Leo

185 14 2
                                    

Cuando desperté me di cuenta de que mis manos estaban encadenadas a una pared al igual que mis pies dándome poco espacio para moverme. Estaba en una cueva pequeña...tal vez dentro de una más grande, pero no podía saberlo porque había una roca tapando la entrada. Lo único iluminando el lugar era una lámpara colgando del techo. Trate de derretir las cadenas pero no cedían y había algo que hacía que mis poderes no fueran tan fuertes. Entonces se abrió la ¿Puerta? Y alguien o algo lanzo a una chica dentro, ella estaba vestida en un vestido blanco estilo griego que le quedaba perfectamente y su cabello estaba recogido una corona en su cabeza con pequeñas hojas doradas decorándolo.

- ¡LEO!
Ella corrió a mi y me abrazo.
- Calypso, ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?
- ¿Aparte de secuestrarme y amenazarme? No, nada.
- Veo que no has cambiado por cierto, me encanta tu vestido. Te queda maravilloso.
- Tu tampoco has cambiado, Valdez.
Mi novia tomo mi cara entre sus manos y me besó, por un momento nada importo y todo estaba bien. Su aroma a canela me envolvió y ella sonrió. Entonces recordó todo lo que estaba pasando y si expresión cambio.

- Leo, Atlas quiere que sostenga el cielo para que el pueda atacar el Olimpo.
- No lo hagas, no hagas nada de eso. Debes escapar.
- No puedo dejarte aquí.
- Si puedes deber irte, buscaré una forma de que salgas de aquí
- No te dejare aquí, Leo.
- No puedes dejar que Atlas se vaya de su prisión.
- Pero te matara.
- No importa.
- ¡Pero a mí sí! No puedo perderte de nuevo
- Y yo no puedo perderte a ti Cal, y en este momento no hay muchas opciones.
La puerta se volvió a abrir y Leo se quedó helado al ver quién era. Octavian aún más repugnante que nunca estaba parado ahí con una sonrisa diabólica en su rostro estaba parado viendo a Leo con superioridad. Se llevaron a Calypso y me dejaron ahí con el psicópata.

- ¿Octavian?
- Valdez. ¿Recuerdas como la última vez que nos vimos los dos estábamos a punto de morir?
- Yo morí por una buena causa, tu porque tú cabeza está llena de...
- Pero ninguno está muerto, Valdez. Los dos revivimos. Nos parecemos más de lo que crees.
- ¿Es qué me parezco a ti?
- Tus amigos te dejaron morir, a mí me dejaron morir. Somos a los que llamaron locos por ser demasiado ambiciosos pero cuando Grace o Jackson proponían algo aún más grande todos los seguía porque ¿Que cosa no puede hacer un hijo de Júpiter? ¿Que puede lograr un hijo de Hefesto debilucho? Nos compararon con personas como ellos, ellos recibían toda la gloria y nosotros solo estábamos en el fondo. ¿Quien admite que fuiste tú el héroe en la batalla contra Gaia?

No contesté. Detesto cuando alguien sabe exactamente lo que he pensado por bastante tiempo. La primera semana después de mi regreso todos me trataban como al héroe, después de un tiempo la atención volvió a Percy y Jason. Todos volvían a contar sus historias en la fogata y la mía simplemente fue olvidada, ellos preferían esas historias que ya habían escuchado mil veces. Trate de concentrarme en cosas buenas, un chiste o algo pero había algo que no me permitía hacerlo. Tal vez eran las palabras de Octavian y como me recordaron a mi conversación con Nemesis o un grito escalofriante y desgarrador que venía de fuera. Tal vez era la presencia de el chico rubio que me observaba con esos ojos azules helados o su olor a humano hechado a perder.

- ¿Que es lo que quieres, Octavian?
El sonrió aun más y me arrepentí de haber preguntado.
- Tu novia debe sostener el cielo para que Atlas pueda alzarse, pero la inútil...
- No la llames inútil
- ¿Protegiendola, eh? Tu novia renunció a su inmortalidad y pues necesitamos que sea inmortal para que pueda pasar la eternidad sosteniendo el cielo...
- ¿Renunció a su inmortalidad?
- Ahh, no sabías. Interesante. El punto es que podemos hacer un trato, sabemos que si tu amada se queda aquí tu te quedarás aquí y ella hará lo mismo por ti. Podemos hacerte inmortal a ti también y que se turnen para sostener el cielo por el resto de sus días.
- ¿Porque lo harías?
- Porque hay cosas peores que la muerte.
- ¿Y si me niego?
- Pues tendré que matarte. Pero estarías dejando a tu amada Calypso y amigos en problemas mientras tú estás en el Eliseo paseando por campos de girasoles y deteniéndote a oler las rosas. ¿Tenemos un trato?

No lo pensé mucho. Di mi respuesta y espere mi destino.


Se que no es mucho pero estuve bastante ocupada y no tuve mucho tiempo de escribir. Lo siento.

¿Que creen que eligió, Leo?

¿Alguien está leyendo esto aún?

Si hay alguien aquí pues comenten y voten si les gusto, nos leemos pronto.

Un Año Más en la Vida de un SemidiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora