🎸Capítulo Veintinueve

18K 2.2K 1.6K
                                    


Changes – Hayd

DESTINY

Mitchel era como el café negro.

Uno que podía quitarme el sueño y, a pesar de eso, calentarme el pecho con su calidez. Nunca había sido buena con las palabras, explicarme era todo un desafío y más cuando no era capaz de entender lo que sentía.

Llevaba días con un remolino de emociones, desde que se confesó para ser exacta, y luego salió por mi ventana con toda la tranquilidad del mundo. ¿Acaso no se imaginaba el estado en que me dejaría? Y no bastó con eso, también me compartió humo directamente de su boca.

¿En qué estaba pensando cuando lo animé a hacer lo que tenía en mente? Si me dijese la verdad, en el fondo deseaba que me besara. Mi cuerpo reaccionaba al recordar sus dedos sobre mis labios, la intensidad en sus ojos, nunca me habían mirado de aquella forma.

Estaba segura de que sí hubiese sido otra persona no estaría comiéndome la cabeza de la misma forma. Sin embargo, por mucho que haya luchado para levantar muros, estos no le fueron ningún impedimento. No tuvo la necesidad de derribarlos y lastimarme en el proceso, él se tomó el tiempo de escalarlos con calma y sin rendirse por muy difícil que fuese.

Se encargó de conquistar mi corazón con cada una de sus locuras. Fueron sus buenas intenciones, su deseo por mostrarme todo lo bueno que existía allá afuera, su paciencia y el afecto sincero que me demostraba en cada oportunidad que tenía. Fue su voz, baja y ronca, sus ojos nublados y ese aire enigmático que desprendían, su sonrisa traviesa, sus tatuajes, su guitarra y su maldito carro destartalado. Era cada pequeño detalle que para otros sería insignificante para mí lo era todo.

¿Me importaba? Sí.

¿Me sentía atraída físicamente? La pregunta ofendía.

¿Me imaginaba con él de otra manera? Más de una vez.

¿Me aterraba la situación? Demasiado.

El sentimiento se asentó sobre mí y me froté el pecho, frunciendo el ceño. Garret fue mi primer novio, hasta llegué a creer que lo que sentía por él era fuerte y que nunca volvería a sucederme, pero me equivoqué. Aunque todavía no pasará nada físicamente entre Mitchel y yo, había un sentimiento de pertenencia, por eso el miedo a arruinarlo y perderlo era mayor. Si me entregaba por completo no habría vuelta atrás para ninguno de los dos. Me parecía sorpendente cómo una persona y algunos meses bastaran para cambiar la vida de alguien por completo.

El Sr. Saltzman movió su mano frente a mí.

—Cuéntame qué te preocupa.

Me aclaré la garganta.

—¿Algunas vez ha sentido que debe hacer lo correcto para no lastimar a alguien, pero en el proceso termina lastimándose así mismo?

—En este caso, ¿qué es hacer lo correcto para ti?

—Sacrificarme —respondí sin dudar—. No ser egoísta, anteponerme por una persona que me importa.

—¿A qué se debe esto?

—Hay una decisión que debo tomar.

Levantó la mirada de su libreta.

—Entiendo, pero ¿no crees que también puede opinar? —Hizo una pausa y yo me quedé en silencio, esperando a que terminara—. Cuando es algo que implica a alguien más, se aconseja que ambas partes estén dispuestas a decidir lo que sería mejor.

—La verdad es que hay un chico... —confesé avergonzada.

—¿Tu amigo?

Elevé mi atención con rapidez al notar cómo lo adivino.

No olvides mi voz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora