🎸Capítulo Veinticinco

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All the things that could go wrong
– Johnny Orlando

DESTINY

¿Por qué me latía tan rápido el corazón?

Me había acostumbrado a su presencia, entonces ¿por qué me afectaba tanto el hecho de saber que estaba al otro lado de la puerta esperándome? No era por la advertencia de Jeremy mucho menos los pensamientos subidos de tono que tuve con él. Solo sabía que no quería seguir escarbando dentro de mí para descubrir que era.

Salí por la puerta conteniendo la respiración mientras bajaba los escalones del porche. La pick up estaba estacionada frente a la casa, y Mitchel se encontraba sentado a la orilla de la capota. Fui soltando el aire poco a poco con cada paso que daba sin dejar de verlo. No tenía la menor idea de qué hacer con mis manos, ¿por qué era tan frustrante no saber qué hacer con ellas? Tuve que fingir que me acomodaba la mochila que llevaba, y cuando me detuve frente a él sonrió dejándome hipnotizada. Extendió su mano para atrapar uno de mis mechones húmedos entre sus dedos y sentí mi corazón ralentizarse.

—¿Ya comiste algo?

Hice un gesto de negación.

—No.

—Entonces tendremos que pasar comprando algo —dijo soltando mi mechón.

—No tengo hambre.

Se burló por lo bajo mientras daba un salto para bajarse.

—Es un viaje de cinco horas, creo que en algún punto te dará hambre.

—¿¡Cinco horas!? —exclamé alarmada.

Empezamos a caminar hacia las puertas.

—Tenemos tiempo.

—¿Para qué?

—Antes del atardecer —murmuró perdiéndose dentro de la camioneta.

Le di una mirada rápida a la casa.

—¿A qué hora volveremos?

—¿Por qué? —indagó con voz apagada—. ¿Alguien te espera al volver?

—Nada de eso —dije al tiempo que me colocaba el cinturón. Me preocuparía si mis padres fuesen de los que castigan, pero pasaba tanto tiempo en casa y sin celular que no existía un castigo que pudiesen darme.

Lo miré de lado y fingió un puchero con sus labios.

—¿Tienes miedo de meterte en problemas con mami y papi? —preguntó con burla.

Volqué los ojos.

—Solo cállate.

—Extrañaba ese maltrató tuyo —Me giré hacia la ventana para ocultar la sonrisa que estaba brotando de mis labios y me coloqué el cinturón de seguridad.

Este paseo era lo que necesitaba para desconectar con mis pensamientos y dejar de torturarme tanto. Minutos después bajé la ventana, pero no tarde en empezar a maldecir por ello. ¿Cómo era posible que me encantará tener la ventana abajo, pero que odiase sentir que me tragaba el cabello? Intenté retirarlos mientras soltaba un suspiro cansado.

—Nunca entenderé porqué te gusta complicarte.

Fruncí el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Tan fácil que es subirla —explicó.

—Me gusta el viento.

—¿Tienes un espíritu animal? —indagó divertido, y luego añadió—: Dime, ¿acaso te crees gato?

No olvides mi voz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora