CAPÍTULO 29

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---- SOBREVIVIENDO ---

Adib Falú

—Ya, vamos a estar bien, -tomo aire —vamos a estar bien-entro al cuarto de Atenea.

Estoy solo en este lugar, sin mi abuela que me aconseje. Ayer no pude dormir, un crudo insomnio inundo mis ojos por toda la noche, la cama y los pensamientos eran tortuosos impidiendo que logre cerrar los ojos.

Mis ojos están hinchados, hay ojeras moradas que cuelgan, mis pies están cansados ​​de alimentar a los miles de animales, la serpiente que me dejo mi abuela sigue enrollada en mi cuello desde la mañana. El lugar luce muy solitario al igual que él cuarto de Aitana.

Salgo desde las nueve de la mañana al mercado a robar cualquier cosa que me aporte comida, desde joyas de turistas hasta manzanas que guardo en mi gran túnica, los elefantes son una ventaja ya que pasan dándome la oportunidad de robar grandes cantidades de pulseras, bolas mágicas que luego vendo a un señor.

—Son dos monedas grandes-dice el señor que intercambia.

—No es justo-protesto.

—Son robadas chico-me da una dos bolsas con las monedas.

—No me alcanza para mucho-le hago un mal gesto escapando de ese lugar con las bolsas de dinero.

Sigo mi recorrido que hago saltando por los techos de las casas, brincando los tejados, entro por los balcones y salgo por un pasillo, todo el lugar es muy bonito y más cuando vives en Arabia con tanta adrenalina. Una regla a la hora de robar es que cuando saltas no te puedes distraer ni poner un pie más cerca del otro porque caes y así fue como yo caí. 

Una chica de cabello negro, ojos azules y un manto con estrellas que cubre su rostro, lleva el vestido de las doncellas del palacio pero lo cubre un Niqab << ¿Qué hace por aquí? << Me levanto de mi caída sobre un montón de arena sacudiendo mi atuendo.

— ¿Qué hace una chica guapa por aquí? -Le ofrezco mi mano.

Ella mira a todos lados antes de abrir el Niqab donde deja ver uno labios carnosos. Mis ojos no los dejan de ver y mi lengua los desea.

—No me mires tanto-jala de mi mano a un pasillo donde hay puras mujeres vendiendo frutos. Agarro uno mordiendo la gran manzana.

—Con razón nos expulsaron del paraíso, todo por los hombres comiendo su manzana.-me acórala en la pared —Te están siguiendo primo así que no me desees,-suspira  —soy tu prima. Abuela Francisca me mando a cuidarte porque sabía que te la pasarías robando.

— ¿Prima? Entonces desee los labios de mi prima.-cierro los ojos —Allah sácame de aquí-ella frunce el seño.

—Nos están siguiendo los hombres del sultán.

—Señor de la tierra.-corrijo —Es que le gusta sentir que nosotros le elevemos el ego hablándole así.

—Me importa una mierda como se llame, tengo 22 años y estoy desgastando parte de mi vida ayudándote en no se que. Deja de ver mis pechos.-me da una bofetada —Vas a ser difícil.

— ¡Auch! -Me quejo —Ni siquiera te estaba viendo.

—Claro que si-sobo mi mejilla roja.

—No te pases prima, tienes buena mano-me alejo de ella —¿Qué? ¿No vienes? -Salgo de ese pasillo.

Ella se acomoda el hiyab y el vestido, sale corriendo mirando a todos lados siguiéndome, la diversión aquí es robar y aplicar una huida exitosa, me columpio por los balcones, trepo hasta los techos de las casas, caigo sobre elefantes, carros que llevan mercancías , reboto en las telas de los puestos, maniobrando de tal manera que pasó desapercibido corriendo hacia atrás.

-GÉMINIS-Where stories live. Discover now