🎸Capítulo Doce

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00:00 (Zero O'Clock) – BTS

MITCHEL

Al principio no parecía del todo incómoda, aunque sospechaba que el tocar sus cosas estaba colmando su paciencia. No obstante, eso no fue lo que arruinó el ambiente, fueron mis estupidas preguntas. Me quedé en silencio observando cómo su expresión se fue ensombreciendo y volviendo a subir aquellos muros que parecían imposibles de derribar. Los pocos encuentros que habíamos tenido me advertían que Destiny era como un campo de minas, en el que se debía caminar con cuidado y mantener los ojos abiertos para no dar un paso en falso.

Era esos momentos en los que me preguntaba si valía la pena arriesgarme por una extraña y saciar mi curiosidad. ¿Qué era ese dolor que reflejaban sus ojos? Antes no me había interesado en la vida de nadie lo suficiente como para acercarme de esta forma. Y lo más importante, ¿qué planeaba hacer una vez que lo supiese? ¿Estaba dispuesto a ofrecerle mi ayuda? No es que fuese la persona correcta, ¿se puede ayudar a alguien cuando tú también te sientes perdido? En más de una ocasión he bromeado con ser su amigo, pero no sabía ser uno, no después de llevar tanto meses hundiéndome en mi miseria sin preocuparme en las personas que me rodeaban.

¿Me había equivocado con acercarme? En ocasiones detestaba lo impulsivo que llegaba a ser. Sin embargo, existían otras en que lo agradecía, porque jamás pensé que estar sentado en una alfombra, recargado en la orilla de una cama y al lado de una chica me diese tranquilidad. Antes de arruinar todo con mis preguntas se encontraba sonriendo, ¿por qué tenía que arruinar siempre todo? Me llevé la mano a la boca en puño para aclararme la garganta e intentar que eso llamara su atención. Fue difícil, pero logré que su atención e posaran perezosamente en mí. No tarde mucho tiempo en descifrar la mirada que me estaba dando, esa en la que finges ver a la persona, pero ¿cuál es la realidad? Que estás tan sumergido en tus pensamientos que no puedes hacerlo.

—Tal vez debería irme —comenté.

Destiny no dudo en ponerse de pie, y tuve que imitar sus movimientos. Ella se removió incómoda mientras que sus pequeños pies se hundían y retorcían en la alfombra. Repri la sonrisa que quería brotar de mis labios, porque no era momento para reírse, aunque me hubiese causado demasiada ternura.

—Creo que será lo mejor —respondió sin titubear—. No sé en qué estaba pensando, ni siquiera me agradas.

Di un paso hacia atrás y me llevé una mano al pecho.

—Auch —emití.

—No quería ser... —intentó explicar—. Es que no soy lo que estás buscando.

Elevé una ceja con curiosidad.

—¿Y qué se supone que estoy buscando?

—Alguien con quien distraerte, y solo te traeré problemas.

—¿Tú a mí? —solté una risa—. Oh, vamos.

Si tan solo supiese ni historial no tendría ese tipo de pensamientos absurdos. Destiny se encaminó hasta la ventana, y la observé en silencio abrazándose en busca de calor. Algunos mechones se le pegan al rostro y otros a la ropa dejando manchas de humedad. Mis dedos atraparon el lóbulo de mi oreja y los moví contra el sin saber qué más hacer.

—No le digas a nadie que estuviste aquí. —Su petición fue lo que despertó a mis pies para que empezaran a moverse.—Ambos podríamos meternos en problemas.

—No planeaba hacerlo —dije al tiempo que atravesaba la ventana y me volvía un momento hacia ella—. Gracias por haberme dejado venir a pesar de que no te agrado.

Una ráfaga de culpabilidad cruzó por sus ojos antes de perderse con la facilidad con la que llegó.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Dime.

—¿Ellos son malos contigo?

—¿Quiénes?

—Tus tíos —respondió con timidez.

—¿Qué te hace pensar eso?

—No lo sé... —murmuró dudativa—. Creí que eran la razón por la que no querías regresar.

—Si algún día llegó a agradarte y, me dices porqué le tienes miedo a las alturas, puede que yo te cuente la razón.

Su expresión cambio por completo.

—No pasará.

—Eso supuse —sonreí divertido—. Nos vemos luego, Destiny. 

Lo último que miré antes de soltarme de la rama del árbol fueron sus manos cerrando las cortinas. Cuando mis pies tocaron el suelo me aseguré de no haberme roto ningún hueso. ¿En qué momento pase de caminar por alfombras rojas a trepar árboles? Una ráfaga de viento hizo que mis dientes castañearan y, hasta ese punto, fui consiente de que mi camiseta aún seguía húmeda. No me sorprendía, pocas cosas llegaban a importarme y estar mojado no era una de ellas.

Aunque hace un rato fingí que me había molestado empaparme solo para que ella se subiese al carro. ¿Desde cuándo me había vuelto tan manipulador? Mis cejas se estrecharon mientras una de mis manos buscaba en uno de los bolsillos de mis jeans las llaves de casa. Me reí de mis propias palabras, ¿ahora también la llamaba de aquella forma? Tenía que salir de ese lugar antes de acostumbrarme y empezar a vivir como todos ellos. ¿Era la vida que todos querían para mí? La simple idea me aterraba de formas inexplicables.

Subí los escalones del porche perezosamente y abrí la puerta intentando no hacer tanto ruido. Mi celular comenzó a vibrar y, antes de sacarlo para ver de qué se trataba, cerré la puerta detrás de mí. Emprendí camino hacia el piso de arriba mientras observaba divertido la cantidad de mensajes que me estaban llegando de Susan. No me moleste en desbloquear la pantalla para leerlos, simplemente una vez que entre a mi habitación aventé el celular a la cama. Me deshice de la ropa húmeda que traía puesta mientras caminaba hacia el baño. Necesitaba estar solo un rato, ya mañana lidiaría con los reclamos de Susan.

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