Totsuki

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Bebida. Comida. Gritos. Risas. Uzumaki Ramen estaba lleno de todo esto. Sus dueños habían recibido la visita de dos viejos amigos, trayendo consigo a su hija y el asistente de la misma, un muchacho de cabello negro y ojeras enormes en las bolsas de los ojos. Ambos adolescentes se presentaron como Nakiri Alice y Kurokiba Ryō. Rápidamente estos adolescentes congeniaron con el hijo del local, Uzumaki Naruto, evitando que el muchacho se aburriera mientras los adultos convertían la zona en una charla de negocios, a la misma a la que Naruto no estaba acostumbrado. Odiaba hablar de números, ventas o propuestas de otros empresarios. Lo único que disfrutaba era cocinar y comer ramen cuando podía. Lamentaba que los Ichiraku se mudaran a Hokkaido privándole de su preciado alimento de los dioses.

Dejó a un lado los pensamientos sobre su puesto de ramen preferido, mirando las cartas en su mano. Como todo adolescente, los tres habían empezado una pequeña partida de cartas mientras, al otro lado, los adultos hacían bulla tomando algo de alcohol mientras ellos se servían algunos refrescos.

Uzumaki suspiró bajando los hombros mirando sus cartas. No iba a ganar esta mano...nuevamente. Desde que la partida hacía iniciado, solo había habido un ganador en todo momento: Nakiri Alice. La adolescente había ganado cada una de las manos desbancándolos a ellos de alguna posible victoria. Y eso lo frustraba. ¿Dónde había quedado su suerte en los juegos?

Dejó escapar un suspiro de su garganta. Colocó la mano izquierda sobre su rodilla. Junto ambas cejas en un gesto de concentración, arrugando con el movimiento de sus facciones su rostro. Parecía estar taladrando aquellas cartas con sus ojos. Los mantenía sobre las mismas cada segundo, sin apartarlos ni un segundo levantando la vista por encima del borde de las mismas para observar el rostro de sus adversarios. Ryo estaba mostrándose completamente calmado, con un grueso mechón de su cabello negro cayendo por su rostro cortándolo en dos. Mantenía sus ojos, al igual que él, sobre las cartas, sin inmutarse. Por su lado, Alice parecía tener algo en la boca. De vez en cuando escapaba algún crujido y sus mofletes estaban hinchados como si fuera una ardilla.

Nuevamente Naruto centró su mirada en sus cartas. Un suspiro de resignación escapó de su boca por enésima vez aquella noche. Sin demasiadas ganas, azotó las cartas sobre la mesa...de nuevo.

—¡Yei! ¡Gané!

Naruto echó la cabeza hacia atrás dejando salir un fuerte suspiro de su boca. Ryo colocó sus cartas sobre el montón y las dejó perfectamente en el centro de la mesa misma.

—Aún sigo sin creerlo. ¡¿Cómo ha ganado todas las partidas?!—Naruto declaró señalando a Kurokiba. El moreno dio un encogimiento de hombros, tampoco creyendo como la chica había ganado cada una de las manos que habían jugado, desbancándolos con cada partida y, si hubieran apostado algo, sin duda Alice se habría llevado todo de un solo manotazo.

Era sorprendente. ¿A caso la diosa fortuna estaba del lado de Alice? ¿Solo fue aquella noche? ¿Lo había abandonado a él? El Uzumaki se echó sobre el suelo de espaldas, mirando hacia el techo no queriendo observar a la Nakiri, quien estaría sin duda bailando nuevamente por haber ganado por...¿cuántas veces habían sido? Había perdido la cuenta desde que pasaron la décima vez, por lo que recordar que fue machacado en un simple juego de cartas no era demasiado factible para su orgullo.

―Mi lady. Se va a caer.

Pam

Crack

Uzumaki Naruto levantó la cabeza alzando la ceja. Delante de él, Nakiri Alice estaba de culo, con los ojos llorosos y una de las patas de la mesa había cedido finalmente ante las terribles danzas de la albina. Pero, ¿cómo lo había lograd? Cuando él se mantenía sobre aquella vieja mesa, jamás la oyó rechinar o quejarse por su peso, que claramente era superior al de la adolescente por mucho.

El ChefWhere stories live. Discover now