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CHAPTER FORTY
𝑭𝒐𝒓𝒈𝒊𝒗𝒆 𝒎𝒆
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No me sorprendió en absoluto que el despreciable Reyes hubiera logrado salir impune, gracias a su fortuna y su influencia. El muy canalla tenía acceso a las llaves de mi casa, que pertenecían a Lex, y era evidente que estaba detrás de su desaparición. Ahora que ella había sido llevada a Colombia, las piezas encajaban perfectamente. Sin embargo, sin pruebas concretas, todo se reducía a simples especulaciones. Pero sabíamos que solo era cuestión de tiempo antes de que Reyes saliera por la puerta principal, con su característica impunidad y desfachatez.
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Loco Kamikaze
Danno, ¿dónde estás?
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Yo
Esperando a Reyes, sé que sonara loco, pero tengo un mal presentimiento
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Loco Kamikaze
¿Me necesitas ahí?
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Yo
No, por ahora
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Tras unos minutos de espera, vi al infame salir de la comisaría junto con su abogado. Al verme, sonrió con superioridad y se acercó a mí.
—¿Tienes mi dinero? —preguntó, colocándose las manos en los bolsillos.
—Oye, mira...—le dije, intentando contener mi ira—...sabemos que tú y tu hermano tienen a Lex en algún lugar. Te sugiero que nos digas dónde está. Si le han hecho algo, te juro que les dispararé a ambos y luego, si siguen vivos, irán a la cárcel—
Él se rio y me miró con desprecio.
—Ella está perfectamente bien —dijo—Y seguirá así a menos que no me devuelvas mi dinero. En ese caso, las cosas podrían complicarse un poco para ella—