Capítulo 29

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DEAN ©
Capítulo 29

Algo se me escapaba en todo esto

No quiero admitir que todo se ha escapado de mi control, que por primera vez no sé qué hacer, cómo actuar o qué esperar de todo esto. Pero la jodida realidad es que todo se ha ido a la mierda, mis enemigos llevaban una gran ventaja en todo esto y no encuentro forma de impedir que logren su objetivo.

Me encuentro bloqueado, paralizado y, sin poder evitarlo, inmensamente asustado. No puedo pensar en otra cosa que no sea la traición de mi madre, en el odio que vislumbre en su mirada, en esas ganas de verme sufrir. No comprendía por qué, ¿es que acaso cree que yo quería que pasase aquello? Era tan solo un maldito crio, nunca olvidaré el error que cometí, pero creí que ella sí. Que, a pesar de todos mis desprecios hacia ella, de mi tosca actitud y lo mucho que la he odiado, nunca dejaría de quererme.

Estaba tan equivocado, ella más que nadie quiere verme destrozado. Quiere que me sienta como ella, sin siquiera saber que no ha habido ni un solo día en el que no haya dejado de sentirme como un auténtico miserable. No debería de perder el maldito tiempo pensando en lo que esa hija de puta pretendía hacerme, no cuando siempre me ha importado una mierda, sin embargo, su traición dolía y por mucho que tratase de evitarlo, no soy capaz.

La dureza en su mirada, la frialdad en sus palabras y la firmeza de sus actos abrieron en mi una herida nueva. Una que, según pasaban los minutos, más se desgarraba, haciéndome sentir débil, inútil y tan poca cosa como siempre he creído.

Quiero matarla, más que nada en este jodido mundo, pero eso tendrá que ser después, cuando mi reina vuelva a estar a salvo, cuando sepa que nadie pretende lastimarla y me cerciore de que, nunca más, se atrevan a ponerle un dedo encima.

La puerta de mi despacho se abre sin previo aviso, no me exalto ante ello. Tyler entra a grandes zancadas con una Tablet entre sus manos, la última vez que hizo eso acabé matando al padre de Amor, ¿a quién deberé asesinar esta vez?

Se detiene frente a mí, dejando caer el aparato contra la mesa. La dureza de sus gestos me deja saber que está de todo menos contento, las venas marcándose bajo su piel demuestran lo mucho que ansía matar y el brillo en sus orbes lo preocupado que está. Evito contagiarme de su actitud, tomo la Tablet, pero antes de poder ver nada su voz me detiene.

—Quiero matarla yo mismo —gruñe furioso.

No hablo, no cuando no puedo cumplir con su petición. La traición de mi madre cambió algo en mí, como si esa parte cruel y enferma se hubiese multiplicado, ganando terreno en mí y convirtiéndome en una pesadilla andante. No pienso dejar que ninguna persona tras esto quede con vida, quiero acabar con sus vidas con mis propias manos. Hacerles ver que jugar con lo que es mío tiene un precio.

Golpeo la pantalla un par de veces, esta se enciende, dejando frente a mis ojos el pasillo que da a mi habitación. Hundo el ceño de inmediato.

—¿Cuándo pusiste la cámara? —averiguo, centrado en las imágenes que se reflejan frente a mis ojos en cuanto le doy a play.

—Hace dos semanas, cuando Abruzzi escapó creí conveniente tener el club vigilado. Hay más de quince —asiento.

El pasillo vacío comenzaba a impacientarme, pero antes de lanzar el dichoso aparato, el cuerpo usado de Lizzy hace acto de presencia. Contonea sus caderas de un lado a otro antes de llegar a la puerta, parece buscar algo en sus bolsillos antes de tomar la manilla y, con la mano libre, introducir una llave en la cerradura. Justo en ese momento gira el rostro, sus ojos se dirigen a la cámara, sonríe y lanza un beso. Entonces la puerta se hace un lado y su sucio y usado cuerpo ingresa en la habitación.

Un caos llamado Dean ©Where stories live. Discover now