La familia Lee tiene un secreto que también es su maldición después de que los antepasados de la nueva generación Lee engañarán una bruja, todo cambiará para esta familia de alfas
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Trabajo, universidad, trabajo y familia, ese era el resumen de la vida de lee Donyoung.
Siempre la misma rutina, despertarse a las siete de la mañana, levantar a sus hermanos y hacer el desayuno para que su mamá descanse, para después ir a su trabajo.
Doyoung ese día se había levantado un poco desanimado, así que decidió salir de su rutina y comprar un café.
-Dodo, espérame -gritó uno de sus hermanos.
Doyoung volteó confundido, sus hermanos nunca lo acompañaban al trabajo.
-oh, Sicheng ¿por qué me acompañas hoy? -buscó algún indicio de que su hermano quisiera algo pero solo tenía una gran sonrisa instalada en su rostro.
-Tengo que comprar unas cosas y la tienda en la que trabajas queda cerca de tu universidad, además de que queda super cerca de mi facultad -dijo mientras pasaba su brazo por los hombros del mayor.
Doyoung solo asintió, el camino entero fue de broma en broma, hasta que salió un tema a relucir.
-¿Y qué vas a comprar, Chengie? -preguntó el mayor mientras entraban en un café.
-Se me están acabando los supresores y... Ya está llegando esa época -doyoung escuchó atentamente, un temor lo llenó de inmediato.
Sicheng y él siempre coincidían en esa época del año, en donde sus hormonas cambiaban totalmente, era una vergüenza llamarse alfas.
«Estúpida maldición», pensó Doyoung.
-Mm, yo también debería comprar -pensó en voz alta.
Ya en el mostrador de la cafetería un apuesto omega le atendió.
Doyoung pidió un frappe caramel y también terminó comprándole un bubble tea a su hermano.
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Llegaron a la tienda y empezó su turno como de costumbre, paz y tranquilidad abundaba en la tienda, ya tenía varios clientes y había abierto hace poco.
Winwin seguía en la tienda después de media hora, a pesar de que ya había pagado y todo.
-¿Por qué no vas a clases, ChengCheng? -le preguntó mientras pasaba por los estantes renovando algunas cosas de estos.
-Me llamaron para decirme que cancelaron mi primera hora y no tengo más clases hasta las once - Doyoung revisó la hora en el reloj y se percató de que eran apenas las ocho.
-Mm ok, pero si te quedas me tienes que ayudar -el menor asintió e hizo lo que su hermano decía, mientras que doyoung se encargaba del mostrador.
Una campana sonó avisando la entrada de alguien más en la tienda.
-Doyooooo, ayudaaaaaa -un delta entraba lloriqueando a la tienda.
-¿Qué pasó, hyung? -dijo con un notable desinterés hasta que escuchó unos sollozos. -Hyung, ¿Qué pasó? -volvió a preguntar ya más preocupado.
