- Capitulo 52 -

206 35 50
                                    

—Michael... Michael —lo llamó, en un susurro—. Despierta, ya tengo que irme... Michael.

Lo movió, con suavidad, intentando despertarlo. Se removió apenas y abrió los ojos, adormilado.

—¿Qué sucede?

—Me tengo que ir —murmuró, sonriendo por los gestos de él, se estaba volviendo a dormir—. ¿Me escuchaste?

—Quédate...

—No puedo. Ya es tarde.

—¿Porqué? ¿Qué hora es?

—No lo sé, pero ya oscureció —dijo, mientras él se tallaba un ojo. Sonrió—. Se supone que solo íbamos a dormir la siesta, y nos quedamos dormidos.

Michael sonrió adormilado, —. Ya no te vayas..., es tarde. Quédate.

—No, los niños están solo. Solo puedo darte unas dos horas más y me iré. ¿O prefieres seguir durmiendo?

—Eres mala... —bufó. Ella sentada en la orilla de la cama le acarició el rostro adormilado, mientras se le quedó mirando. Él sonrió, tomó su mano y tiró de ella, regresándola a la cama, al lado suyo.

La hizo reír.

—Quédate o te secuestro.

—Estás loco, Jackson. —Sonrió.

—Sí, me lo dicen seguido —bromeó, robándole un beso. Después la rodeó en un abrazo, acostados.

—Me lo estás haciendo difícil. Ahora no quiero irme.

—Esa es la intención —confesó, sonriente.

Tenía la ropa puesta, al igual que ella. solo estaban descalzos. Se habían recostado en la cama de él con la intención de dormir la siesta y nada más. Se encerraron en la habitación, y entre charlas intimas, risas y besos se habían dormido. Ella se despertó alterada cuando vio que la habitación había oscurecido. Ya era de noche, Steve ya habría regresado del trabajo y estaría cuidando de los niños, pero de todas formas debía volver. Solo que, dejar a Michael no era algo fácil de hacer, aunque se volvieran a ver mañana otra vez.

—Venice...

—¿Si? —dijo, levantando la mirada, vio su rostro entre las sombras de la noche. Le sonreía.

—Te amo.

—Yo te amo más.

—¿Te quedarías conmigo hasta el fin?

—Solo si me lo pides.

—¿Me amarás aún en los días que llegues a odiarme?

Ella sonrió. No sabía porque de pronto le preguntaba estas cosas. Su corazón latió fuerte. Asintió.

—Si me prometes que tú también lo harás conmigo.

—Lo haré, créeme —dijo—. Y tú, ¿formarías una familia conmigo?

—Si, por supuesto.

La volteó a ver.

—¿Y te casarías conmigo?

Sus ojos se abrieron con sorpresa, —Por Dios... Michael... ¿lo dices enserio?

—Hmm, no tengo el anillo aún, pero, si te lo pidiera... ¿qué dirías?

Venice soltó una risita.

—Diría que estás loco.

—¿Por qué?

—Por querer casarte conmigo, por eso.

—Bueno, supongo que ya no tengo cura.

—Entonces yo tampoco —susurró, y lo besó en la frente.

Tuya, Por Hoy ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora