Capitulo 8

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Ha llegado a oídos de esta autora que, el sábado, toda la familia Everdeen (¡más un duque!) se embarcaron rumbo a Greenwich.
Y también ha llegado a oídos de esta autora que el mencionado duque, así como determinado miembro de la familia Everdeen, volvieron a Londres con la ropa empapada.

REVISTA DE SOCIEDAD DE LADY WHISTLEDOWN,
3 de mayo de 1813

—Si te disculpas otra vez —dijo Peeta—, tendré que matarte.
Katniss le lanzó una irritada mirada desde la silla donde estaba sentada en la cubierta del pequeño barco que su madre había alquilado.
-Discúlpame si soy lo suficientemente educada como para pedirte perdón por las obvias manipulaciones de mi madre. Creía que el propósito de esta farsa era no tener que someterte a la merced de madres desesperadas.
Peeta agitó la mano en el aire mientras se acomodaba todavía más en su silla.
-Sólo supondría un problema si no me lo estuviera pasando bien. Katniss abrió la boca, sorprendida."
-Oh -dijo, estúpidamente, a su parecer-. Me alegro.
Peeta se rió.
-Me encanta navegar, aunque sólo sea hasta Greenwich. Además, me apetece ir a visitar el Observatorio Real para ver el meridiano de Greenwich.- Inclinó la cabeza hacia ella-. ¿Sabes algo sobre la navegación y los meridianos?
Katniss agitó la cabeza.
-Me temo que casi nada. Debo confesar que no sé demasiado bien qué es ese meridiano que hay en Greenwich.
-Es el punto desde donde se miden las longitudes de todo el planeta. Antes, los marineros medían las distancias longitudinales desde su punto de partida pero, en el último siglo, el astrónomo real decidió que Greenwich fuera el punto cero para todas las medidas.
Katniss arqueó las cejas.
-Es un poco prepotente por nuestra posicionamos como el centro del mundo.
-En realidad, cuando se sale a navegar es bastante útil tener un punto de referencia universal.
-¿Y todos estuvieron de acuerdo?
-Bueno, no fue algo acordado -dijo Peeta, riéndose-. Resulta que el Observatorio Real cada año publica unos mapas con datos perfectamente detallados; se llama el Almanaque Náutico. Y un marinero tendría que estar loco para salir a navegar sin uno. Y, como el Almanaque Náutico mide las longitudes tomando Greenwich como el punto cero..., bueno, pues todo el mundo ha adoptado este sistema.
-Parece que sabes mucho sobre este tema.
Peeta se encogió de hombros.
-Si pasas mucho tiempo en un barco, al final acabas aprendiéndolo.
-Bueno, me temo que en la habitación de los niños de mi casa no se enseñaban estas cosas. Casi toda mi educación se limitó a lo que la institutriz sabía.
-Supongo que las matemáticas no era unas de esas cosas. Katniss se rió.
-No, me temo que no. Mi madre siempre me dijo que era un milagro que supiera sumar dos más dos.
Peeta puso cara de sorprendido.
-Sí, ya lo sé -dijo ella, sonriendo-. A los que se os dan bien los números son incapaces de entender que los simples mortales no les entendamos.
Peeta sonrió, porque tenía razón.
-Está bien. Entonces, ¿qué materias te gustaban más?
-Historia y literatura. Y fue una suerte, porque la biblioteca estaba llena de libros sobre eso.
Peeta bebió un sorbo de limonada.
-La historia nunca me entusiasmó demasiado.
-¿De verdad? ¿Por qué?
Peeta se quedó pensativo, preguntándose si su falta de interés tendría que ver con su aversión a su ducado y todas las tradiciones que suponía. Sin embargo, sólo dijo:
-No lo sé. Supongo que no me gustaba.
Compartieron un agradable silencio mientras la brisa les agitaba el pelo. Entonces, Katniss sonrió y dijo:
-Estoy contenta de que te lo esté pasando bien después de que mi madre te obligara a que nos acompañaras.
-Si no hubiera querido venir, no habría nada que tu madre hubiera podido decir para convencerme. Katniss se rió.
-Y eso lo dice el hombre que hace ver que me está cortejando, a mí de entre todas las chicas, y todo porque es demasiado educado para rechazar la invitación de las esposas de sus amigos.
Peeta se puso serio e hizo una mueca.
-¿Qué quieres decir con a ti de entre todas las chicas?
-Bueno, yo... -Parpadeó, sorprendida. No tenía ni idea de lo que quería decir-.No lo sé -dijo, al final.
-Pues deja de decirlo ­ refunfuñó, y se apoyó en el respaldo de la silla.
Los ojos de Katniss se perdieron en algún punto lejano del río mientras hacía grandes esfuerzos por no sonreír. Peeta era tan dulce cuando se enfadaba.
-¿Qué estás mirando? -dijo él
-Nada.
-¿Pues de qué te ríes?
Aquello sí que no se lo iba a decir.
-No me estoy riendo.
-Si no te estás riendo, entonces vas a estornudar.
-Sólo estoy disfrutando del día. Y la compañía no está nada mal. -Katniss miró a Finnick, que estaba al otro lado de la cubierta, fulminándolos con la mirada - Bueno no toda la compañía.
-Si te refieres a tu hermano, debo decir que su angustia me parece de lo más divertida.
Katniss intentó reprimir una sonrisa, pero no pudo.
-Eso no es muy amable de tu parte.
-Nunca dije que fuera amable. Además, fíjate. -Peeta indicó hacia donde estaba Finnick con un levísimo movimiento de cabeza y el gesto de Finnick se torció  todavía  más-.Sabe que estamos hablando de él. Y eso lo está matando.
-Creía que erais amigos.
-Y lo somos. Esto es lo que los amigos se hacen entre ellos.
-Los hombres están locos.
-En general, sí -añadió él. Katniss puso los ojos en blanco.
Justo entonces, Effie apareció en la cubierta.
-Ya casi hemos llegado –dijo Effie-. Deberíamos empezar a recoger nuestras cosas.
Peeta se levantó y le ofreció la mano a Katniss.
-Todavía no me he acostumbrado al movimiento del barco -dijo ella, riéndose y tratando de mantener el equilibrio."
-Y eso que sólo estamos en el río -elijo él
-Se supone que no debes reírte de mí poca gracia a bordo de un barco.
Mientras hablaba, se giró hacia él y, en ese momento, con el viento agitándole el pelo y las mejillas rosadas, estaba tan encantadora que a Peeta se olvidó de respirar.
Allí en el río, rodeados de naturaleza, estaba tan natural y bonita que, el mero hecho de estar a su lado, provocó que Peeta no pudiera dejar de sonreír como un tonto.
Si no hubieran estado rodeados de su familia, la habría besado allí mismo. Sabía que no podía coquetear con ella, nunca se casaría con ella, pero, aún así, no podía evitar inclinarse hacia ella más y más.
Desgraciadamente, Finnick lo presenció todo y enseguida se interpuso entre ellos y cogió a Katniss por el brazo con fuerza.
-Como tu hermano -dijo, muy serio-, creo que debo escoltarte a tierra.
Peeta se apartó del camino de Finnick, demasiado enfadado por su momentánea pérdida de control para discutir con su amigo. Bajó del barco y siguió a los Everdeen por las laderas del Támesis.
El Observatorio Real estaba en lo alto de la colina, un edificio antiguo. Las torres estaban cubiertas de cúpulas grises y Peeta tuvo la sensación de estar en el centro del mundo.
-¿Dónde está Finnick?-exclamó Effie.
Finnick se identificó con un malhumorado sonido.
-Oh, Ven, acompáñame.
Finnick dejó a Katniss a regañadientes y se colocó junto a su madre.
-No tiene remedio, ¿no crees? - le susurró Gale a Peeta.
Peeta decidió que lo mejor sería no contestar.
-Bueno, no la decepciones. Después de todas sus maquinaciones, lo mínimo que puedes hacer es ofrecerle tu brazo a Katniss.
Peeta se giró y lo miró levantando una ceja.
-Eres igual de malo que madre.
Gale sólo se rió.
-Si, excepto que yo no finjo ser sutil.
Katniss escogió ese momento para acercarse ellos.
-Me he quedado sin acompañante-dijo.
-No me lo creo -respondió Gale -. Pero bueno, si me perdonáis, voy a buscar a Prim. Si me veo obligado a acompañar a Rue, volverá a Londres a nado. Desde que cumplió los catorce, está insoportable
Peeta parpadeó sorprendido.
-¿No volviste de Europa la semana pasada?
-Si, y ya no la soporto- y dicho ésto se marchó, gritando el nombre de Prim.
Katniss apoyó la mano en la parte interior del codo de Peeta y le preguntó:
-¿Ya te hemos asustado lo suficiente?
--¿Perdona?
- No hay nada más agotador que una excursión familiar con los Everdeen
-Ah, eso. -Peeta tuvo que apartarse a la derecha para no chocar con Rory, que pasó por su lado gritando algo sobre barro – Es, bueno, una nueva experiencia.
-Por decirlo de manera educada, ¿verdad, duque?-dijo Katniss,
-Bueno... Yo no tengo hermanos.
Katniss suspiró, melancólica.
-Sin hermanos -dijo—. Ahora mismo esas palabras me celestiales. Sin embargo, e cualquier caso... --Alargó el brazo justo en el instante en el que Rory pasaba corriendo junto a ella y lo cogió con fuerza - Rory Everdeen -le riñó-, no puedes ir corriendo así entre la gente. Puedes hacerle daño a alguien
-¿Cómo lo has hecho?-preguntó Peeta.
-¿El qué? ¿Cogerlo?
-Si.
Ella se encogió de hombros.
-Años de práctica.
- Katniss!-gritó Rory.
Todavía lo tenía agarrado por el brazo. Lo
soltó.
-Pero no corras.
Rory dio dos grandes pasos y salió al trote.
-¿Qué estabas diciendo antes de que Rory apareciera?
Katniss parpadeó.
-No recuerdo.
-Creo que estabas a punto de deshacerte en elogios ante la idea de no tener hermanos.
-Sí, claro - dijo, riéndose- Iba a decir que a pesar de que la idea de la soledad pueda resultar tentadora veces, me sentiría muy sola sin una familia. No me imagino teniendo sólo un hijo - dijo Katniss.
-A veces no queda otra opción.
Katniss se sonrojó.
-Lo siento mucho. Tu madre. Lo había olvidado...
-No llegué a conocerla-dijo Peeta, encogiéndose de hombros- Por eso tampoco la eché de menos.
Sin embargo, el dolor se reflejaba en sus pálidos ojos azules, y Katniss supo que estaba mintiendo y sintió una irrefrenable necesidad de abrazar a Peeta y no soltarlo jamás.
                            
                                ******
Horas después, todos estaban disfrutando del sencillo aunque elegante almuerzo. Como había hecho la noche anterior, Peeta apenas dijo nada, y se dedicó a escuchar a la familia de Katniss. Sin embargo, al parecer Prim tenía otra idea.
-Buenos días, duque-dijo, sentándose a su lado - ¿Le ha gustado la visita al observatorio?
Peeta no pudo reprimir una sonrisa al contestar:
- Mucho, ¿y usted, señorita Prim?
-Oh, también. Me ha gustado especialmente su conferencia sobre la longitud y la latitud.
-Bueno, yo no lo llamaría una conferencia-dijo Peeta, sintiéndose viejo y aburrido con esa palabra.
Al otro lado de la manta, Katniss se estaba riendo de la situación.
Prim sonrió de manera insinuante y dijo:
-¿Sabe que Greenwich también tiene su propia historia de amor?
-¿De verdad?-consiguió decir Peeta.
-De verdad. Fue aquí donde Sir Walter Raleigh se quitó la capa y la dejó en el suelo para que la reina Isabel no se manchara los pies con los charcos.
-¿Ah, si?-Peeta se levantó y miró a su alrededor.
-¡Duque! ¿Qué está haciendo?- preguntó Prim.
-Estudiando el terreno -respondió él.
Le lanzó una mirada secreta a Katniss. Los estaba mirando con regocijo, humor y algo más que lo hizo sentir el hombre más importante del mundo.
-Pero, ¿qué está buscando? - insistió Prim.
-Charcos.
-¿Charcos?
-Si voy a tener que echar a mi capa para salvar sus zapatos, señorita Prim, me gustaría saberlo de antemano.
-Pero si no lleva capa.
-Por todos los santos -dijo
Peeta, con una voz que hizo que Katniss explotara de risa a su lado
-¿No pretenderá que me quite la camisa?
-¡No!-gritó Prim-¡No tiene que quitarse nada! No hay ningún charco.
-Gracias a Dios-suspiró Peeta, con una mano sobre el pecho para darle más dramatismo- Las mujeres Everdeen son muy exigentes, ¿lo sabía?
Prim entrecerró los ojos.
-¿Se está burlando de mi?
Peeta le sonrió.
-¿A usted qué le parece?
-Me parece que sí.
--Y a mi me parece que he tenido suerte que no hubiera charcos alrededor.
Prim se quedó pensativa un instante.
-Si decide casarse con mi hermana...
Katniss se atragantó con la tarta.
-..tendrá mi visto bueno.
Peeta estaba perplejo.
-Pero si no es así –continúo Prim, con una tímida sonrisa,- le quedaría muy agradecida si me esperara.
Afortunadamente para Peeta, que no tenía ni idea de como responder a eso, apareció Rory y le tiró del pelo a Prim, que salió disparada tras él
- Nunca creí que diría esto-dijo Katniss,- riéndose pero creo que mi hermano pequeño acaba de salvarte pescuezo.
-¿Cuántos años tiene tu hermana? -preguntó Peeta.
-Diez, ¿por?
Peeta agitó la cabeza.
-Por un momento, habría jurado que tenía cuarenta.
Katniss sonrió.
-A veces, se parece tanto a mi madre que da un poco de miedo.
En ese momento, Effie se levantó y empezó a llamar a sus hijos para volver al barco.
-¡Venga! Se hace tarde!
Peeta miró su reloj.
-Sólo son las tres.
Katniss se encogió de hombros mientras se levantaba.
-Según mi madre, una dama siempre debería estar en casa a las cinco.
-¿Por qué?
-No tengo ni idea.
Caminaron un poco y, entonces, Katniss dijo:
- Te has portado muy bien con Prim. Debes haber pasado mucho tiempo con niños.
-No-dijo él, serio de repente.
-Oh. Sabía que no tenías hermanos, pero creía que habrías conocido algún niño en tus viajes.
-No.
Katniss se quedó callada, pensando si debería seguir con la conversación. La voz de Peeta se había convertido en un sonido duro y prohibitivo, y su cara...No parecía el mismo hombre que había estado bromeando con Prim hacia diez minutos.
-Bueno, hayas tratado con niños o no, está claro que se te dan bien. Algunos adultos no saben como hablar a los niños, pero tú si.
Peeta no dijo nada. Katniss le colocó la mano encima del brazo.
-Algún día, serás un padre excelente para algún niño con suerte.
Peeta se giró hacia ella y la mirada que le clavó la dejó helada.
-Creo haberte dicho que no tengo ninguna intención de casarme. Nunca
-Pero seguro que...
-Por lo tanto, es muy poco probable que vaya a tener hijos.
-En...entiendo.
Katniss tragó saliva e intentó sonreír, pero había algo en su interior que le hacía temblar los labios. Y, aunque sabía que su relación era una farsa, sintió una pequeña punzada de desilusión.
Llegaron al embarcadero, junto al resto de los Everdeen. Algunos ya habían subido a bordo, pero
Rory estaba bailando encima de la pasarela.
- Rory!-grito Effie, enfadada.- ¡Basta ya!
Rory dejó de bailar, pero no se movió de donde estaba.
-Sube a bordo o quédate en el embarcadero.
Peeta se soltó de Katniss y dijo:
-Esa pasarela parece mojada - empezó a caminar hacia la pasarela.
Katniss hizo una mueca y entonces vio que Peeta caminaba hacia Rory. Corrió hacia él y le dijo:
-Peeta, estoy segura de que estará bien.
-No si resbala y queda atrapado entre las cuerdas—dijo, señalando con la cabeza un montón de cuerdas enredadas que colgaban del barco.
Peeta llegó a la pasarela, caminando tranquilamente, como el hombre más despreocupado del mundo.
-¿Vas a moverte para que pueda pasar?-dijo Peeta, en un extremo de la plancha.
Rory parpadeó.
-¿No tienes que acompañar a Katniss?
Peeta hizo una mueca y dio un paso adelante pero, justo entonces, Finnick, que ya estaba en el barco, apareció en el otro extremo.
-¡Rory!-exclamó-sube al barco de una vez!
Rory se giró sorprendido y perdió el equilibrio. Finnick estiró los brazos para intentar cogerlo, pero Rory ya tenía el culo en la pasarela, y Finnick sólo abrazó el aire. Y Rory, intentando no perder el equilibrio y golpeó a Peeta en las piernas.
-¡Peeta!--exclamó Katniss, corriendo hacia él.
Peeta cayó a las turbias aguas del rio mientras a Rory le solo decía un:
-Lo siento
Y mientras intentaba bajar, por accidente Rory le dio un manotazo a Finnick en la entrepierna y éste, por el dolor, cayó al agua, junto a Peeta.
Katniss se tapó la boca con una mano. Effie la agarró del brazo.
-Te sugiero que no te rías.
Katniss apretó los labios en un intento de obedecer a su madre, pero le costaba mucho.
- Pero si tú te estás riendo.
-No es cierto-mintió Effie.- Tenía el cuello tenso por el esfuerzo de no reírse.- Además, yo soy una señora. No se atreverían a hacerme nada.
Finnick y Peeta salieron indignados del agua, empapados y mirándose el uno al otro.
Rory siguió subiendo hasta el barco y se escondió.
-A lo mejor deberías interceder -le dijo Effie a Katniss.
-¿Yo?-dijo Katniss.
-Me parece que van a llegar a las manos.
-Pero ¿por qué? Ha sido culpa de Rory.
-Ya lo sé -dijo Effie, con impaciencia.- Pero son hombres y los dos están furiosos y ofendidos, y no pueden desahogarse con un niño de doce años.
Ya entonces, Finnick estaba diciendo:
-Me habría encargado yo solo.
Y Peeta decía:
-Si no lo hubieras asustado...
Katniss empezó a caminar y cogió a Peeta por el brazo.
—¿Me ayudas a subir?
Peeta miró a Finnick, Finnick miró a Peeta.
Katniss lo estiró del brazo.
--Esto no quedará así, Hastings - dijo Finnick.
-Ni mucho menos-respondió Peeta.
Después de una última mirada asesina, Peeta ayudó a Katniss a subir a bordo.

                               ******
Aquella misma noche, mientras Katniss se preparaba para acostarse, estaba bastante inquiera. Sabía con certeza que no podría dormir, bajó a la cocina a buscar un vaso de leche caliente. Sin embargo, de camino a la cocina escuchó ruidos en el despacho de Finnick y se asomó. Su hermano mayor estaba en su escritorio, respondiendo correspondencia. No era habitual encontrarlo allí tan tarde. Había preferido mantener el despacho en Everdeen House incluso después de trasladarse a su casa de soltero pero, normalmente, despachaba sus asuntos durante el día.
—¿No tienes una secretaria para hacer esas cosas? —le preguntó, con una sonrisa.
Finnick levantó la cabeza.
—La muy tonta se casó y se fue a Bristol —dijo.
—Ya—dijo ella, entrando y sentándose en una silla frente a su hermano—. Eso explica tu presencia aquí a altas horas de la madrugada.
—Las doce de la noche no son altas horas. Además, he estado toda la tarde quitándome el olor a río de encima.
Katniss hizo un esfuerzo por no reír.
- Pero tienes razón -dijo Finnick, suspirando- Es tarde y no hay nada de esto que no pueda esperar hasta mañana. Pero ¿Qué haces despierta?
-No podía dormir. Había bajado por un vaso de leche caliente. ¿Te marcharás a casa pronto?
Finnick asintió.
-Aunque esa leche caliente suena bastante bien. ¿Por qué no llamas para que nos la traigan?
Katniss se levantó.
-Tengo una idea mejor. ¿Por qué no nos la preparamos nosotros mismos? No somos idiotas. Deberíamos saber calentar un poco de leche.
-Está bien, pero tendrás que hacerlo todo tú. No tengo ni la más mínima idea de cómo hervir leche.
Llegar a la cocina y abrieron la puerta.
-Ve a buscar una lámpara mientras yo busco la leche.
Una luz detrás de ella devolvió la vida a la cocina y Katniss se giró para ver a Finnick sonriendo triunfante.
-¿Has encontrado la leche o tendré que ir a buscar una vaca? -preguntó.
Ella se rio y levantó una botella.
-¡La tengo!
Miró cocina, un moderno artilugio que la cocinera había comprado a principios de año.
-¿Sabes cómo funciona? -preguntó.
—Ni idea. ¿Y tú?- dijo Finnick.
Katniss agitó la cabeza.
-No.-Alargó la mano y tocó la superficie-. No está caliente.
-¿Ni siquiera un poco?
-De hecho, está fría.
Los dos se quedaron callados un momento.
-¿Sabes una cosa? -dijo Finnick, al final-.La leche fría puede ser bastante refrescante.
-¡Estaba pensando lo mismo!
Finnick sonrió y cogió dos tazas.
-Sirve.
Katniss llenó las tazas y allí se quedaron, sentados en dos taburetes, bebiendo leche fría. Katniss se limpió los labios con la lengua. Ahora que estaba sola con Finnick, y que el parecía estar de buen humor, le parecía un buen momento para hablar con el
-Finnick ¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-Es acerca del duque.
Finnick dejó la taza en la mesa dando un buen golpe.
-¿Qué pasa con el duque?
-Ya sé que no te gusta...- Empezó, aunque no pudo terminar la frase.
-No es que no me guste –dijo Finnick, suspirando-. Es uno de mis mejores amigos. Solo que no confío en él cuando se trata de mujeres. Y si se trata de ti, menos.
-Finnick, puede que el duque haya sido un vividor, y es posible que aún lo sea, pero nunca me seduciría, aunque sólo sea porque soy tu hermana, él sabe que si me toca lo matarás. No es estúpido.
Finnick se abstuvo de añadir algo al último comentario y dijo:
-¿Qué es lo que querías preguntarme?
-En realidad. Me preguntaba si sabrías por qué el duque es tan contrario al matrimonio.
Finnick derramó la leche por la mesa.
-¡Por el amor de Dios, Katniss! Creía que estábamos de acuerdo en que todo esto era una farsa. ¿Por qué piensas en casarte con él?
-¡No lo hago! Sólo es por curiosidad -dijo, a la defensiva.
-Será mejor que ni siquiera te plantees la idea de casarte con él -dijo Finnick, muy serio-, porque aquí y ahora te digo que nunca se casará contigo. Nunca. ¿Me has entendido? No se casará contigo.
-Tendría que ser medio tonta para no entenderte -dijo ella.
-Bien. Final de la discusión.
-¡No! Todavía no has respondido a mi pregunta.
-¿Por qué te interesa tanto?
-Por curiosidad; además, tengo derecho a saberlo porque, si no encuentro un pretendiente aceptable pronto, cuando el duque me deje me convertiré en una paria."
-Creía que serías tú la que iba a dejarlo a él -dijo Finnick.
Katniss se rió.
-¿Quién se lo va a creer?
Finnick no salió en su defensa.
-No sé por qué Hastings no quiere casarse. Sólo sé que ha mantenido esa opinión desde que lo conozco.
Katniss abrió la boca para decir algo, pero Finnick la interrumpió.
-A diferencia de la mayoría de hombres, cuando él dice que nunca se casará, lo dice en serio.
-Entiendo.
Finnick suspiró, cansado, y Katniss vio unas pequeñas líneas de preocupación alrededor de sus ojos que nunca había visto.
-Elige a un hombre de tu nuevo grupo de pretendientes y olvídate de Hastings. Es un buen hombre, pero no es para ti.
Katniss se quedó la primera parte de la frase.
-Pero piensas que es un buen...
-No es para ti -repitió Finnick.
Sin embargo, Katniss no pudo evitar pensar que quizá, sólo quizá, su hermano estaba equivocado.

La Obsesión Del DuqueWhere stories live. Discover now