de lazos lo había rodeado.
-Es un honor conocerlo.
Peeta asintió con la cabeza. No tenía palabras. Las mujeres estaban tan cerca de él que tenía miedo de ahogarse.
-Nos envía Georgiana Huxley. Me dijo que tenía que presentarle a mis hijas.
Peeta no recordaba quién era Georgiana Huxley, pero pensó que le apetecía estrangularla.
-Normalmente, no sería tan atrevida pero su padre era muy buen amigo mío. Era un hombre maravilloso. Siempre estaba tan pendiente de sus obligaciones. Debió ser un padre fabuloso.
-No sabría decirle -dijo Peeta, escuetamente.
-¡Oh! -La señora tuvo que toser para aclararse la garganta-. Ya veo. Bueno. Dios mío.
Peeta no dijo nada, confiando en que esa actitud distante la disuadiera de quedarse.
- Bueno, le presento a mis hijas - dijo, señalando a las tres jóvenes.- ¿No son preciosas?. Son mi orgullo y alegría. Y son tan cariñosas. Permítame que le presente a Glimmer, Clave y Madge.
Las jóvenes hicieron una reverencia, pero ninguna se atrevió a mirarlo a los ojos.
-¿Y usted es...?
-¡Oh, le pido disculpas! Soy la señora Undersee. Mi marido falleció hace tres años pero era uno de los mejores amigos de su padre... -El final de la frase fue casi como un susurro, porque recordó la anterior reacción de Peeta al mencionarle a su padre.
-Glimmer toca muy bien el piano -dijo ella, cambiando de tema- Y mi querida Clave es una excelente pintora.
-¿Y Magde? -Algo dentro de Peeta le obligó a preguntarlo.
La señora Undersee lanzó una mirada de pánico a su hija menor, que parecía bastante abatida. Magde no era una chica demasiado atractiva y los vestidos que le ponía su madre no favorecían en nada su figura algo regordeta. Pero había algo cálido en su mirada.
-Magde es... eh... bueno, ¡es Magde! -elijo la señora, con una falsa sonrisa en los labios.
La chica miró a su alrededor como si quisiera esconderse debajo de alguna alfombra. Peeta decidió que si se veía obligado a bailar con alguna, se lo pediría a Magde.
-Señora Undersee -d ijo una voz seca e imponente que no podía pertenecer a nadie más que a lady Heavensbee -, ¿está acosando al duque con preguntas?
Peeta quería responder que sí, pero el recuerdo de la cara mortificad a de Magde le hizo decir:
-Por puesto que no.
Lady Heavensbee levantó una ceja mientras lo miraba.
-Mentiroso.
Se giró hacia la señora Undersee, que se había quedado pálida y murmuró que acababa de ver a su prima, cogió a sus tres hijas y se marchó.
Peeta se cruzó de brazos, pero no pudo evitar mirar a su anfitriona con una sonrisa.
-Eso no ha estado demasiado bien -dijo.
-Bah. Tiene la cabeza llena de pájaros, igual que sus hijas, excepto la más feúcha. -Lady Heavensbee agitó la cabeza-. Si la vistieran con otro color.
Peeta intentó contener una risa, pero no pudo.
-Nunca aprendió a ocuparse de sus asuntos, ¿verdad?
-Nunca. ¿Qué diversión tendría ocuparme sólo de mis cosas? -dijo, y sonrío-, Y en cuanto a ti, eres un invitado horrible. Se supone que, a estas alturas, tus buenos modales te habrían llevado a saludar a la anfitriona.
-He estado demasiado rodeado de jóvenes y madres como para acercarme.
-¡Qué simplista! -comentó la mujer-Por cierto, tu amigo Everdeen se acerca.
Finnick se dirigía hacia ellos tranquilamente y, cuando estaba a punto de llegar a su lado, escuchó que lady Heavensbee lo llamaba cobarde.
Finnick parpadeó.
-¿Disculpe?
-Podías haber venido antes y salvar a tu amigo de las mujeres Undersee.
-Pero estaba disfrutando mucho al verlo en dificultades.
-Hmmmph.- dijo lady Heavensbee. Y sin decir nada más, se fue.
-Es una mujer de lo más extraña - dijo Finnick, mientras guiaba a Peeta hasta donde se encontraban sus dos hermanos.-Te he visto hablando con un buen número de respetables señoritas. No dirás que no te había avisado.
-Ya me mortifica lo suficiente admitir que tenías razón, así que no me pidas que lo diga en voz alta.
Finnick soltó una carcajada. 

La Obsesión Del DuqueWhere stories live. Discover now