Capítulo 35:

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Anteriormente en "IMPACIENCIA":

Soy tu amigo, sólo era una pregunta, no tienes que tratarme tan rudo.

Argentina sonrió de medio lado, como si Irlanda acabara de decir algo que le causara mucha gracia.

—¿Desde cuando qué no te guste que te trate "rudo"?— el tono insinuante, su voz grave y aquella mirada tan pícara a la cual nunca se terminaba por acostumbrar lo hizo estremecer, y también lo hizo sonreír.

Argentina se paró de su asiento y camino directamente al de Irlanda, acortando aún más la distancia entre ellos, se agachó levemente y apoyó una de sus manos sobre el respaldar del sillón.

—¿Desde cuando te molesta que lo haga así?— susurró contra sus labios, mirándolo con intensidad.

Ahora:

—Si por mi fuera, te pediría que me follaras, duro, justo como te gusta.

Argentina sonrió ante las palabras insinuantes de Irlanda, pero a pesar de que tenía pase libre para follar, no le causaba absolutamente nada, pero jugar con las personas era algo que estaba en su naturaleza, e Irlanda no era la excepción a esa regla.

—Podría hacerlo, te podría abrir las piernas, y cogerte en este sillón sin problema— Argentina puso su mano alrededor del cuello de Irlanda y atrajo su rostro más cerca del suyo, sólo por jugar con sus nervios, y cuando noto que su respiración se aceleró se atrevió a hablar de nuevo— pero vos me tenes que contestar algo antes.

—¿Qué cosa?— pregunto Irlanda, abriendo instintivamente las piernas.

Argentina guió sus labios en dirección a la oreja de Irlanda y pregunto en voz baja y ronca:

—¿Qué carajos haces en mi casa?

Ante aquella simple pregunta Irlanda se congeló, mientras que todo su cuerpo se tensaba, su respiración se cortó y su suministro de aire también, pues el albiceleste apretó tan fuerte en cuello del mismo que muy pronto no pudo respirar correctamente.

Espera, Arge...— Irlanda puso sus manos alrededor de la muñeca del argentino, mientras que tiraba y pataleaba con la fija idea de liberarse— te estaba esperando...a ti...

Argentina escucho s dificultad para hablar, lo mucho que le estaba costando respirar y sus intentos tan vanos para liberarse de su agarre, le daba algo de pena admitir que a pesar de que estaba cerca de matarlo, no sentía nada.

—¿Qué mierda querés de mi?— pregunto en un tono amenazante y bajo.

P-Pense que podríamos estar juntos, p-pense que te gustaría verme aquí, v-vine a disculparme, por lo del otro día...Arge por favor...n-no puedo...respirar.

Argentina se alejó levemente de él y lo miró a la cara, sonriendo mínimamente ante sus palabras, negando con la cabeza, como si sus palabras no cobraran ningún sentido en su cabeza.

—Nunca tuve que permitir que te acercaras a mi, fue mi error, lo reconozco— Argentina sonrió mínimamente y soltó el cuello de Irlanda, provocando que el pobre país diera una bocanada desesperada de aire, exhalando e inhalando de forma brusca y torpe.

Argentina se terminó de alejar de Irlanda y volvió a sentarse en su sillón, como si nada hubiera pasado, esperando pacientemente a que Irlanda recupere su respiración normal y deje de toser.

IMPACIENCIA Where stories live. Discover now