Capítulo 30

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DEAN
Capítulo 30| Final parte 1

El silencio es lo único que se escucha, siendo interrumpido únicamente por el fuerte sonido de las ruedas rozando contra el asfalto a gran velocidad. Madre había confesado como una cobarde y no puedo negar la envidia que me recorrió cuando aprecié toda esa preocupación maternal en su rostro. Yo nunca tuve eso, por el contrario, lo único que obtuve de su parte fue la sentencia de muerte de mi hermana y la firma de mi condena. Esa mujer que tanto asco me causaba había sido la responsable de que ese hombre se fijase en mí, la única responsable de lo que soy a día de hoy.

Y, a pesar de todo, seguía con vida. Quería meterle una bala en la cabeza, rajarle la garganta, cortarle la lengua, sacarle los ojos o cortarle las venas hasta verla desangrarse con mis propios ojos. Pero, por mucho deseo que tuviese, al momento de llevarlo acabo seguía paralizándome. Esa hija de puta seguía teniendo efecto sobre mí, seguía pudiendo hacerme daño. A pesar de haber experimentando el mayor dolor por su culpa, a pesar de haber vivido mil desengaños por su parte, seguía doliéndome como el jodido primer día. Y eso me molestaba aún más, pero no tanto como el hecho de querer matarla y no poder. Porque nadie puede imaginarse lo mucho que ansío verla morir, sin embargo, no podía cumplir mi deseo más retorcido y enfermo. Porque seguía siendo mi madre, y a pesar de todo, algo dentro en mi interior la hacía importante para mí.

Tyler, Volkov y yo íbamos juntos en el mismo coche, siendo seguidos por todos los demás, mientras nos dirigíamos al lugar exacto en el que, según Samantha, se encuentra Amor. No sabía si esto se trataba de otro juego más, pero para cerciorarme de que no fuese así, mandé a cuatro de los míos a vigilar a ese hijo secreto, con órdenes claras de matarlo si no dábamos con la niña.

Saber que tenía un hermano era la menor de mis preocupaciones ahora mismo, saber que él ha tenido una vida plena y feliz mientras que Holly ni siquiera tuvo la oportunidad de comenzarla sí me jodía. Aun más el ver cómo madre no parece recordar eso, aunque ahora lo entendía. Vivía cegada y conforme con haber podido salvar a uno de sus tres hijos, el autoengaño es la mejor de las curas.

—¿Puedes dejar de pisar huevos o es que se te olvida que Amor está en peligro? —espeto con rudeza, lanzando una mirada amenazante hacia Tyler. Asiente, acelerando.

Cualquier rastro de agradecimiento que tuviese hacia él había desaparecido tan rápido como pronunció aquellas jodidas palabras.

Tres horas antes

—Las coordenadas indican que está a cinco horas de aquí —informo, observando el punto exacto del mapa en el que se encuentra mi niña.

Un lugar en medio de la más absoluta nada, únicamente rodeado por el bosque.

»—Abruzzi se está tomando demasiado en serio la puta venganza —siseo, lanzando un puñetazo a la mesa.

—Matamos a toda su familia, lo que me sorprende es que todavía la mantenga con vida —habla Volkov, torciendo el gesto con confusión —. Qué trama ese hijo de puta.

—Se lo va a contar todo, cualquier cosa que haya hecho se encargará de que Amor lo sepa.

—Y para qué mierda quiere hacer eso —su acento ruso no dificulta el comprenderle, esta vez parece poder hablar tan claro como nosotros.

—Para que le odie —intervine Tyler, que se había mantenido en silencio en una esquina del despacho —. Después la dejará libre y esperará a que las cosas caigan por su propio peso.

—Jodido retorcido.

—Pero daremos con ella antes de que eso pase —aseguro, volviendo la vista al mapa. Estrujo mi cerebro, obligándolo a trabajar con rapidez.

Un caos llamado Dean ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora