Capítulo 25

22.4K 1.3K 754
                                    

DEAN ©
Capítulo 25

Con molestia hago a un lado la puerta de la habitación, barro el espacio con desesperación por tirarme sobre ella. Sin embargo, todo se encuentra completamente vacío y sumido en un silencio extraño. Mi ceño se hunde de inmediato y algo inexplicable ataca mi organismo. Con urgencia ingreso en el cubículo, ¿dónde demonios se había metido? Por suerte, antes de perder la cabeza, la luz del baño llama mi atención. Camino hasta allí con determinación, arrepintiéndome en el mismo momento que ingreso y la veo hecha un ovillo en el suelo y con un papel entre las manos.

De inmediato lo reconozco, lo hago porque yo mismo lo he estado guardando durante todo este tiempo.

—Amor —brinca asustada, alzando la cara para verme. En cuanto sus ojos conectan con los míos algo dentro de mi se quiebra. Lo que refleja sus orbes lastima, quema y araña las paredes de mi corazón con una fuerza sobrehumana. El dolor late en su mirada con tanta intensidad que en cualquier momento la romperá, la decepción también brilla sobre ella, pero, sobre todo, el desconcierto a lo que acababa de leer.

—¿Qué es esto? —eleva la mano, dejando a la vista el texto arrugado —. Tiene que ser una broma, ¿verdad? Papá jamás sería capaz de dejarme, él... él es lo único que tengo... Yo... yo sin él no soy nada solo...

Shhh niña —me acerco a ella, arrodillándome y tomándola del rostro —, cuéntame qué es lo que ha pasado, ¿sí? Seguro que juntos le encontramos una solución —asiente efusivamente, tendiéndome los brazos y permitiéndome que la cargue.

La tomo como a una niña, pegándola a mi pecho y dejándola llorar todo lo que necesite. Con el tormento de lo que le hice a ese hombre atacando mi cabeza camino hasta acomodarme en la cama con ella encima.

Era una jodida tortura verla así, tan destruida y dolida. Jamás pude haber imagino que el dolor de alguien ajeno me podía llegar a afectar de este modo, pero ella es la niña, mí niña, con ella todo es diferente y nuevo.

Por eso, a pesar de sentirme la mayor mierda al saber que toda su angustia es causada por mí, la consuelo. Sin saber bien cómo hacerlo la acurruco en mi pecho y le susurro al oído que eso que le ha hecho tanto daño pronto pasará, yo me encargaré de hacerla tan feliz que todo ese dolor se reduzca a nada.

—Es mi padre Dean, él... él se ha ido —susurra pasados unos minutos.

—¿Me dejas? —tomo el papel de sus mano y releo, por décima vez, lo que ese imbécil escribió.

Querida hija mía,

Sé que para ti esto será difícil de digerir, pero, como tu padre que soy quiero lo mejor para ti y, doliéndome más que nada, si quiero verte bien debo irme. Probablemente ahora no lo comprendas, quizás nunca lo hagas, soy tu padre y te dejo, y no creas que es algo fácil para mí, pero no tengo otra opción cariño. Jamás me perdonaría que algo te pasase por mi culpa, así que, si quiero que tengas un futuro digno, debo estar alejado de ti. Todo ha sido culpa mía, por querer curarte hice cosas que no debía, pedí favores a personas innombrables, y ahora, todos ellos quieren cobrarme su ayuda. Si saben que mi tesoro más preciado eres tú te lastimarán, así que, con el corazón quebrándoseme en mil pedazos, desaparezco de tu vida.

Esto no es un hasta nunca hija mía, solo un hasta que la vida nos vuelva a unir.

Te ama, tu tonto padre.

Todavía tengo en mi mente el temblor de sus manos mientras, bajo coacción, escribía estas palabras. Fue tan estúpido, ¿en qué coño pensaba cuando le pidió ayuda a Abruzzi? ¿Qué mierda tenía en la cabeza para meterse conmigo? Solo era un padre desesperado, dispuesto a hacer cualquier cosa para ver bien a su hija. Y su único problema fue no cerciorarse de con quién se iba meter.

Un caos llamado Dean ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora