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Frank se lanzó en su cama tal vez por enésima ocasión. Se golpeó el rostro con su almohada y gritó, aunque el sonido salió amortiguado. No podía creer que había quedado como un idiota en frente de Gerard Way.

Pero cada vez que admiraba el libro descansando en su buró sonreía, y podía imaginar al pelinegro en su sillón mientras leía tranquilamente.

Recordaba que toda la tarde luego de verlo había permanecido un poco atónito, Jamia y Evan se reían de él aunque no les prestara demasiada atención. Nada le quitó la emoción de ver a su gran enamorado al menos por unos minutos.

Jugó un poco con las hojas del libro y luego lo abrió, encendiendo su mesita de noche, dispuesto a sumergirse completamente en la historia que para Gerard había sido tan interesante.

***

—¡Gracias!—Frank cerró la puerta del vehículo y se paró en la acera de la casa, vió al taxi en donde había viajado, alejarse lentamente. Ya estaba completamente solo, a unos segundos de llamar a la puerta de su querido Gerard.

Golpeó sus nudillos contra la madera y esperó unos segundos, chequeando que su cabello estuviera bien, al igual que su ropa en general. Los segundos pasaban y nadie salía, pero no se impacientó, quizás la tardanza se debía a que Gerard estaría ocupado.

Finalmente la puerta se abrió y dejó ver al hombre por el que suspiraba, con una bonita camiseta negra de mangas largas, y unos jeans azules. Se veía tan espectacular con las cosas más comunes.

—¡Hola Frank!, bienvenido—sonrió grande y se hizo a un lado, dejandole espacio al castaño para que entrara.

—Hola Gerard, aquí hay un presente para Bandit—su voz era baja inesperadamente, y no podía evitar estar un poco sonrojado.

—Muchas gracias, Frank, estoy seguro que a Bandit le va a encantar—el castaño no podía dejar de dar vueltas en su propia cabeza, haciendolo sentir hasta un poco mareado. Gerard era tan cortés, y lindo, y básicamente cualquier cosa que alguna vez soñó encontrar en alguien—, pasa y ponte cómodo, creo que ya conoces a mi familia por el cumpleaños de Mikey.

—Sí, no puedo decir que realmente los conozco pero...—el pelinegro lo observaba con una sonrisa mientras hablaba, prestando su completa atención—, los he visto.

—Está bien—caminó hasta llegar a la sala y dejó el obsequió en uno de los muebles.

Antes de que el mayor pudiera decir algo, Bandit se dirigió directamente al castaño y lo saludó dulcemente, Frank dejó un beso en su mejilla y la felicitó por su cumpleaños, dejando a todos en la sala estúpidamente encantados por lo dulce de esa escena.

Bandit tenía puesto un bonito vestido de color morado, junto con dos coletas para sujetar su cabello.

—Bien, pueden conversar, o ver la televisión, o comer...—Gerard comenzó a enumerar las cosas que tenía planeado que hicieran, mientras Frank se sentaba en uno de los sillones junto a Michael.

—Está bien, cariño, deja de planificar todo—una mujer rubia rió, observando a su hijo, sabía que estaba un poco nervioso porque lo conocía, y las reuniones no eran específicamente su cosa favorita en el mundo—, ven a conversar con nosotros.

—Pero tengo que sacar las galletas del horno.

Frank inclinó una de sus cejas, ¿había hecho galletas?

Gerard después de mencionar aquello desapareció en la cocina, y pudo ver como la mujer reía junto a su esposo, negando por cómo era su hijo.

Mikey le recordó brevemente el nombre de cada una de las personas, aunque no había demasiadas realmente. Solo estaban ellos, los padres de los hermanos, una de sus tías, un tipo de cabello exageradamente abultado y un niño pequeño que jugaba con Bandit a un lado.

Soon We'll Be Found. [Frerard]Where stories live. Discover now