| 𝐀𝐌𝐈𝐓𝐈𝐄́ | ❝ Park JiMin y Jeon JungKook nunca imaginaron que su relación de mejores amigos pudiera cambiar.
Ninguno de los dos esperaba quedar envuelto en el calor vivaz de una noche de copas y mucho menos entregarse el uno al otro en cuerpo...
₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡ ~ No hay peor ciego que el que no quiere ver~ ₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡•₡
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Su miembro enrojecido y brillante palpitaba por instinto. JungKook relamió sus labios y bajó con las intenciones más perversas y exquisitas que su mente lo oblicuaba a realizar. Su lengua deslizó por los testículos de JiMin, sin prisa y provocando cosquillas. Aquellas descargas eléctricas que le sacudían y desmoronaban, lo volvían loco.
Acarició sus muslos de forma ascendente y con suavidad, mientras su lengua hacía el mismo corrido por su grosor hasta su sensible punta.
Ya era hora de darle al contrario el placer que necesitaba,y no dudó ni unos segundos en introducir con afán la polla del mayor en su boca.
Mientras se la chupaba con lentitud; sus dedos preparaban aquellas zonas penetrantes de su compañero. Y en cuanto lo tocó, este último hizo un pequeño movimiento por lo sensible y caliente que se encontraba, así que dejó de lado la masculinidad para llevar su lengua a su estrecha entrada, a aquel reducido sitio. Le levantó bien las piernas y metió su lengua allí. JiMin no tardó en gemir y sostener las piernas en el aire.
—Por favor, Kook. —Le pidió desesperado. Lo que provocaba en él, supera los límites.
—Relájate bebé, no hay prisa —musitó él, haciendo que descansara sus piernas a cada lado; trepándose un poco encima y metiéndole dos dedos de manera abrupta. Áspera y exquisita sensación para los tejidos epiteliales del mayor.
—Joder, JeonGguk. —Se quejó un poco echando su cabeza hacia atrás y arrugando las sábanas con sus manos en puños. Maldición, el tan sólo tacto del hombre que tenía sobre sí, lo llevaba a ver el cielo y de seguro; dedos como los de él, no encontraría en ningún otro.
—Así está bien, gimemi nombre. Vamos; hazlo una vez más —ordenó al introducir otro de sus dedos, pero esta vez con la mayor cautela posible. No quería lastimar a su compañero o peor aún...arruinar el extasiado momento—. Repítelo —empujó aún más profundo recibiendo un gemido agudo del contrario.
