De zorros y gatos

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Abriendo la boca en un bostezo que resonó por toda la sala, Uzumaki Naruto el Séptimo Asiento de Totsuki talló sus ojos con la mano derecha, intentando por todos los medios desaparecer la morriña de sus azulados ojos. Levantarse temprano era una cosa, pero tener que lidiar con todo aquel papeleo le causaba mucho más cansancio. Sus brazos parecían pesados y sus hombros apenas parecían responderle. Ahora comprendía a Shikamaru cuando era mandado a la sala del consejo estudiantil, tomando todos aquellos papales por si solo. Normal que estuviera cansado, durmiéndose sobre el escritorio de clase incluso cuando Iruka o Kakashi estaban dando clase.

Golpeando levemente su hombro derecho, Naruto observó las tres pilas restantes de papeles que debía preparar para el día, todo ello por culpa del mismo Isshiki. Aunque no era totalmente su culpa. Algo recaía sobre sí mismo por no haber preguntado sobre las condiciones del shokugeki. El bastardo de Isshiki realmente se la había jugado completamente, haciéndolo ocupar su puesto dentro de los Élite Diez en un puesto donde realmente tenía que lidiar con demasiado papeleo. Y lo suyo no era el papeleo.

Quiero ramen.

Ni siquiera había desayudado. Siendo la Sexta Asiento, Kinokuni Nene lo había arrastrado fuera de los dormitorios, depositándolo en aquella dura silla mientras más y más montones de papeles eran colocados sobre él, siendo muchos de asociaciones abiertas o recién cerradas por el movimiento de Erina, quien parecía querer recortar en gastos deshaciéndose de aquellas agrupaciones innecesarias dentro de la academia.

Parecía que Soma realmente la había detenido, derrotando a una de sus preciadas lacayas. Si Naruto no recordaba mal, fue una tipa amante de la carne, de una familia que se ocupaba de la distribución de las mejores carnes del mundo.

Se sorprendió cuando Soma la derrotó, pero estaba contento por ello realmente.

Naruto estiró completamente sus brazos, echando su cuerpo hacia atrás y notando el duro respaldo de su asiento. Sintiendo como los ojos nuevamente se le humedecían, el joven cocinero talló sus ojos con la mano derecha por décima vez en aquella mañana. Su cuerpo pesaba y el cansancio era demasiado grande. Necesitaba un descanso y dejar a un lado el enorme papeleo sobre su mesa. Mesa que, hasta el momento, siempre perteneció a Isshiki y que ahora era suya por el juego sucio del ex Séptimo Asiento.

Pero realmente lo aplastaré. Voy a bromear con Isshiki hasta que sepa que es el infierno; se dijo el vengativo Uzumaki. Sus ojos, antes azules, ahora eran como dos llamas furiosas y anaranjadas que representaban el fuego de la misma venganza.

Aun así, nada podía hacer.

Resignándose, el cocinero de Uzumaki Ramen tomó nuevamente el bolígrafo con la mano derecha, observando otra de las hojas que estaba sobre su mesa con la solicitud de apertura de un nuevo club de investigación.

¿Sería otro cerrado por la férrea mano de Erina?

Siguiendo el legado de su abuelo, Nakiri Erina había lanzado una cruzada sobre los clubes que no tenían sitio dentro de Totsuki, cerrándolos con la fuerza que su cargo le otorgaba o bien dejando a alguno de sus subordinados lanzarse en un shokugeki para obtener el reconocimiento de la dueña de la Lengua Divina y poder escalar posiciones dentro de la misma academia.

Algo patético.

Naruto dejó el papel a un lado y echó la cabeza hacia atrás, observando el techo de la habitación y dejando que su mente divagara un poco, intentando mandar el cansancio hacia el fondo de su ser y poder volver a centrarse en aquello que estaba haciendo. Una tarea verdaderamente imposible actualmente.

Su estómago no paraba de rugir.

Sin desayunar, sus fuerzas fueron completamente absorbidas por el papeleo desde la mañana, asistiendo a las clases más importantes y deshaciéndose de las clases de comida japonesa, pues él estaba sobresaliendo demasiado en ella.

El ChefWhere stories live. Discover now