Capítulo 05

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"Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer"
Antoine de Saint Exupéry


Llámenme demente al pensar que estar en esa situación con aquel chico era agradable e incluso un poco emocionante. La verdad no los culparía porque yo haría lo mismo, nadie estando completamente cuerdo consideraría esta situación "agradable" porque esto no pasa en la vida real, todo esto parece sacado de una historia cliché de esos tantos libros juveniles, simplemente es desconcertante y he de confesar que una parte muy dentro de mí sabía que algo en todo esto no se sentía correcto, pero la parte dolida y con la necesidad de sentirse comprendida le gustaba que aquel desconocido entendiera de alguna forma su dolor e ignoraba el hecho de que esto podía salir muy mal.

Levante mi mirada al cielo y me encontré con una gran nube gris que había comenzado a cubrirnos. El panorama estaba mucho más nublado que hace un par de minutos, sin duda alguna la lluvia no tardaría en caer.

—Empezará a llover pronto  —anuncié involuntariamente a la vez que trataba de ponerme de pie.

Debía irme ahora si no quería llegar al trabajo toda mojada.

Mis movimientos captaron la atención del chico a mi lado, posó su mirada en mí cuando ya había logrado levantarme del suelo y estar a unos cuantos centímetros de su cuerpo. La diferencia de alturas era realmente notable, mi cabeza apenas y quedaba a la altura de su hombro.

—¿Le temes a mojarte bajo la lluvia? —su tono burlón no pasó desapercibido para mí.

—No.

—¿No? Entonces ¿por qué huyes?

Enarqué una de mis cejas hacia él.

—No estoy huyendo, solo que no puedo llegar a mi trabajo luciendo como un perro mojado. Si no quiero que me corran tengo que irme ahora.

Cada vez sueltas más la lengua Ellen, solo falta que le digas donde trabajas.

Me reprendí a mí misma al notar el error que acababa de cometer. No debía de estar compartiendo información de mi vida con cualquiera.

Era el momento de irme, estaba más que segura, solo tenía que empezar a mover mis pies y alejarme lo más posible. Justo cuando comencé a girar mi cuerpo para emprender la huida aquel chico decidió hablar.

—Es realmente extraño, ¿sabes?  —comentó girando su cuerpo para estar frente a mí—. Para serte sincero pensé que nunca te vería de nuevo, nunca imaginé encontrarte precisamente aquí.

Su confesión me dejó perpleja, ni en un millón de años imaginé que eso saldría de su boca.

—Yo..., yo no sé qué decir —solté una risa nerviosa—. Porque tampoco imaginé verte otra vez. El mundo es demasiado pequeño.

Ahora sí, nos vamos ni una palabra más. Comencé a caminar alejándome del chico, las gotas de agua ya empezaron a caer del cielo. Estando a punto de salir del sitio cuando alcancé a escucharlo. Me detuve y regresé mi mirada a él.

—¡Hey! Aún no sé tu nombre —gritó lo suficientemente alto para que lo escuchara.

—No planeo decírtelo —grité de regreso.

Retomé el camino hacia la salida antes de que se le ocurriera abrir la boca de nuevo a aquel chico, aunque es reconfortante pasar unos minutos con su compañía, no planeo que él conozca mi vida ni mucho menos que yo conozca la suya. Mi vida es muy complicada ahora mismo para incluir un nuevo misterio en ella.

Y él lucía como uno

Así que solo tenía que hacer una cosa: huir.

***

La lista de los Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora