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El pequeño pelinegro de ojos cafés, que estaba siendo cargado por su madre, estaba muy emocionado por su primer día de primaria de primer grado. A este le había encantado el jardín y sabiendo que el azabache es muy ambicioso, más de lo que a él mismo le gustaría, tenía en mente superarse en cuanto al número total de amigos de los años anteriores.

— ¿Qué tanto piensas, bebé? 

— Nada, mami, solo quiero hacer muchos amiguitos en mi nuevo salón.

El pequeño azabache tenía un leve sonrojo y este aumentó cuando sintió la mano de su mamá en su cabello, él la amaba tanto y ella lo amaba más que nada en el mundo, obviamente no dejaría que su bebé llegara a su primer día de primaria con el pelo desarreglado.

Jungkook soltó un suspiro de tranquilidad cuando su mamá sonrió satisfecha de su trabajo.

Él recordó porque inicialmente se sonrojó. Habían niños y niñas.

Iugh, niñas.

Él amaba a su mamá, claro que sí, pero ella era la única mujer de su círculo social, de su vida. ¿Porque? Ni él con su pequeño y poco desarrollado cerebro lo pueden descifrar pero no le parece que este mal y tampoco es que ella lo regañe por ello.

— Mami... — La alarma de posible berrinche ha sido activada.

— ¿Sí, pequeño?

— Hay muchas niñas. — El azabache tomó una gran bocado de aire y la culminó suspirando con un puchero. — No me gusta.

— ¿No te gusta? — Él negó con la cabeza. — ¿No te gustan las niñas? — De nuevo, sólo obtuvo un movimiento de negación con la cabeza. — ¿O sea que no te gusto? — Y ella podría jurar que cualquiera pagaría billones por ver la cara de pánico que transmitía el pequeño Jungkook al no poder medir las preguntas en cuestión que le hacía su madre y los gestos que él le demostraba. Él la quería. Él la amaba. ¿Acaso no lo transmitía? Él se esforzaba muchísimo por demostrarlo, cabe aclarar que él era un chico demasiado tímido pero se sentía orgulloso cuando su mamá sonreía o lo abrazaba cuando le daba cientos de dibujos, cartas, sorpresas. ¿Acaso...? ¿Acaso no era suficiente todo lo que hacía?

Ella sólo estaba jugando, ella fue quien no midió sus palabras. Lástima que se haya dado cuenta de esto cuando notó los ojitos de su pequeño, bonito y único hijo cristalizarse.

— ¡No! ¡Bebé! Era broma yo se que me quieres — Decía la madre del pequeño mientras le quitaba y secaba las lágrimas que no paraban de salir con el pañuelo que tenía al rededor del cuello. — Vamos, pequeño, era sólo un juego, ¿sí? Yo también te amo mucho, mi amor.

Ella suspiro de alivio cuando el pequeño dejó de llorar y sonrió con las mejillas sonrojadas y gritando — ¡Sí! ¡Mami dijo que me ama! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! — Decía mientras escuchaba la melodiosa y armoniosa risa de su madre.

— Mi amor. — Recién cuando el pequeño se calmó, dejando atrás sus juguetonas lágrimas de cocodrilo y jugando con su sedoso pelo color marrón tierra mojada, pudo formular una frase coherente. — Yo nunca te odiaría, siempre te voy a amar con todo mi ser, Jungkookie.

En ese momento Jungkook confirmó que su mamá era la única mujer que necesitaba en su vida, que siempre que este con ella todo va a estar bien.

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— Ven aquí, pequeño — Llamó el hombre. — Quiero mostrarte algo, te va a encantar.

— Amor, ten cuidado~

— Mina, mi ángel, sabes que soy lo más delicado posible con mi pequeño demonio. — Afirmó el alto, con una sonrisa que para muchos se identificaría como perversa o aviesa, pero no para el mínimo Jungkook. Cada ves que esa curva en los labios de su padre era dirigida hacia él, le era imposible no estallar en risas, justo como ahora.

— Esta bien, Lu, muéstrasela.

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— P-Pá.

El infierno ardió.

— ¡AMOR, ESCUCHASTE ESO! -— Exclamó, destinado a una pregunta pero saliendo como un chillido muy masculino por parte del hombre mayor, emocionado por el primer monosílabo coherente de su diminuto hijo.

Mina no conservó su risa que era la luz de los días del gran príncipe y el pequeño príncipe de la casa.

— Bebé, di "papá". — Dictó la femenina, siendo observada con ojitos saltones desde el piso.

— Papá. — Él mismo jadeó ante su propio logro de pronunciación, saltando sorprendido en cuanto ya no sentía sus piernitas en el frío piso de mármol, siendo cargado por su padre que se asemejaba a una tetera.

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-— Uno, dos, tles, cinco, osho, nueve, siete, seis y... Mhh, nu me acueldo... ¡Ah, sí! ¡Diez! Te voy a encontlal mami, quielas o no lo hale~

El pequeño niño se destapó los ojitos, antes cubiertos por sus diminutas manos. No siendo consiente de la mirada que tenía encima, una llena de amor y cariño, una mirada que tendría incondicionalmente centrada en él. Para bien o algunas veces para mal, pero en esos momentos el mayor no quería pensar en eso, él solo quería encargarse, junto a su amada esposa, de darle la mejor niñez a su pequeño y único posible hijo, desconectandose de sus labores, mandatos y esas cosas. Poder tener una vida en lo que entra en las etiquetas de normal, hoy en día. Ya que probablemente el futuro sea duro, sin embargo, también hay que aprovechar el bonito regalo que les dio el pasado a ellos, que tanto lucharon, intentaron y finalmente lograron su deseado presente.

Su pequeño demonio, digo, hijo, Jungkook.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un jalón que recibió desde abajo de su pantalón suelto de color crema seguido de un sollozo, que identificaría a kilómetros. Pues cada día su pecho sentía un pinchazo por cada que lo escuchaba, ya que su heredero solía ser muy sensible en cada ocasión, irónico.

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singularity - ktDonde viven las historias. Descúbrelo ahora