Tal y como Poseidón había prometido, Nahir tenía dos días libres cada semana, uno siempre lo tomaba como descanso y normalmente solía pasarlo con sus padres en el lago del palacio de Odín, ya fuera leyendo o simplemente jugando, el otro se levantaba desde muy temprano para entrenar con Thor, quien ya lo esperaba cada semana en las puertas del palacio.
Acostumbrarse a su dinámica le fue difícil, el cuerpo del chico aún no había desarrollado la resistencia necesaria y le fue muy notorio a Thor cuando prácticamente lo sacó volando con un ataque, para su fortuna Nahir no le dijo nada a sus padres y aún cuando Poseidón lo notaba adolorido, él no le contó la verdad, pues quería seguir entrenando con Thor, aún a costa de su propia seguridad.
Sabiendo que debería de ser más cuidadoso, optó por cambiar de estrategia y comenzar a trabajar la musculatura inexistente de Nahir, por un momento creía que se excedía con él, pero cada semana el niño lo sorprendía yendo cad vez más lejos con su potencial y sus ataques, incluso, aunque Poseidón no lo quisiera admitir, reconocía que su hijo había mejorado, ya entrenar no le parecía una molestia, pues creía que si igualaba a su padre, Thor no sería ningún problema para él.
No cabía duda que Nahir había heredado un toque de arrogancia de su línea paterna.
—¿A dónde vamos? —le preguntó de repente Nahir reconociendo un sendero diferente al usual para el campo de entrenamiento.
—Iremos al Valhalla.
—Pero...
—Tus padres ya están al corriente y Poseidón me lo autorizó —le informó ante la mirada de duda del pequeño.
Seguía parciéndole un detalle de lo más divertido que aunque el niño fuera a ser el más poderoso héroe de su generación, sintiera un gran grado de intimidación por su madre, a quien procuraba nunca irritar, pues no le gustaba verla molesta, sino feliz.
—Nunca he ido, ¿Por qué no me dejan salir de Asgard? Tú y el abuelo Odín ya han estado en otros planetas, pero yo solo conozco los muros del palacio y algunas calles de la ciudad —se quejó Nahir tomando inconscientemente una de las mangas blancas de Thor, no cabía duda de que seguía siendo un niño pequeño.
—Cuando seas mayor, irás conmigo a Vanaheim o Jotunheim, siempre podemos cazar bestias o gigantes de hielo.
—¡Mi papá ya venció gigantes! —le informó Nahir, Thor asintió.
—Lo sé, incluso se deshizo de un par de gigantes de hielo, por eso mi pasé estaba en deuda con él y...
—¿Sí?
—... Nada —respondió evasivamente Thor.
Una semana después de tomarlo como discípulo oficialmente, había entablado una plática muy intensa con Kalé, donde ella le había dejado muy en claro que no podía contarle a Nahir absolutamente nada del pasado de Poseidón o de la guerra futura en la que se vería envuelto, no quería atormentarlo antes de tiempo, sin embargo, más de una vez estuvo a punto de hablar de más por un descuido, justo como ahora.
—Eres igual que mis padres, no me dices nada —volvió a quejarse el niño.
—Hay cosas que solo ellos pueden decirte a su debido tiempo —le dijo Thor con una mirada serena, Nahir la evadió.
—Es referente a Midgard, ¿No? Digo, la tierra... Papá no habla de su familia, ¿Hay algún problema con ellos? Veo que tú no te llevas tan bien con Loki, lo soportas, pero no por mucho tiempo, ¿Es similar su situación? —preguntó Nahir.
Justo en ese momento Thor vio a qué se refería Kalé al decir que su hijo era un muchacho listo que sabía hacer las preguntas correctas para obtener las respuestas que él quería.
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La batalla por el Olimpo (Continuación de La Tempestad de un Corazón Roto) SNV
أدب الهواة¿Qué hubieran pasado si Poseidón hubiera llegado a tiempo esa fatídica noche? ¿y si hubiera salvado a Kalé y a su hijo? Sin duda alguna su siguiente oponente sería alguien que jamás pensó enfrentar: su hermano Zeus, quien hará todo lo que esté a su...