·VIII·

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- Dame tu mano. - Mandó el mayor, dejando confundido al rubio.

- ¿Qué? Claro que n- ¡Ah! - No le dio tiempo de dramatizar su libertad, siendo su mano tomada por una con venas notorias con el fin de arrastrarlo entre toda la multitud.

- Cállate y sigueme.

- ¡No! Yo solo queróa beber más. - Lloriqueo con un mohin en los labios.

- No hagas berrinche y cierra la boca.

- Cierramela.

Jungkook paró en seco, dandose media vuelta para enfrentar al menor, que tenía una mirada serena y burlezca.

Pero, oh sorpresa, que alguien paso distraídamente a su lado y se tropezó, bolcando toda su bebida en la camisa de Jeon. La mancha no se notaba, ya que la prenda era de una tonalidad demasiado oscura, sin embargo Taehyung se apresuró a caminar hacia los baños para limpiar la tela, no sin antes tomar del brazo al pelinegro.

·•·

- Ven aquí.

- ...

- ¡Muévete, inútil!

El rubio jura haber sólo pestañado. Pero núnca se le pasó por la mente que el contrario usara su velocidad inhumana para llegar hasta el y posar sus manos en su cintura, elevandolo hacia la altura del lavatorio de en medio de los tres que habían en la habitación y dejarlo en la superficie. Aun sin alejar sus manos de su diminuta cintura, en tan solo milisegundos.

- ¿A quien llamaste inútil, precioso? - Sus frentes se rozaban y Jeon estaba tan perdido en los orbes ajenos, que no escucho el grifo del mencionado artefacto ser abierto.

- ¡A ti! - Y cuando la mano del menor estuvo suficientemente cargada de líquido, la lanzo hacia el cabello y rostro del palido.

El de ojos negros tenía demasiados reflejos, y pudo haber esquivado sin problema alguno ese chorro. Sin embargo, la sonrisa de Taehung fue suficiente para mantenerse en su lugar y ser abofetado para soltar el cuerpo delgado y salir corriendo para poder perseguirlo.

·•·

- Sólo sígueme. - Ordenó irritado el mayor.

- Pero después de éstas escaleras no hay otro piso, genio. - Afirmó el rubio, siendo sarcástico con el apodo.

Pero, el pelinegro, le cerró el hocico al rubio, abriendo una puerta cerca del fin de las escaleras, dando pasó a toda la azotea del instituto.

Jungkook se guardó la burla y sólo camino hasta el borde de la parte de en frente de edificio, sentandose en este y dejando colgar sus piernas en el aire. Taehyung copió sus acciones, quedando a un lado suyo.

- Eres raro. - Comentó el azabache.

El menor sólo soltó una risita nerviosa pero camuflada con humor y gracia.

- Y tú eres un vampiro - Contraatacó burlón el rubio.

- Pero eso no quita que tú seas muy raro. - Defendió el azabache.

- Creeme soy mas raro e inusual de lo que crees. - Argumentó el humano, fijando su mirada el los orbes del mayor, que desde antes lo estaban observando.

Cómodo.

Era un silencio cómodo entre los de diferentes especies, inspeccionando cada centímetro del rostro del contrario.

Descubriendo todo el continente de belleza ajeno. Cada lunar, cada peca, cada superficie plana y lisa de tonos llamativos.

El mayor colocó, su mano en la cadera del de ojos azules y lo acercó más, dejando así que sus narices se encuentren.

El rubio sacudió suavemente su cabeza, provocando que sus narices intercambiaran un tierno gesto. Cuando terminó, posó su cabeza en el hombro del azabache sorprendido pero en cierta parte archi-mega-satisfecho.

·•·

- Hey, tranquilo.

- Ghmj.

- ¿Quieres volver a la mesa?

- Gm gm.

- Supongo que eso es un no. - Suspiró el pálido al ver como la diminuta pantera se acomodaba mejor en su regazo, enredando su extenza cola entre sus falanges. Él tenía mucha curiosidad por el multihibrido. Tan grande como la indiferencia que tuvo hacia los demás en toda su vida, hasta ahora. Cada vez le intrigaba más, ya que él no desconocía la presencia de ese algo que había desde que chocaron miradas, sin embargo, ninguno de los dos se animó a intercambiar palabras simples o iniciar una conversación trivial. Eso era aún más raro en él, Yoongi siempre sabía sacar algun tema para poder tener un encuentro alguna noche con un chique cualquiera de vez en cuando, nunca en su estresante e inservible vida no había podido sacar palabras coherentes de sus mofletes gatunos. - ¿Quieres que vaya a buscar comi-

- ¡Mñgiau! - Chilló la pequeña pantera blanca mientras erizaba el pelo de su cola por el miedo de estar de nuevo fundido, aunque sean segundos, en la soledad de ese baño.

- ¡Auch! ¡Ah- bien! ¡Me quedo, pero no entierres tus uñas en mi pecho!

- Gm. - El felino desenterró sus garritas de ese fornido y pálido pecho, en el cual se quería fundir y frotar. Y en el momento más inesperado empezó a ronrronear tan fuerte que el humano llegó a preocuparse, pero se guardó la pregunta y encontro confort con tan sólo acariciar el pelaje ultra-suave del ojigris.

·•·

El azabache estaba a unas cuadras de su casa, se sentía pleno, el momento anterior con su menor lo dejó en serenidad pura, tanto a él como al contrario.

El viento sopló, creando un sumbido solitario, el cual él ya conocía.

De todos modos, el estaba sumido en sus pensamientos, en su burbuja donde lo único que pensaba era el rubio.

- Ahh, ¿que estoy haciendo? - Indigó despeinandose el pelo distraídamente con una mano, mientras con la otra buscaba sus llaves entre su pantalón y su boxer. Si, era precavido, nadie entraba a su casa con vida, solo sus verdaderos amigos. Cuando giró la llave
para luego empujar la puerta hacia dentro, llegó a escuchar lo que parecía una sartén caerse.

Habían dos opciones.

O era alguien fácil de capturar o era ese tipo de alguien.

- O~ puedo ser yop. - Agregó la voz familiar, como si pudiera leer sus pensamientos.

- Ah, eres tú. - Dijo el ojinegro con desinterés y un leve alivio, ya que él podría luchar con cualquiera sin recibir rasguño alguno.

- ¡Hey! ¡Recibe bien a tu padre! - Exijió el mayor, indignado.

- Agh.

El menor fue hasta su padre y lo abrazó como tanto había esperado en esas largas semanas.

·•·

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