- Capítulo 27 -

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Una semana después de aquella cita, volvieron a verse. Esta vez, la playa esperaba por ellos.

Lo hablaron por teléfono cuando ella lo llamó y Michael se encargó de deleitarla con los planes de su próximo encuentro. Mintió de que estaría disponible, aunque fuera entre semana y accedió. Él prometió esperar con ansias ese día. Mientras, Venice armaba su próximo engaño para con Steve. Le dijo que iría a pasar el día entero con su padre porque necesitaba hablar con él sobre esto y aquello, lo expresó todo tan creíble y emotivo que el pobre ingenuo de Steve ni dudó en decirle que fuera y se tomara su tiempo. Después de todo, estos podrían ser los últimos y únicos momentos que compartiría con el moribundo de su padre. Prometió salir temprano del trabajo y cuidar de los niños. Ella se lo agradeció y lo recompensó en la cama.

El día anterior a la cita con Michael fingió una naturalidad tan espontánea en ella que nadie nunca sospechó de que estuviera viviendo dos vidas. Por la mañana limpió la casa, se arregló y fue a hacer las compras para la casa. Además, retiró su paga por la venta de su libro más reciente. Sus ventas no disminuían. Las críticas alababan a la escritora y a su obra, otras, no muy convencidas, opinaban que al libro le faltaba más vida como para poder considerarse lo mejor de la escritora, más sentimiento. Pero como fuera, su nombre (Pilar Wesley, por supuesto) seguía estando entre los más vendidos en género poesía.
Con una parte del dinero se compró algunos libros, gafas de sol, un vestido de verano, y cosas para los niños, además de juguetes.

Regresó a la casa y preparó todo para mañana, escondiendo el pequeño bolso con cosas para la playa en el fondo de su armario de ropa. Como estaba sola, ya que los niños estaban en la escuela y Steve en la disquera, aprovechó la compañía de la soledad y colocó música de Sinatra. Se fumó un cigarro en el balcón y escribió algo.
Cuando cayó la tarde llenó la bañera y se desnudó. Mientras tomaba su baño sólo podía pensar en Michael y en sus manos tomándola con firmeza, en sus besos y la manera en que le alteraba las ideas, en sus palabras que la hacían estremecerse. Era tan magnético, único. Su mirada la encendía, sus labios la hacían delirar, perdía la cordura cuando se le acercaba de golpe.
Desde esa noche en que durmió con él sin hacer otra cosa más que eso, no pudo parar de extrañarlo a cada segundo. Aunque significara algo terrible, Venice estaba estúpidamente enamorada hasta las células, de Michael.

¿Qué es una familia realmente?
Yo nunca tuve una
Así que, alguien por favor, dígame que es una familia.

Tengo miedo de tener una
Y por ser ajena a ese concepto, terminar perdiéndola.
Aunque no sería mi culpa...

Soy una fulana solitaria
Y así voy a morirme
Como una perdedora
Pero no me importa, porque aun soy joven
Estoy enamorada
Y para eso nacimos, para simplemente morir.

Pilar Wesley.


(...)

Steve tenía rato mirando por la ventana de su oficina, perdido en la nada. Su monitor aún estaba en blanco, le faltaba concentración para terminar el trabajo del día. Pero estaba con la mente en Marte, o tal vez, un poco más cerca.

Afuera de su oficina se escucharon ruidos, voces, y los pasos apurados de alguien en tacones. Steve pareció volver en sí, se levantó y se acercó a la puerta, observando lo que sucedía.

Era ella, Aitana, llegando estrepitosamente tarde al trabajo.

—Lo siento. Buenos días —saludó apenada a los demás empleados, estaba roja. Se dirigió a su escritorio.

Steve la observó moverse con ojos atentos. Tenía ese estilo característico de ella tan joven y lleno de vida que él muchas veces se había preguntado que hacia encerrada en una oficina aburrida como esta. El cabello rubio castaño desenfadado y voluminoso, imposible pasar desapercibido así.

Tuya, Por Hoy ✔Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz