capítulo cuatro.

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Habían tomado el bus, Miyeon estaba bien con caminar pero Minnie no. La tailandesa se sentía realmente cansada, mientras menos esfuerzo tuviera que hacer, mejor.

—¿Sabes que mientras más descansas, más cansada te sientes? —Miyeon dijo a mitad del viaje. Minnie había recostado su cabeza en su hombro y la había abrazado, acurrucandose. Mientras que Miyeon estaba sentada mundanamente como el resto de los pasajeros.

—Eso es mentira. —Minnie aseguró. Había cerrado los ojos pero estaba lejos de quedarse dormida. —Mientras más cansada te sientes, más debes descansar.

—Hablas como si fueras un trabajador después de una jornada completa. —Miyeon se burló. —Yo ni siquiera debería estar aquí, me vas a meter en problemas.

—Somos adultas, Mymy. ¿Qué van a hacer nuestros profesores? ¿Llamar a nuestros padres? —Esta vez fue su turno de burlarse. —Y estás aquí porque querías salir conmigo.

Miyeon rió incrédula ante la seguridad de Minnie, pero no dijo nada. Después de todo la menor tenía razón.

El resto del viaje transcurrió tranquilo, Minnie se quedó dormida en los brazos de Miyeon, y Miyeon no hizo nada por despertarla. Habían acordado en salir al centro, en buscar algún local que les llamara la atención para improvisar una cita, pero notando que la tailandesa estaba realmente cansada Miyeon tuvo otra idea.

Tres paradas después la despertó. A Minnie le costó separarse de ella y ponerse de pie, pero aun más le costó ubicarse cuando bajaron del bus.

—Iremos a mi departamento. —Miyeon le explicó cuando la notó confundida. —Podrás descansar mejor allí. Haré café y wafflets para ambas.... ¿Te gustan los wafflets?

Miyeon le tomó la mano a la alfa menor, quien le correspondió sin dudarlo. Se apoyó en ella, dificultandole el caminar, pero como de costumbre Miyeon no le dijo nada.

—Me siento muy mimada. —Dijo Minnie sonriendo algo adormilada. —Me gustan, sí.

Miyeon sólo rió, no era la primera vez que no sabía qué más decirle a la tailandesa, pero nunca se sentía incómoda cuando se quedaba sin palabras. Era sencillo estar con ella, no necesitaba hablar para llenar los espacios vacíos, porque no los habían... era como si, de alguna forma, se complementaran tan bien que lograban coincidir hasta en los silencios.

Tan pronto como entraron al departamento de la mayor, Minnie cayó rendida en el sillón del living. Miyeon no le dijo nada y solo prosiguió a la cocina para preparar café y wafflets, tal cómo había ofrecido.

Cuando tuvo listo tanto la mezcla de café como la mezcla de los wafflets quiso asegurarse de que la tailandesa seguía despierta o con apetito al menos, por lo que volvió a la sala de estar.

Y menos mal, porque Minnie parecía haber caído profundamente dormida.

La miró con un cariño que no sabía que tenía. Tomó una cobija que siempre dejaba a mano en otro sillón más pequeño y tapó a la menor, asegurándose de que no tomara frío. Ese debió haber sido su pie para retirarse, pero Miyeon se sentía incapaz de dejarla, su pecho parecía oprimirse por cada centímetro que estaba lejos suyo.

Se arrodilló en el suelo, quedando a su altura. Admiró cada pequeño detalle de la extranjera, lamentándose por haber dejado su celular en la cocina. Le habría tomado una foto, o dos...

—Esta debe ser la peor cita de toda tu vida. —Dijo Minnie de repente, sobresaltandola.

Miyeon la miró incrédula, la menor ni siquiera había abierto los ojos. Podía jurar que se había dormido, por lo ronca que había salido su voz. Lo que hacía todo más espeluznante.

—¿Estuviste despierta todo este tiempo? —Preguntó recuperándose del susto.

—No, me despertarse tú, Mymy. —Respondió a duras penas, se oía como si le costara soltar las palabras.

—¿Yo? No hice nada.

—Te sentí.

El pecho de Miyeon se sintió cálido de repente, era difícil de explicar. Sus corazón latía rápido, como si acabara de correr una maratón. Todo se estaba saliendo de control, lo sabía, pero la rapidez de su latir no se debía al miedo ni al nerviosismo; Miyeon se sentía emocionada por las palabras de Minnie. Y ahora, ridículamente temía que la menor lo notara. Que lo sintiera, como decía haber sentido su presencia.

—Levántate, ya casi está todo...

Miyeon intentó ponerse de pie y huir de allí pero Minnie la tomó de la muñeca, impidiendoselo.

—Mymy, dime que quieres estar conmigo. —Habló más estable esta vez, ya mirándola a los ojos.

Miyeon podía oír sus propios latidos, como si hubieran subido el volumen violentamente. Esta vez sí, se sentía nerviosa.

—¿Por qué? ¿Qué cambia que lo diga?

—Lo cambia todo. No sirve de nada que yo perciba las cosas, si tú no las confirmas.

—Sí quiero estar contigo. —Respondió rápidamente, ignorando la pequeña voz en su cabeza que le recordaba que no estaba haciendo lo correcto. —Y esta no es la peor cita que tuve, no podría serlo estando tú.

Minnie sonrió satisfecha, feliz. Irradiaba tanta alegría que contagió a la mayor, provocando que sonriera en contra de su voluntad.

—Tengo muchas ganas de besarte. —Comentó Minnie de repente.

—No. —Miyeon respondió tan rápido como pudo, zafandose del agarre de la menor para poder ponerse de pie y finalmente huir de allí.

Minnie la observó alejarse, riendo enternecida con la reacción de su mayor.

(...)

Shuhua caminó por los pasillos vacíos de la universidad, lamentándose por no ser más sociable. Se sentía aburrida sin Miyeon, y no tenía la confianza que necesitaba para ir con Yuqi, sabiendo que esta seguramente estaría con sus amigos. A demás... ¿Qué se suponía que diría? Sería evidente que le gustaba, y ella no estaba lista para declararse aún.

Se dirigió al baño, ya que Miyeon no necesitaba de su estúpido aroma a fresas, podía al fin ponerse su colonia favorita y cubrir su olor. Shuhua no sabía si existían más omegas que odiaran su propio aroma o si ella era un bicho raro que llevaba todo a otro nivel, prefería que fuera al primera, porque en verdad no deseaba que nadie se sintiera como ella; incomoda en su propia piel.

Sus pasos se detuvieron en seco cuando vieron a la alfa, ésta la miraba con cara de pocos amigos. Suavizó su expresión cuando notó que Shuhua no tenía intenciones de huir como lo hizo la vez anterior, y como si le leyera la mente y supiera que se estaba cuestionando qué hacía allí dijo:

—¿Tienes un minuto, Shuhua? Quiero hablar contigo.

Todos sus sentidos se pusieron alerta, como si estuviera expuesta a algún peligro. Shuhua se tranquilizó a sí misma diciéndose que no fuera tonta, que nada estaba mal.

—Claro, Soojin unnie. —Respondió con su rostro inexpresivo, ocultando el nerviosismo que le generaba el repentino interés que la mayor tenía en ella.

Soojin entró al baño sin agregar nada más y Shuhua le siguió sin cuestionarse.

Por error.   ♡ ˗ˏˋ MiMinWhere stories live. Discover now