Capítulo 17

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Ha pasado alrededor de una hora desde que Ben despertó y hace unos minutos mi madre y tía Olivia salieron de la habitación para dejarlo descansar. Ambas me observaron con extrañeza al notar la presencia de Klaus, quien no se ha movido de mi lado ni un solo segundo, pero decidieron ignorarlo y continuar con su camino a la cafetería.

Los dos nos encontramos sentados en el piso del pasillo conversando sobre trivialidades, esperando que así el tiempo transcurra más rápido. Me ha hablado sobre él y sobre unas famosas competencias de skateboard en las que le gusta participar. No pude ocultar mi sorpresa al escucharlo hablar, nunca imaginé que fuera la clase de chicos que le gustara andar en patineta y hacer este tipo de cosas, sin embargo, solo falta ver la forma en la que habla sobre ello para darse cuenta de que es feliz haciéndolo.

Fue una agradable sorpresa.

También, ha confirmado la historia que Axel me contó sobre cómo se conocieron, y me ha contado uno que otro suceso que ha podido sacarme una sonrisa.

Con el tiempo que lleva aquí era casi imposible no mencionar lo de Ben, así que le he contado un poco sobre su enfermedad y el tiempo que lleva en el hospital. No he sido capaz de hablarle sobre Mara o sobre lo que pasó, no quiero causar lástima en él, por lo que solo omito el tema.

—Pero, ¿él se encuentra bien? — su voz me hace volver de mis pensamientos y poner mi atención en él.

Sus ojos me observan expectantes.

—Si, por el momento está estable, un médico lo revisará más tarde para ver que todo esté en orden —respondo viendo cómo sus facciones se relajan.

—La vida es muy injusta, querida Ellen —afirmó, desanimado.

Recuesto mi cabeza a la pared dejando salir un pequeño suspiro.

—Ni que lo digas.

Cuando nos enteramos de la enfermedad de Ben, por mi mente cruzo ese mismo pensamiento muchas veces, más de las que me gustaría admitir.

—No es justo que alguien tan pequeño tenga que pasar por tanto. Simplemente no lo entiendo —puedo sentir la frustración en su voz al escucharlo decir aquello.

—Tú ya lo dijiste, Klaus, la vida no es nada justa —murmuro incorporándome para entonces ponerme en pie—. voy a entrar a verlo, ¿Quieres acompañarme?

Mi pregunta parece tomarlo por sorpresa porque su ceño se frunce y dirige su mirada a mis ojos.

—¿Puedo? —inquiere sigiloso levantándose del piso.

—Uhm... Solo si quieres —digo algo dudosa al ver la expresión de su cara.

Una sonrisa aparece en su rostro para entonces asentir y caminar hacia la habitación. Estando dentro mis ojos se mueven con rapidez a la cama, me acerco hasta ella y me sorprendo al encontrar a un Ben muy despierto que me observa con las mejillas sonrojadas.

—Hola, Ellie —dice lentamente ocultando su rostro con la sábana.

—Hola a ti —niego con la cabeza divertida— ¿Tú no deberías estar descansando?

Mi pregunta hace que termine de ocultar su cabeza con la sábana.

—Quizás...

Intento ocultar una sonrisa alejando mis ojos de él para dirigirlos a la puerta, en donde se encuentra Klaus observándonos con diversión. Con mi mano le indico que se acerque y lo hace hasta posarse a mi lado.

— ¿Y por qué no lo estás haciendo? —pregunto inclinándome hacia él para quitar la sábana con la que se cubre.

Cuando consigo que sus preciosos ojos me observen, analizo a mayor detalle sus facciones, hay unas pequeñas bolsas oscuras debajo de sus ojos causando que su rostro se vea un poco pálido y delgado, sin embargo, eso no evita que lo siga viendo perfecto. Ha sido un niño realmente guapo desde que era un bebé. Su rostro angelical y su cabello castaño contrastaban maravillosamente con sus ojos azules, casi celestes, que eran mucho más claros que los de mamá y Mara, que eran más oscuros. Las personas solían bromear diciendo que fue quien se llevó los mejores genes de nuestros padres.

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