🎸Capítulo Veinticuatro

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Empty – Chase Atlantic

MITCHEL

—¿Tienes un momento? —preguntó Corinne, a mi espalda.

Coloqué la cafetera en su lugar, antes de girarme hacia ella y darle un asentimiento de cabeza. La invité a tomar asiento señalando una de las sillas con mi taza. Me quedé parado, con los pies cruzados y una mano recargada en el meson. Tomé un sorbo de café bajo su atenta mirada y enarqué una ceja.

—¿Qué sucede?

—He notado que estás más silencioso de lo normal y quería saber si todo estaba en orden.

—¿Con silencio te refieres a que no he viajado a Los Ángeles y he vuelto hecho un desastre? —No pude evitar sonar más borde de lo normal—. Entonces sí, llevo muchos días en silencio.

Sus labios formaron una línea fina.

—No te estoy atacando.

Ladeé la cabeza.

—Me es difícil creerte —dije recorriendo el contorno superior de la taza con mi pulgar y la mirada puesta en el suelo—. Cuando una persona te engaña todo lo que sale de su boca después es cuestionable.

—¿Por qué dices eso?

—Los escuché hablar, Corinne —Levanté la mirada en el momento exacto para notar como su rostro perdía color.

—Mitchel... —susurró.

—Si lo aceptas, será más fácil.

—No queríamos que te enteraras de esa forma.

Solté una risa amarga.

—¿Planeaban hacer una reunión e invitar a todo el condado? —mascullé.

Negó con su cabeza.

—Nada de eso.

Es que la situación parecía de no creer.

—¿Te digo la verdad? Me intriga saber qué estaban esperando para contarme que me trajeron con engaños a este maldito lugar. —Y al terminar de hablar fue que me di cuenta—. Después de que cambiase de opinión... —murmuré levantando la vista poco a poco—. ¿No es asi? Corrígeme si me equivoco.

Ella cerró sus ojos.

Su silencio lo confirmó todo.

—¿Así esperan que confíe en ustedes? ¿No respetando una decisión que tomé hace meses?

—Solo queremos lo mejor para ti.

Dejé caer la taza sobre el mesón, y luego tiré de mi cabeza hacia atrás. Sabía que cada uno de ellos era consiente de que mi condición no mejoraba. Sin embargo. Destiny era la única que no se daba cuenta, porque estaba demasiado sumergida en sus problemas para notar mi estado y no la culpaba. Aunque corría el riesgo de que algún día se diese cuenta y lograría espantarla de una vez por todas, pero no deseaba eso. De todas las personas a mi alrededor, era la única a la que quería mantener cerca.

¿Sería capaz de detenerme por esa razón?

—No deberías estar bebiendo café —añadió vagamente.

Elevé un hombro, restándole importancia.

—Hay muchas cosas que no debería hacer.

—Esto no está funcionando —respondió llevándose una mano a la frente.

Sentí una punzada, una de culpabilidad.

—No tendrías porqué estar desperdiciando tus energías conmigo. Te agradezco el hecho de que me sigas dejando quedarme, pero no me debes nada.

—Espero que el día que lo entiendas no sea demasiado tarde.

Junté mi entrecejo.

—Deberías darte por vencida, igual que mis padres —murmuré antes de salir de la cocina.

Tenía planes con alguien en ese momento.

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