- Capítulo 11 -

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—Debiste haberme avisado —le refutó Venice a Steve, apenas regresó a casa, cuando se enteró de que Mark había ido a una fiesta de cumpleaños sin su autorización.

—Amor, la fiesta era en la mañana, tu no llegabas hasta la tarde y él realmente quería ir.

—No es excusa suficiente, pudiste haber llamado. Al menos para notificármelo.

—Ya lo sé, pero la niña que le gusta de su salón iba a estar allí y él quería ir.

Venice dejó el plato en el escurridor, secándose las manos y volteó a ver a su esposo parado al lado suyo. Con una expresión seria y disgustada, levantó una ceja como apurando una explicación.

—¿Y todo por una chiquilla?

Steve rio, —. No es una chiquilla, cariño.

—¿Acaso la conoces?

–No, pero para Mark es importante. Él la quiere de verdad.

—¿De qué estás hablando? —se molestó—. Es solo un niño, no sabe de esas cosas.

—No lo parece cuando habla conmigo.

—¿Lo has estado alentando en esto?

—¿Por qué no? Mi muchachito está creciendo, ¿qué padre sería si no lo apoyara?

Para Steve esto era solo una simple discusión inofensiva con una madre celosa, pero Venice estaba explotando ante la simple idea de que su hijo estuviese enamorado, siendo tan joven e ingenuo.

—Tampoco eres el mejor padre del mundo apoyándolo en esto cuando solo tiene ocho años, su único interés deberían ser los estudios y nada más.

Steve frunció el ceño, —. Pero, ¿de qué estás hablando, Venice? Son solo niños...

—Por eso mismo, no es cuando tienen que pensar en enamoradas, ni en nada de esas absurdas cosas —dijo, y el resopló, hastiándola más

—Ahora veo porque no te lo ha contado a ti...

—¿Qué significa eso? —le interceptó.

—Que estas exagerando por nada, ¿no lo ves?

—Es un niño, son unos niños aún. No quiero esto para ellos, quiero que estudien, que hagan cosas importantes. No quiero tener que verlos tristes, desolados o sufriendo por una niña.

—Pero es algo natural de la vida, tu no podrás evitar que se enamoren por siempre.

—Lo haré mientras esté viva y ellos sigan siendo mis niños. Eso es solo una estupidez y mucho más a su edad, solo perderán tiempo valioso que podrían invertir en sus cosas, en la escuela.

—¿Por qué hablas así? No todos somos iguales, si te basas en tus malas experiencias para aconsejarlos entonces quizás si salgan heridos.

Venice se volteó con brusquedad, cerrando el grifo de la pileta de los trastes.

—Sé directo, ¿qué quisiste decir? ¿Qué hago todo mal? ¿Qué es mi culpa? ¿Quieres exponer mis errores en público? Ah, y por qué mejor no lo haces con los tuyos, ¿eh?

—¡Venice!

Se vio obligado a subir el tono de voz, Venice no parecía calmarse tan fácil. Se acercó a ella, con cuidado a que no rechazara su acercamiento, la tomó por los hombros y la miró fijo.

—No es nada de lo que estás diciendo. Si, son unos niños, y aún tienen que velar por otras cosas antes de una noviecita. Pero es algo de la vida que pasa y no puedes evitarlo. Yo no digo que sea tu culpa, pero no dejes que tus malas experiencias te venden los ojos, que no dejen que los niños también vivan ese algo tan hermoso como lo nuestro, ¿no?

Tuya, Por Hoy ✔Where stories live. Discover now