- Capítulo 36 -

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...El número al que usted está intentando llamar, no existe, o se encuentra fuera de servicio...


Volvió a colgar, por quinta vez consecutiva, al no tener respuestas de él. Soltó el aire con pesar y tiró el celular sobre la cama, pasándose las manos por el pelo con desesperación, afligida.

¿Dónde estaba Michael? ¿Qué estaba sucediendo con él? ¿Por qué había desaparecido así, sin previo aviso, cuando estaban en su mejor momento?

Desde el día en que ella debió haber ido al departamento para la cita con él, Michael desapareció completamente. No respondió ni uno de sus mensajes o llamadas, al principio Venice supo entenderlo, creyó que él estaría molesto con ella por haberlo dejado plantado sin ninguna justificación, así que entendía si él se negaba a devolverle las llamadas. Al menos los dos primeros días, lo supo entender. Pero una semana después, sin tener noticias por completo de él la llegó a preocupar seriamente. Lo llamaba, una y otra vez, le llenó la casilla de mensajes, lo fue a buscar al departamento más de dos veces. Nada, no consiguió nada.

Dos semanas después, esperando con ansias a que el teléfono sonara y fuera él, dejándola oír su voz, diciéndole que todo estaba bien, pensó en ir a buscarlo a Neverland, pero no lo hizo.

Era claro que Michael estaba molesto con ella, que no quería verla, de otra manera, ¿por qué se habría desaparecido así? Pero Venice seguía sin conocer el porqué de su indiferencia, y aunque se rompía la cabeza con preguntas, dudas y miedos, no fue a buscarlo, porque si él no quería verla, ella lo respetaría. Solamente pedía una explicación, nada más. Su silencio la estaba perturbando.

¿Qué diablos había pasado, Michael?

Ya iba a ser tres semanas sin saber nada de él, no podía soportarlo ni un segundo más. Se replanteó la idea de ir a buscarlo a su casa, y aunque se había negado en un principio, mandó todo al diablo y tomó sus cosas, decidida a ir a buscarlo.

Tomó su bolso, y las llaves del Mercedes; justo cuando salía de la habitación, se topó con Steve en el pasillo y se detuvo, ocultando las llaves. La poca luz de la tarde le pegaba en el cabello rubio, de traje y corbata, zapatos bien lustrados y su maletín en mano, mientras que con la otra sostenía su teléfono.

Levantó la vista y la vio frente suyo. Venice quedó atónita por el gesto de desinterés que hizo cuando notó su presencia allí.

—¿Vas a salir? —le preguntó Venice, con voz flagelada.

—Sí, tengo una conferencia en Beverly Hills que convoca a todos los gerentes y administrativos importantes de la disquera, en media hora, así que ya me voy —dijo, regresando su mirada con mayor interés en su celular. Antes le echó una mirada de reojo—. Y al parecer, tu también vas de salida.

—Eh..., si, es que... pensé en ir por unas compras para la cena, y luego pasar a buscar a los niños.

—No será necesario —la interrumpió, sin mirarla—. Mamá me avisó que se quedarán a dormir con ella, a menos que tengas algún problema con eso.

Venice se quedó desconcertada con su actitud, ese trato frio que ahora tenía con ella no lo llegaba a comprender. Hasta hace solo unas semanas él era el tipo más dulce, romántico, atento y buen hombre que se podía encontrar. Y ahora, de golpe, se volvía en este tipo frio, que apenas y notaba su presencia, que ya no le dirigía la palabra y cuando lo hacía, la trataba con indiferencia y cierto desprecio. Que evitaba pasar tiempo con ella, que directamente la evitaba a ella, quedándose hasta tarde en la discográfica, siendo atento y cariñoso solo con los niños. Estaba mareada, no entendía sus cambios, su manera de ser con ella. ¿Qué estaba sucediendo?

Tuya, Por Hoy ✔Where stories live. Discover now