La familia Lee tiene un secreto que también es su maldición después de que los antepasados de la nueva generación Lee engañarán una bruja, todo cambiará para esta familia de alfas
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Liu YangYang era un omega bastante cotizado, venía de una familia de renombre y parecía un total engreído; pero no, solo era un omega un poco mimado y juguetón, que su ropa cara no te engañe, solo eran sus gustos personales.
El día de YangYang había empezado bien, demasiado para su gusto.
Sus madres le habían regalado una nueva colección de maquillaje y un álbum de su grupo favorito, había llegado a la escuela y nadie hablaba de él, todo era simplemente perfecto.
Todo fue excelente, hasta el almuerzo.
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YangYang caminaba tranquilamente con su mejor amigo Chenle, el cual le contaba cómo había encontrado a un alfa con un olor intrigante.
Él quería reírse de su mejor amigo; el bobo había encontrado a su destinado y no se había dado cuenta.
-Chenle... ¿En serio no te das cuenta? -dijo intentando contener la carcajada.
-¿De qué no me doy cuenta, Yangie? -preguntó el más alto.
-Me dijiste que su olor era único, estabas intrigado por él y de paso quedaste todo embobado, además de que una vocecita interior te decía que le des un beso, ata los cabos mi querido Lele -dijo levantando una de sus cejas sugestivamente.
Chenle pareció pensar por unos segundos.
«1, 2, 3...».
Chenle abrió los ojos con sorpresa y miró a su amigo con una cara de miedo.
-Encontré a mi destinado -susurró el alfa.
-¡Chenle! ¿Usaste las dos neuronas que te quedan? -fingió sorpresa.
Chenle lo miró mal, mientras que la cabeza de YangYang ya planeaba la boda de su mejor amigo.
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Lee Jeno era uno de los menores de la familia Lee y había sido el último en presentarse. No había pasado ni una semana de haberse presentado y estaba muy emocionado, aunque todavía no sabía controlar sus instintos bien.
Jeno estaba tan feliz de haberse presentado que se había pasado el día entero como un cachorrito, con sus colmillos fuera y una sonrisa de oreja a oreja.
-Jisungiee, miraa -dijo mostrando sus colmillos con orgullo.
Jisung rodó los ojos y golpeó a su amigo, desde que se había presentado había estado así en la escuela. De repente, Jisung sintió un intenso olor a vainilla en el aire, «demasiado atrayente», pensó.
-Jeno, ya vuelvo -dijo dejando un beso en la mejilla del mayor.
Jeno lo miró con una cara de asco sobándose su mejilla y fue a donde su hermano.
