Parte 3

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Con cautela, caminó lentamente hasta el inicio de las escaleras que Eleanor le había dicho no bajara. Escuchó a la mujer que le había ayudado gritándole a otra persona, ordenándole que muriera, por lo que se le hizo bastante extraño y su curiosidad creció desmesuradamente. Bajó los escalones colocando un hechizo silenciador en sus botas y llegó rápidamente hasta una gran puerta de latón que estaba entreabierta. Se deslizó dentro del lugar y vio como la mujer luchaba para que algo le soltase su vestido. Miró hacia el origen del escándalo y encontró a un hombre al borde de la muerte, que expelía sangre desde su garganta a borbotones.

Bellatrix se dio cuenta que la mujer que le había ayudado ciertamente estaba metida en algo bastante turbio y le llamó la atención en demasía, pero más aún el hecho que por su euforia no se había dado cuenta que ella había entrado en el lugar, cosa que a ella misma jamás le había pasado, porque siempre estaba alerta de lo que pasaba a su alrededor. Como no hacía ruido al caminar, se puso detrás de ella y la vio percatarse que dentro del sitio había otra persona que al parecer Eleanor conocía, pero no era más que una vagabunda con el cuello cercenado.

Para la Mortífaga, todo aquello era lo que la estaba llenando de vida. Hacía mucho tiempo que no estaba en presencia de una situación así. Cadáveres en el suelo, brotando sangre desde sus cuerpos, el olor a hierro y descomposición a su alrededor. Se puso a recordar los días en los que se dejaba llevar ligeramente por su sed de hacer sufrir a los demás y los terminaba llevando a la locura, hasta ese punto de inflexión donde le suplicaban que los matase. Estaba totalmente asombrada de que una simple Muggle estuviese metida en algo como aquello y se dio la licencia de observar el entorno. Una mesa con lo que parecía ser carne trozada, pero que con un ojo analítico se apreciaba que eran trozos de carne humana, más que nada por las manos y dedos que se lograban ver. Un molinillo grande que en la parte superior tenía lo que debía ser la "carne" y un horno gigante, donde perfectamente podía caber una persona de pie dentro de este. No le tomó mucho tiempo el entender que era lo que hacía esa mujer en esa parte de la casa y el por qué le había pedido que no bajase hasta ese lugar. Podía entender porque había sentido esa curiosidad en Eleanor, podía darse cuenta de esa atracción que la mujer le había hecho sentir, pero seguía teniendo una pizca de duda en la energía que había sentido cuando tocó su mano, sin embargo, decidió que luego lo averiguaría.

Eleanor aún no se daba cuenta que Bellatrix estaba detrás de ella, puesto que escuchó unos pasos bajando la escalera y se había puesto a tirar del cuerpo de la vagabunda que había visto anteriormente. La bruja al momento en que escuchó los pasos, se colocó un encantamiento desilusionador encima y se había mimetizado con el lugar. Un hombre con sangre recorriéndole el rostro entró rápidamente dentro del escenario. Bellatrix no lo había visto jamás durante aquellas horas que estaba despierta, por lo que su curiosidad crecía cada vez más

—¿Por qué los gritos? —inquirió el hombre. Bellatrix lo analizó rápidamente y pudo notar una pizca de locura en su mirada. Ciertamente su forma de vestir y la prestancia que impostaba el hombre eran bastante extrañas. El mechón de cabello blanco que lucía tampoco ayudaba mucho, además que las insanas ojeras que tenía y la palidez en su rostro la hacían pensar que perfectamente podría haber sido un preso de Azkaban

—Se había agarrado a mi vestido, pero ya murió —contestó Eleanor con nerviosismo, tratando de sonar segura de lo que decía mientras seguía tirando del cuerpo

El hombre se acercó hasta la mujer y le indicó que abriese el horno con una voz altamente agresiva y demandante mientras le empujaba por el hombro. Bellatrix veía la situación estando muy intrigada, por lo que se recargó en la mesa donde estaban los trozos de cuerpos mutilados y corrió uno de los dedos que le tocaba el vestido. Vio como Eleanor se acercaba hasta la puerta del horno y miraba con nerviosismo lo que sucedía a su espalda, con una cara de real terror. Todo se le estaba haciendo muy divertido a la bruja, menos el hecho de que el tipo ese empujase a quien le había ayudado, ya que independiente de su naturaleza, no podía soportar que una mujer fuese maltratada. Con los años ella se había dejado humillar y maltratar muchas veces por su señor, pero nadie más que él había intentado hacerle algo, ni siquiera su marido, puesto que cuando lo intentó sufrió horas bajo su mano al querer obligarla darle un heredero. Ahora que su señor la había llevado hasta la situación en la que estaba, sentía mucha más rabia por el haberse dejado tratar de esa manera a mano un ser que no la valoraba para nada.

El día que cambió mi vidaWhere stories live. Discover now